Apenas sí había tomado posesión de su cargo y uno de los concejales de Ahora Madrid, Guillermo Zapata, ha caído víctima de una polémica salvajemente sobredimensionada por los medios al servicio del poder. Puede que hayan accedido a numerosos cargos públicos, pero a los pardillos de la izquierda todavía les queda mucho por aprender acerca del juego sucio de la política.
Antes de continuar he de confesar que no tengo cuenta en Twitter y, aunque sí me abrí en su día una en Facebook como tantos otros, la tengo más olvidada que esa vieja camisa que siempre queda en el fondo del armario y que nunca te pones (pero tampoco tiras por eso del apego a las cosas). Alguno pensará que estoy desfasado, fuera de onda por no zambullirme de lleno en el universo de las redes sociales, que todos sabemos que son lo más de lo más para estar a la última. Sin embargo si no me zambullo no es porque sea un anticuado de esos que añora las máquinas de escribir o las pulseras magnéticas que hacían furor en los 80, más bien no lo hago porque trato de no dejar constancia en la Red de todas las gilipolleces que he dicho y hecho a lo largo de mi vida, que no son pocas. Tampoco es que me considere un sujeto de cuidado, pero como dijo un señor con barba y greñas hace unos dos mil años: "Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra". El problema con las redes sociales es precisamente ese, la tendencia a usarlas como quien está charlando tranquilamente en un bar con sus colegas mientras se toma unas birras, vertiendo en ellas cualquier chorrada que se te hayan contado o te venga a la cabeza. A día de hoy resultaría prácticamente imposible encontrar a alguien tan correcto que nunca haya contado un chiste de negros, moros, gitanos, maricas o similares, o en su defecto reído con él, no haya bromeado jamás sobre asuntos macabros o lanzado algún que otro exabrupto inapropiado meando fuera de tiesto. El humor negro o incluso de mal gusto forma parte de nuestra cultura y todos hemos recurrido a él en no pocas ocasiones precisamente porque somos humanos e imperfectos, también porque actúa como una sana válvula de escape que nos permite trivializar sucesos terribles para poder superarlos. Un tipo normal y corriente, aunque muy comprometido con las luchas sociales, hizo allá por 2011 lo que tantísimos otros como él hacían en las redes sociales, tanteando hasta dónde llegaban los límites del humor. Seguramente aquel tipo no le concedió en su día mayor importancia a esos comentarios, porque a decir verdad tampoco la tienen, todos hemos oído cosas así o incluso peores más de mil veces.
Pero claro, quién le iba a decir por aquel entonces que, cuatro años después, iba a ser nombrado concejal del consistorio madrileño. Dudo mucho que estuviera dotado de tal clarividencia. Por eso, cuando las hordas cavernarias hozaron y hozaron profundizando en la montaña de inmundicias de las redes sociales hasta dar con los dichosos tuits de Zapata, al susodicho lo pillaron desprevenido y con el culo al aire. No es ningún secreto que a la derecha la pérdida de la alcaldía de Madrid le ha sentado como una patada en sus partes. Lo de Ada Colau en Barcelona no importa tanto, a fin de cuentas Cataluña ya es un territorio políticamente perdido. También está Valencia, desde luego eso pica más, pero resulta asumible después de todo (salvo para Rita Barberá, que no se lo tomó nada bien). Sin embargo Madrid es la capital patria, nada hay más simbólico que eso, y dejarla en manos de los rojos es algo que revienta al facherío más que ninguna otra cosa. Sólo eso basta para explicar la campaña desatada contra Carmena, Zapata y compañía, los perros de presa mediáticos continuarán con la cacería en su afán por desgastar al nuevo gobierno municipal como sea. La legitimidad de la urnas importa un rábano, lo mismo que las buenas formas o eso de que los métodos empleados no sean demasiado éticos. Lo único que importa es torpedear sin tregua la línea de flotación de Ahora Madrid, y por extensión de Podemos, a ver si se hunde antes incluso de ponerse a gobernar de manera efectiva. Si del facherío dependiera serían desalojados del ayuntamiento de la capital mañana mismo y en eso parece que están.
¿Y cómo han reaccionado ante esta ofensiva Zapata, Carmena y el resto de compañeros de partido? Pues a decir verdad y en mi modesta opinión como unos auténticos pardillos que no saben dónde se han metido. Tal vez sea por simple ingenuidad e inexperiencia, por nerviosismo, miedo o por todas estas cosas a la vez, pero lo cierto es que les han plantado la trampa en todo el morro y se han arrojado dentro ellos solitos. Eso de empezar a pedir disculpas de inmediato, cerrar la cuenta en Twitter como tratando de atajar el incendio, salir en los medios a comparecer mal y tarde y, por último, dimitir pero sólo a medias, no ha hecho sino dar una imagen de indecisión y debilidad bastante visible. Los cargos electos de Ahora Madrid son en la mayoría de los casos ciudadanos corrientes que iniciaron su andadura en movimientos sociales y de protesta, no políticos de carrera procedentes en muchos casos de linajes entregados a esta misma dedicación desde hace varias generaciones, como los son no pocos de los adversarios a los que ahora se enfrentan. Seguramente éste no es un entorno al que personas sin experiencia puedan adaptarse de la noche a la mañana, en la jungla de la política proliferan los depredadores y ya sabemos cómo reaccionan ante la menor muestra de debilidad de cualquier recién llegado. Eso es lo que no parecen haber entendido Zapata y compañía, no se pueden fiar ni tan siquiera del PSOE, por mucho que les diera su apoyo para gobernar Madrid.
Es por eso que ahí van un par de consejos para todos esos nuevos cargos públicos novatos, procedentes de plataformas ciudadanas y movimientos sociales varios, ante lo que se les va a venir encima. En primer lugar que no se muestren tan blandengues e inocentones como sus correligionarios madrileños estos últimos días, porque de seguir así no durarán ni dos telediarios. Carmena ha puesto el listón casi por los suelos al aceptar la renuncia de Zapata a la Concejalía de Cultura. Así que, si siguen presionando desde la caverna como hasta ahora, terminaremos viendo dimisiones de concejales y otros cargos acusados de haberse saltado un semáforo o incluso de haber estornudado "con mala intención" al pasar al lado de un policía (que con la retrógrada contrarreforma pepera del Código Penal seguro que es un delito de terrorismo). Ceder de semejante manera ante las primeras presiones recibidas es, como ya he dicho, un gesto que muestra una gran debilidad. Y esto salta a la vista especialmente viendo cómo se comportan aquellos que habitan en el lado oscuro de la política, pues llevan años diciendo todo tipo de barbaridades con la mayor tranquilidad del mundo y, lo que es infinitamente peor, cometiendo todo tipo de delitos y atropellos a costa de su posición, sin que ninguna horda mediática sedienta de sangre se haya abalanzado sobre ellos para despedazarlos con tanta saña. Bien sabemos lo que cuesta que alguno de esos personajes llegue a dimitir, casi hay que sacarlos con los pies por delante.
El segundo de los consejos que le daría a todos los recién llegados es que no se hagan demasiadas ilusiones con eso de que les vayan a dejar gobernar así como si nada. Seguro que han venido con un montón de ideas interesantes que piensan poner en práctica ¡Almas de cántaro! En verdad han de ser muy pardillos si no contemplan que los próximos cuatro años van a ser una sucesión de zancadillas, jugadas sucias, puñaladas traperas y todo tipo de estratagemas miserables. Los van a mirar con lupa y no habrá la más mínima concesión y, si no lo creen, que se fijen en el despreciable espectáculo que se está dando a escala europea con el "todos contra Grecia" con el objeto de derribar el gobierno de Syriza. A la derecha la gente le importa una mierda, su sufrimiento muchísimo menos, sólo desea mantener el poder y, si no lo posee, es capaz de cualquier cosa con tal de desestabilizar la situación lo máximo posible. Así han obrado hasta ahora y dudo mucho que vayan a cambiar, más teniendo los principales medios de comunicación a su servicio. A los novatos de la izquierda no les queda otra que prepararse para la batalla y perder esa ingenuidad que han mostrado en el caso Zapata, porque seguro que van a venir otros muchos parecidos y se van a convertir en el hazmerreír como continúen rindiéndose tan fácilmente.
Por último empiezo a estar hasta el gorro de esta especie de caza de brujas desatada en la Red, con las fuerzas del orden convertidas en la "policía del pensamiento" del Gran Hermano del Gobierno. Venga buscar y rebuscar comentarios y opiniones por todas partes que puedan suponer eso que llaman delitos de odio o apología del terrorismo, que a estas alturas pueden ser casi cualquier cosa si el que los vierte es alguien de izquierdas, porque los nazis pueden insultar, amenazar y hacer apología de sus descerebradas ideas en las redes sociales con mayor tranquilidad. Y en este juego nos encontramos, como siempre en este país, con la ya manoseada, miserable y rastrera utilización política interesada de las víctimas del terrorismo y el igualmente manoseado antisemitismo, eso de confundir los chistes sobre el Holocausto con las críticas a las criminales intervenciones militares de Israel. Afortunadamente el sentido común se abre paso entre tanta aberración dialéctica y berrido cavernario. Estos días ha venido de la mano de Irene Villa que, haciendo gala de una gran clase, afirmaba que "el chiste que más le gusta es el que dice que es una mujer explosiva". Este mundo moderno, además de ser complejo, confuso e incluso atroz, es también un mundo con mucha tontería. Las nuevas tecnologías lo han revolucionado todo, incluso la imbecilidad de la gente, que las emplea a veces para hacer gala de los comportamientos más fronterizos (al respecto leer el artículo Teléfonos inteligentes para gente idiota, que habla acerca de la plaga de muertes estúpidas acaecidas en los últimos tiempos por la moda en auge de hacerse selfies en lugares inapropiados). Las redes sociales no son ajenas a este fenómeno y en ellas proliferan las sandeces de todo tipo, más o menos las mismas que podemos escuchar en las conversaciones de la calle, que quede constancia no les debería dar mayor trascendencia. La conclusión lógica y de sentido común es que no podemos ir por ahí persiguiéndolo todo, incluso los comentarios realizados en caliente y sin pensar, porque eso nos conduciría directamente a una sociedad paranoica y desquiciada. Yo personalmente prefiero más libertad, aunque eso suponga tener que tragar con chistes, opiniones o simples diarreas mentales, como las que acostumbra a soltar un tal Salvador Sostres, que no sean plato de gusto.
El último de la clase
Muy buen articulo, como casi todos los que escribes.
ResponderEliminarTengo el presentimiento que las redes sociales han sido creadas para esto mismo "idiotizar a la gente", donde todos estan con la opinión de la mayoria y si te sales del redil siempre aparece el personaje que mediante su berborrea hace de pastor para que no haya ninguna ovejita mas que se salga del rebaño.
Sobre lo del ayuntamiento de Madrid, cabe otra posibilidad y es que desde el poder en la sombra empiecen a querer comprar a gente de ganemos, ya sabemos por mas triste y miserable que sea que todos absolutamente todos tenemos un precio, y quien es el honrado que no desdeñaria un buen pellizco, me temo que nadie, es condición humana, miserable pero al fin y al cabo humana.
Otros errores que estan cometiendo los de ganemos en todas las plazas, y es haber llevado propuestas en su programa que no pueden cumplir, una de ellas los desahucios, primero esto compete al gobierno central, segundo quienes mas desahucian son las entidades financieras que son las que tienen el poder real, es decir el monetario, tanto por un lado como por el otro ( "negociar" con los alcaldes) y aqui vuelvo a repetir lo que he dicho de la compra de los candidatos. Tercero, un ayuntamiento que esté endeudado hasta las cejas, no hara falta la caverna mediatica de la derecha para arremeter contra el edil o ayuntamiento, se cierra el grifo y asunto resuelto, conclusión volvemos a lo mismo. Asuntos estos de muy mal solucionar habiendo dejado llegar hasta aqui el limite de las cosas. Una solución seria que el pueblo en masa se manifestase, pero me da la impresión de que esta sociedad hace tiempo que la han matado.
Saludos
lgf