Los templos griegos lograron un gran poder financiero en la antigüedad al impulsar el uso del oro en grano como "moneda" alternativa a las cabezas de ganado. Actuaron como bancos centrales creando moneda y poniéndola en circulación mediante el crédito.
El origen histórico de la acuñación de moneda es todavía una
cuestión debatida y con toda seguridad avanzará al compás de los nuevos
hallazgos arqueológicos que esperan ser descubiertos bajo tierra. Si confiamos
en algunas fuentes como el Shu Ching,
la moneda se introdujo en
China en el 1776 a.C. En Occidente, los especialistas se inclinan por el 700
a.C en la antigua Lydia, en la costa oeste de la actual Turquía, para fijar el inicio
de la acuñación de moneda como práctica institucional sistemática. Las polis
griegas de Éfeso y Mileto habrían sido las pioneras de esta invención y su
protagonismo pasó míticamente a la historia por la leyenda del Rey Midas, que
probablemente se originó en esta región.
Antes de esta acuñación de moneda en la antigua Grecia se
utilizaron pepitas de oro como medio de
intercambio y mucho antes, cabezas de ganado y el conocido como
dinero-herramienta (1). Las cabezas de
ganado fueron el medio de pago y la medida de valor más ampliamente utilizada
en el pasado remoto. De hecho este patrón alcanzó bastante estabilidad, pues
según ciertas fuentes una mujer esclava era intercambiable por tres o cuatro
vacas en zonas tan dispares y alejadas como la antigua Irlanda o la Grecia
homérica (2). Por otro lado, el uso del dinero-herramienta (hachas, cuchillos o
garfios) se remonta milenios atrás. Empezó como herramientas reales utilizadas
según su función natural, pero el desgaste del paso del tiempo y las mejoras
técnicas dejaron inservibles los modelos más primitivos, que recibieron una
nueva utilidad como símbolos de status y medios de cambio.
En la evolución de estos primitivos medios de intercambio hacia
la moneda metálica acuñada hubo una etapa intermedia, que comenzaría entre el
1500 y el 1000 a.C, caracterizada por la preeminencia del oro en grano como
medio de cambio principal. Según algunos historiadores (3), los templos griegos
fueron los responsables de este cambio “monetario”, por el que despertaron como
poder financiero, desplazando el sistema monetario anterior con la creación de
una moneda nueva y ejerciendo la función del crédito desde una posición
financiera central. La aceptación social del
oro en grano como moneda otorgó a los templos el poder de crear la moneda,
fijar las tasas de cambio con los sistemas de intercambio anteriores (4) y
ponerla en circulación a través de los préstamos. Al poder religioso y
comercial que ya ostentaba la casta sacerdotal se añadía ahora el control
financiero de la economía. ¿Cómo lo lograron?
En un principio, es probable que los templos acumularan
grandes cantidades de oro no tanto por motivos económicos, sino por razones
místico-religiosas. Aunque el culto al oro en la antigüedad y en las sociedades
ágrafas ha sido abordado desde diversos enfoques, Mircea Eliade (5) lo deriva de la creencia en su origen
sagrado-celestial. Algunas culturas consideraron el oro, la plata y otros
metales o piedras preciosas restos de la bóveda celeste caídos sobre la tierra, lo que
les procuraba unas cualidades mágicas y sagradas codiciadas por los creyentes. Probablemente
por esta razón el oro fuese aceptado en los templos griegos como ofrenda junto
con animales y productos agrarios. Como señala Boeckh en The public economy of Athenians, en Grecia había grandes cantidades
de metales preciosos acumuladas en los templos y mantenidas fuera de circulación,
y sabemos que esta acumulación se mantuvo durante siglos, pues mucho más tarde
(330 a.C) Alejandro Magno expropiaría ingentes cantidades de oro y plata a los
templos orientales de Susa, Ecbatana y Persépolis (6). Todo este oro, atesorado
en un principio por razones religiosas, se utilizaría posteriormente para
multiplicar el poder financiero de la clase sacerdotal helénica.
La sobreabundancia de oro en los templos fue una de las principales
razones para convertirlo en moneda, aliviando así los costes derivados de
mantener un metal cuya moderada demanda quedaba muy lejos de poder vaciar los
sótanos de los templos. La principal dificultad radicaba en que una sociedad
acostumbrada durante siglos a comerciar con vacas y dinero-herramienta aceptase
el oro en grano como nuevo sistema de intercambio. Un cambio de tal calibre,
extravagante sin duda para los griegos de la época, logró abrirse camino
gracias al poder religioso, político y comercial de la clase sacerdotal. La
maniobra financiera de los religiosos helenos fue posible gracias a la
naturaleza y el volumen de las actividades comerciales de los templos (7), de
donde derivaba su influencia sobre un porcentaje significativo de la demanda,
así como sus vínculos con la élite político-económica.
El Kykeon, la bebida ingerida por los iniciados en Eleusis. |
Los templos no eran meros lugares de culto, ni siquiera lugares
de culto como lo son los de las religiones mayoritarias actuales. Sus servicios
eran muy demandados entre los ciudadanos, lo que redundaba en un considerable
poder comercial y económico. Por ejemplo, los templos de Asclepio fueron la
principal institución terapéutica de la Grecia arcaica y eran atendidos por médicos
sacerdotes experimentados en prácticas quirúrgicas. Asimismo, las autoridades religiosas impulsaban la
espiritualidad a través de las fiestas sagradas, que nutrían los comercios
de la ciudad y del entorno de los templos con el consumo de miles de peregrinos.
Conocidos son los ritos orgiásticos del dios Dioniso que en Atenas se
celebraban anualmente durante varias semanas de fiestas públicas. Más
controvertidos son los servicios sexuales que, según los testimonios de
Heródoto, Estrabón y algunos estudios actuales (8), prestaban las prostitutas
templarias.
Los servicios adivinatorios gozaban de gran demanda entre
ciudadanos de muy variada condición, que confiaban plenamente en los poderes
mágicos de los oráculos. El santuario de Eleusis, a pocos kilómetros de Atenas,
e inaugurado en el 1400 a.C según algunos historiadores, contó con adeptos de
notable influencia intelectual y política, como Platón, Aristóteles, Esquilo,
Sófocles, Cicerón o Marco Aurelio entre otros. Se piensa que en el siglo IV a.C
cada año millares de interesados aspiraban
a la iniciación en los misterios eleusinos, que se
servían de las propiedades alucinógenas del cornezuelo de ergot, materia prima
del LSD, para iniciar a los elegidos en la contemplación mística de la vida
según Kerenyi. (9)
Los vínculos con la clase política y los simpatizantes de
las clases acomodadas sin duda constituyeron una gran ayuda para la maniobra
financiera de los sacerdotes. Pero el auténtico poder procedía de las peregrinaciones
masivas o las constantes visitas que o bien consumían directamente los
servicios del templo o bien los de los comercios del entorno de la casa de los
dioses, comercios que se encontraban bajo la influencia económica de la clase
sacerdotal local. Aprovechando esta considerable demanda, los templos impulsaron
el uso del oro como sistema de intercambio en la antigua economía griega aceptándolo para el pago tanto los servicios
templarios como de los bienes y servicios de los comercios de la zona del
templo. Con esta medida se aseguraban la existencia de una demanda constante
de oro, pudiendo optimizar sus reservas mediante el crédito. Con el tiempo, el
oro se extendería a otros sectores de la economía y llegaría a suplantar al
ganado como medio de cambio, consolidándose así el poder financiero de los
templos e iniciándose el camino histórico hacia el posterior uso generalizado
de las monedas metálicas acuñadas.
Luis B.
Notas
(1) Heichelheim,
F. An ancient economic history.
Leiden. 1938
(2) Nolan,
P. A monetary history of Ireland.
Vol I. King & Son. London.1926.
(3)
Zarlenga, S. The lost science of money.
American Monetary Institute. New York. 2002.
(4) Para monetizar el oro fue preciso darle un valor
equivalente a la unidad de cambio en uso: las vacas. En los tiempos de Homero se
sabe que la equivalencia era de una vaca por un “talanton” 130 granos de oro, equivalentes a unos 8 gramos.
(5) Eliade, M. Herreros y alquimistas. Alianza.2004.
(6)
Patterson, C. Silver stocks and losses in
ancient and medieval times. Economic History Review. Vol 25. May 1972.
(7)
Ridgeway, W. The origin of metallic
weights and standards. Cambridge University Press. 1892.
(8) Kurke,
L. Coins, bodies, games and gold. Princeton University Press. 1999.
Heródoto (I 196-199)
Estrabón (16.1.20/ 745)
(9) Kèrenyi, C. Archetypal image of mother and daugther. New York. Pantheon.1967
En Las civilizaciones antiguas, Jacques Pirenne explica con detalle el proceso de transformación de los templos y centros de peregrinaje en bancos en Anatolia, especialmente el de Artemisa en Éfeso que organizó y financió golpes de estado mientras se unía al poder real por el tálamo.
ResponderEliminarY me olvidé de felicitar al autor del artículo. Buen resumen.
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