Las medidas de austeridad centran la atención mediática
desde hace años en los países de la eurozona. En los mensajes difundidos por
los medios, las reformas estructurales se presentan tanto como "recetas
necesarias para impulsar el crecimiento en un futuro" como "errores
que retrasan la salida de la crisis". Es curioso que esta valoración
contradictoria provenga en numerosas ocasiones de un mismo medio de
comunicación, cuando a primera vista lo coherente sería que medios con distinta
linea editorial sostuvieran una sola de estas valoraciones. Una vez más vemos
aquí la confusión como objetivo comunicativo en el tema de la crisis, asunto
que ya hemos abordado en otro artículo (1)
Últimamente, la evaluación de la austeridad ha corrido a
cargo del FMI y los consumidores de información hemos recibido incontables
mensajes con una misma idea común: "el Fondo Monetario Internacional
considera que las medidas de austeridad han sido un error"; "o no han
funcionado"; "o deberían acompañarse con políticas de estímulo
económico".
¿ Pero cómo que son un error? El FMI, junto al BCE, la
Comisión Europea y los gobiernos nacionales de turno, ha sido responsable de
las reformas estructurales de reducción del gasto público desde que la crisis
se extendió al viejo continente. Por tanto, según este mensaje mediático,
¿debemos entender que este organismo internacional ahora reconoce que las
medidas impulsadas por él mismo son erróneas porque contraen la actividad
económica y ralentizan la salida de la crisis?
Con el curso acelerado de economía que han hecho los
ciudadanos españoles y europeos en los últimos años, ya cualquier hijo de
vecino sabe que el crecimiento requiere inversión y estímulo. ¿Ignoraba esta
institución financiera afincada en Washington los efectos adversos de sus
recetas de austeridad? Nosotros creemos que no, entre otras razones, porque el
FMI ya conocía las consecuencias de este tipo de políticas económicas.
Esta entidad global ha aplicado antes reformas estructurales
del mismo corte en diferentes países, produciendo consecuencias similares a las
que vemos hoy en Europa: despidos de empleados públicos, recortes en servicios
sociales, privatizaciones, aumento de la deuda pública y de los esfuerzos
recaudatorios del fisco, subida de los precios por el aumento de la carga
impositiva, empobrecimiento de la población y un largo etcétera que bien conocemos.
En pocas palabras, lo que algunos llaman un drenaje financiero del
estado-nación que bombea sus recursos hacia los acreedores privados. Un ejemplo
reciente y sumamente trágico es Egipto (2), pero también podríamos hablar de
México, Argentina, Bolivia, Yugoslavia, la antigua Unión Soviética etc.
Michel Chossudovsky, profesor de economía en la Universidad
de Ottawa (Canadá), publicó en 1997 con el sugerente título de La
globalización de la pobreza, un estudio bien documentado empíricamente del modus
operandi del FMI en países de distintos continentes durante las últimas
décadas. Este trabajo plantea que lo puesto en marcha actualmente en Europa
responde a un protocolo, a un manual de intervención, que ha generado
anteriormente los mismos efectos que ahora se observan, y entre todos ellos dos
en especial: el aumento de la pobreza y de la desigualdad económica.(3) Con
tantas experiencias anteriores del mismo sesgo no parece probable que el FMI se
haya equivocado, que no supiera lo que hacía.
Mientras los organismos financieros globales nos imponen la
austeridad, los mass media nos la hacen digerir y se lanzan mensajes
desorientadores por unos y otros, las reformas estructurales siguen aprobándose
y continúan provocando su efecto, su objetivo: disminuir el poder adquisitivo
de los trabajadores y aumentar el flujo de beneficios hacia las rentas del
capital. (4) Lo que puede observarse en
los países donde tales medidas se han aplicado es invariablemente lo mismo: la concentración
del dinero en los sectores más privilegiados de la población y el aumento de la
desigualdad económica (5).
Esto es lo que está en marcha y lo que se pretende. Y este
es a nuestro modo de ver el sentido de las medidas económicas que se nos venden
como ideológicamente neutrales, necesarias, inevitables y científicas. Según un
documento publicado por la OCDE, del que se hace eco un artículo de El País,(6)
en España, pero también en otros países europeos, se ha agudizado desde 2007 la
caída de los ingresos del trabajo, ha aumentado la desigualdad económica y se
ha extendido la pobreza (7). ¿No es esto lo sucedido a los países que en el
pasado pidieron un préstamo al FMI e implementaron las reformas estructurales
que esta entidad exige como condición?
Es posible que se produzca un viraje y que en lo sucesivo la
austeridad se combine con cierto estímulo, pero no porque se haya cometido un
error, sino porque lo que se pretendía ya está hecho y ahora toca pasar a la
siguiente fase. Pero también es posible que, a pesar de estas declaraciones, la
austeridad siga aplicándose prioritariamente.
Notas
(2) "Egipto:
a dos años de la caída de Mubarak...". Librered. 14-02-13. Aquí
(3) Chossudovsky,
Michel. The globalization of poverty: impacts of IMF and World Bank Reforms. Penang. Third World Network. 1997.
(4) Navarro,
V. “El desastre económico actual era predecible". Aquí
(5) Chossudowsky (Íbidem)
Klein, Naomi. La doctrina del
shock. El auge del capitalismo del desastre.
(6) “España
es el país de la OCDE donde más crece la desigualdad” 15 de Mayo 2013. El País. Aquí
(7) (7)
OECD. Crisis squeezes income and put pressure on inequality and poverty. Aquí
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