Desahucios, crisis de la democracia representativa y necesidad de una economía ética

El derecho a la vivienda forma parte de las garantías constitucionales. El abandono de los ciudadanos ante los desahucios cuestiona la legitimidad de las democracias representativas. ¿Por qué la gestión económica se olvida de la ética? 


Madres del Focus E 15, defendiendo el derecho de los
ciudadanos a una vivienda digna
Quien piense que el movimiento antidesahucios es cosa de España se equivoca de lleno. La pérdida de derechos sociales se extiende por toda Europa, y en general por todos los países de la OCDE, a medida que las “reformas estructurales”, esa arma económica del neoliberalismo, acaban con las políticas sociales del Estado del Bienestar.

Ahora salta a la palestra el movimiento en pro del  derecho a la vivienda en el Reino Unido, tras la detención de una activista social del Focus E15 Mothers, un grupo de madres solteras comprometidas por el derecho a la vivienda tras su deshaucio el pasado año 2014. Hoy ocupan viviendas en las proximidades del London´s Olympic Park para “exigir al gobierno vivienda social y no limpieza social”.

La activista detenida, James Stone, de 20 años, ha sido puesta en libertad bajo fianza policial tras su arresto la pasada noche del 13 de abril de 2015 bajo la acusación de ocupación ilegal de un inmueble. Stone y otras ocuparon un apartamento en el barrio londinense de Stratford en protesta por el desahucio de su anterior ocupante, una mujer de 45, Jane Wood,  que convivía con su hija de 14, afectada por una enfermedad mental.



Mientras el capitalismo necesitó a los trabajadores y sintió la amenaza del modelo comunista soviético se implementaron los servicios necesarios para asegurar la salud, la educación y la cobertura en caso de desempleo, vejez o enfermedad. Ahora el panorama es muy distinto. El neoliberalismo domina la política de los países de la OCDE y marca las directrices en la economía global. La alternativa temida por las élites capitalistas, la del comunismo o socialismo, subsiste en puntos muy concretos y con una importancia geopolítica más bien escasa. Téngase en cuenta que los BRICs, que podrían protagonizar cierta oposición al eje USA-Canada-Europa-Japón, están a años luz de un modelo de sociedad centrado en los derechos e intereses de la mayoría de los ciudadanos.

La línea política seguida para gestionar la crisis revela que los derechos, y los valores éticos que los respaldan, ocupan un lugar secundario en la jerarquía de prioridades que determina las decisiones de los gobernantes. Los de abajo, en momentos de escasez, pasan a ser población prescindible, excedente inútil. Al parecer, no importa que sean seres humanos.

La economía enmarcada en la restringida lógica del coste-beneficio monetario, esa economía deshumanizada que prescinde de la ética en la toma de decisiones, está en nuestro mundo por encima de la moral y del derecho, y decide en política, al menos mientras la política siga en manos de quienes gestionan desde la única perspectiva del dinero.

Cuando se excluye y no se socorre, se agrede, y si se hace a gran escala, como sucede con las medidas políticas, se siembra frustración, odio y rencor social. Desde que la ciencia y la tecnología han permitido prescindir de los trabajadores en la producción, cambiados por máquinas o programas informáticos, las tasas de paro estructural han ido creciendo, bajando los salarios, reduciéndose las horas de trabajo…En definitiva, un sector creciente de la población ha ido arrinconándose en el gueto de los prescindibles.

Se quiera o no reconocer, es un hecho que si la lógica económica no se complementa con la ética, la gestión de los recursos provoca efectos amenazadores para la convivencia colectiva. Muy lejos de ese falso “equilibrio social” predicado por Adam Smith. Y la política no está frenando esta injusticia, este aberrante darwinismo económico en el que estamos atrapados. Los ciudadanos viven esta inacción de los representantes como la prueba definitiva de su connivencia con los poderes fácticos, y como una inmoral indiferencia por el bienestar y los derechos de la gente. “Que se jodan”-espetó Andrea Fabra a los parados españoles.

Y aunque no todos los políticos responden a este diagnóstico, la crisis de legitimidad se agrava aún más por las medidas legales que tratan de bloquear el derecho de manifestación y protesta. Como afirma Cristopher Bray, participante en el portal de Facebook de Focus E15 Mothers, al hilo del equivalente británico a la ley mordaza “sólo nos queda ver los debates televisados de los líderes con preguntas acordadas previamente y votar a los profesionales de la política”.


La democracia es ante todo un sistema de contrapesos para evitar la concentración del poder. Y a la vista está que nuestro modelo representativo hace aguas por todas partes, que ha sucumbido trágicamente al poder de los grandes lobbies. Para frenar este secuestro se impone la necesidad de reformas que acerquen las decisiones políticas al conjunto de la ciudadanía, poniendo en marcha una nueva transición hacia una democracia más participativa. Sólo un paso así puede resultar creíble ante la dura situación económica que se avecina en un futuro, dada la escasez de recursos que marcará el carácter estacionario de la nueva economía. Creemos que para el nuevo modelo económico que surgirá de esta crisis sistémica hace falta un modelo de democracia que suponga un contrapeso real contra los abusos de los grandes poderes. Para ello es de vital importancia que los ciudadanos, a través de instrumentos de participación directa, puedan intervenir proponiendo o derogando leyes sin verse bloqueados por una burocracia diseñada ex profeso para minimizar o neutralizar el poder de la ciudadanía. La democracia es algo más que votar cada cuatro años.

Arnau R.

No hay comentarios:

Deja un comentario Tu opinión interesa

Comentarios sujetos a criterios de moderación.