¿Sabías que...? Especial actualidad nacional

Algunas cosas que quizá te interese saber, pero de las que no se habla tanto como debiera porque nos siguen distrayendo con lo de Cataluña


Limpieza en 2011 de un tramo del asentamiento chabolista de la Cañada Real.
En la imagen una instantánea de la cañada Real de Madrid, uno 
de los poblados chabolistas más grandes de Europa Occidental.
1. En España más de 12 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social. Parece ser que el humo de los contenedores quemados en algunas calles de Barcelona impide que muchos vean otras realidades, por mucho que éste ya se haya disipado. Ciertamente figurar como el quinto país de la UE con mayor número de personas en riesgo de pobreza, sólo por detrás de Bulgaria, Rumanía, Lituania y Letonia, daría para que empezáramos a preocuparnos seriamente por el problema. Esto es lo que afirma el último Informe AROPE elaborado para el 2019, que sitúa el porcentaje de población española en riesgo de pobreza y exclusión en un 26,1%. Menor que en años anteriores, pero aun así elevada.
La tasa AROPE (del inglés At Risck of Poverty and Exclusion) es un indicador que muestra el riesgo que sufren determinados sectores de población de caer en la pobreza. Estamos hablando de personas que no necesariamente están sin empleo, pero que incluso así no pueden salir del círculo vicioso en el que se encuentran por no tener estabilidad o disponer de ingresos insuficientes, lo que se conoce como pobreza laboral (en realidad algo muy viejo, gente que se mata a trabajar y que aun así sigue atrapada en la miseria) ¿Cómo se define este riesgo de exclusión exactamente? Hablamos de personas que tienen gran dificultad para afrontar gastos imprevistos, no tienen forma de saber si unos ingresos regulares podrán seguir entrando en su hogar durante los próximos meses o han de sacrificar unas cosas para poder tener otras; por ejemplo, no se pueden marchar de vacaciones si quieren pagar la factura del dentista para su hijo, o para poder pagar la calefacción en invierno han de apretarse el cinturón en la cesta de la compra de comida. Millones de personas en la cuerda floja al fin y al cabo y que, en caso de recesión, terminarán cayendo.
Por otra parte la Tasa de Pobreza, que mide el número de familias que tienen unos ingresos anuales inferiores a los 8.800 € aproximadamente (unos 735 € mensuales, dime a ver quién puede vivir decentemente ganando menos que eso en cualquiera de nuestras grandes ciudades), permanece casi invariable desde hace varios años, afectando a más de 10 millones de personas actualmente. Esto quiere decir que, a día de hoy, hay en España unas 900.000 personas más viviendo en la pobreza que al iniciarse la crisis en 2008. Una clara muestra de cómo han ido las cosas en ese sentido desde entonces.

2. La pobreza extrema ya afecta en nuestro país a 2,5 millones de personas. El Informe AROPE también habla de la llamada Privación Material Severa (PMS), que es la forma bajo la cual la pobreza golpea más duramente (obviamente según los estándares europeos). Las personas en situación de PMS no pueden alimentarse de manera adecuada (pues deben prescindir muchos días de comer carne, pescado o frutas y verduras frescas), no tienen forma alguna de afrontar gastos imprevistos, a menudo tienen graves dificultades para pagar las facturas eléctrica o del agua, no pueden calentar sus hogares en invierno y tampoco les llega para comprarse un automóvil y mantenerlo (por mucho que sea de segunda mano). Es una situación dramática que puede llegar a generar una angustia y estrés altamente destructivos. Se estima que, desde 2008, unas 850.000 personas han caído en este pozo de pobreza extrema.
Obviamente la distribución de esta lacra es bastante desigual, ya que no afecta de la misma manera a los distintos colectivos sociales y regiones del país. Inmigrantes extracomunitarios, familias monoparentales, jóvenes menores de 30 años y personas con un escaso nivel de formación son especialmente vulnerables, engrosando en buena medida las filas de la PMS. Y en lo referente a las diferencias por CC.AA vemos también los grandes desequilibrios territoriales. Comunidades como Euskadi o Navarra tienen tasas de pobreza relativamente bajas (entre un 12% y un 12,6%), mientras que en otras como Andalucía y Extremadura la pobreza afecta a sectores de población realmente grandes (con tasas próximas o incluso claramente superiores al 40%). La peor parte se la lleva la ciudad de Ceuta, donde casi la mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza o está en riesgo de exclusión. El eje "norte rico frente a sur pobre" se hace aquí más evidente que nunca.

3. Todo esto hace que la desigualdad generada por la crisis se haya acentuado, condenando a la inmovilidad social a las clases más desfavorecidas. Desde 2008 las llamadas "clases medias" han ido desapareciendo en España, tal y como señala este informe de Oxfam, que deja unas conclusiones nada prometedoras. Entre otras cosas viene a decir que una de cada seis familias de clase media cayó en la pobreza con la crisis y ya no ha podido salir de ella. De hecho, a lo largo de toda una década, el número de hogares sin ningún ingreso ha aumentado hasta la apabullante cifra de 617.000, otra muestra de la extensión de la pobreza extrema en nuestro país. Eso mientras se acentúa la brecha entre los que más tienen y los que menos, el consabido clásico de "los ricos cada vez más ricos y los pobres más pobres". Si en 2007 el 10% más rico ganaba menos de 10 veces más que el 10% más pobre, hoy ya gana unas 13 veces más. Esto ha dado como resultado que el 1% de los súper ricos acapare 24,42 € de cada 100, mientras que para el 50% más pobre sólo quedan 7 € de cada 100. Una concentración de riqueza que está alcanzando niveles inaceptables.
Así pues cerca del 65% de la población española se encuentra encuadrada dentro de la denominación "clase baja o media-baja". Una situación que, a decir verdad, viene cronificándose desde la década de los 70 (aún en tiempos de la dictadura). En esta especie de "no evolución" vemos que, desde entonces hasta ahora, la variación ha sido mínima (en 1973 poco más del 66% de la población estaba clasificada en ese segmento de clases baja y media-baja). Todo lo cual quiere decir que, al menos en España, la movilidad social es mayormente un mito. El que nace pobre con toda seguridad seguirá siendo pobre toda su vida y, el que nace rico, vivirá como rico hasta que se muera. Todo esto también se puede contabilizar matemáticamente porque, según el citado estudio, si figuras dentro del segmento más rico de la población tienes más de un 70% de probabilidad de seguir en el mismo pasados 4 años. Por contra si figuras en el segmento más pobre, la probabilidad de seguir ahí dentro del mismo periodo de tiempo es casi de un 66%. Cosa curiosa, porque al final parece ser que es más difícil salir de la riqueza que de la pobreza.    

4. El problema de la adicción al juego se está convirtiendo en una amenaza social que destruye a miles de familias. Muchos se alarmarán viendo por TV a grupos de vándalos lanzando piedras y enfrentándose en las calles barcelonesas a la policía, por mucho que tales hechos tengan lugar lejos de sus hogares, pero tal vez no se angustien tanto mientras las casas de apuestas se multiplican en sus barrios. Tal y como señala Emilio de la Peña en su artículo Juego sucio, el negocio de las apuestas (tanto online como en locales) ha crecido exponencialmente en nuestro país en pocos años. Hablamos de un negocio que ya mueve anualmente en España más de 17.000 millones de euros, que se ha asociado de manera muy preocupante con el mundo del deporte (especialmente el fútbol, pues la mayoría de clubes están patrocinados por empresas del sector) y que centra sus objetivos principalmente en las clases trabajadoras y más humildes, así como también en los jóvenes. Esto se puede ver claramente con la proliferación de este tipo de locales en barrios obreros y de la periferia de las grandes ciudades, mientras que en las zonas más acomodadas no proliferan tanto ni mucho menos. Me remito al artículo que he citado unas líneas más arriba.
Este hecho no es desde luego casual. Las personas desempleadas y en riesgo de exclusión son mucho más propensas a morder el anzuelo del juego, tratar de buscar de esta forma ese dinero que no consiguen por otros medios y, una vez dentro del círculo vicioso, terminan atrapadas por una adicción que es tan destructiva como otra cualquiera. En cierto modo es como una droga y como tal habría que tratar el problema. Tal y como denuncia la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar), el perfil del ludópata está cambiando en España y el fenómeno es altamente preocupante. Antes se trataba mayormente de mayores de 40 años que se movían siempre por el entorno de su barrio; ya se sabe, el típico "señor tirando a mayor enganchado a las tragaperras del bar de la esquina". Hoy día en cambio muchos adictos son cada vez más jóvenes, de entre 18 a 25 años (incluso menores), atrapados en el cada vez más inmenso universo de las apuestas online  (ver esta noticia de radiocable.com). Se trata de un colectivo increíblemente vulnerable que es bombardeado de manera implacable por la casi omnipresente y muy agresiva publicidad de las casas y plataformas de apuestas. Y lo tienen realmente fácil para engancharse al juego, ya que sólo es cuestión de coger el móvil y descargarse una aplicación.
Según Fejar la ludopatía afecta en España a alrededor de 400.000 personas. Pero hay que tener en cuenta que hablamos en ese caso de personas que ya presentan un cuadro patológico grave, por lo que el problema amenaza a mucha más gente, muchas más familias. Por supuesto casi siempre familias trabajadoras y en situación precaria. Otro clavo en el ataúd de su miseria. Los responsables políticos ya están tardando a la hora de actuar contra esta epidemia, aunque quizá no quieran por los numerosos intereses creados.

Una elocuente imagen de la protestas en Chile, que viene como
anillo al dedo.
5. Mientras tanto, y como era de esperar, nuestros medios de comunicación/intoxicación siguen informando de lo que les interesa y silenciando otras muchas cosas.  Ya el año pasado una encuesta realizada por Pew research indicaba que los españoles daban escasa credibilidad a los medios de comunicación de por aquí. El 50% no creía demasiado en ellos y un 19% (¡casi la quinta parte!) no creía apenas nada, frente a sólo un 8% que los considera altamente confiables. Deberían volver a hacer esta encuesta ahora a ver qué tal les sale tras la cobertura dada de los recientes sucesos en Cataluña. Sí, ya sabemos que los radicales independentistas son en extremo violentos y malvados porque se tiraron varios días contándonoslo sin descanso, para que así se nos grabara bien en la sesera. Curiosamente no tuvieron tanto interés en contarnos lo sucedido en el gerundense barrio de Bonastruc el pasado viernes por la tarde, cuando un grupo de ultraderechistas (o como dirían los medios nacionales, "constitucionalistas" o "chicos con banderas de España") lanzó una bengala contra un balcón que lucía una estelada, provocando un incendio e hiriendo gravemente a la mujer que vivía allí y que estaba asomada en ese momento (ver esta noticia de La Vanguardia). No quiero ni imaginar cuál habría sido el tratamiento de la noticia si los responsables del criminal ataque hubieran sido independentistas, que en este caso lanzaran una bengala contra un balcón en el que luciera orgullosa la rojigualda.
A estas alturas ya sabemos que poco podemos esperar de nuestras televisiones, puesto que tiempo hace que cayeron por el desagüe de la manipulación y el sensacionalismo interesado. Y no es necesario hablar todo el rato del "conflicto catalán" para comprobarlo. Este artículo aparecido en tercerainformacion.es da cuenta del repugnante tratamiento dado por la cadena La Sexta (que algún despistado seguirá tomando por un medio progresista) a las masivas protestas desatadas en Chile. Apenas 15 segundos para contar que algo grave pasa en el país sudamericano, protestas que degeneran en disturbios generalizados y muy violentos y que ya han provocado 15 víctimas mortales (una por cada segundo que el informativo del citado medio dedica a la noticia), miles de detenidos y la declaración del estado de emergencia y el toque de queda. Todo en sólo cuatro días de movilización ciudadana a gran escala (también podemos ya de paso recordar que lo de Cataluña empezó allá por 2012 y que todavía y por fortuna no ha muerto nadie). Evidentemente La Sexta no cuenta el verdadero motivo que ha desatado semejante estallido ciudadano (para los que lo quieran saber recomiendo el artículo A un metro de la insurrección, de Gabriel Morales), como tampoco hablará de la brutal represión desencadenada por el gobierno del ultraconservador Sebastián Piñera, que ha sacado al ejército a las calles como en los peores tiempos de la salvaje dictadura de Pinochet. Uso de armas de fuego para disolver manifestaciones (principal causa de los muertos y las decenas de heridos), detenciones arbitrarias, torturas, vejaciones y abusos sexuales... La lista de violaciones de derechos humanos se alarga a cada día que pasa.
Para colmo el Parlamento Europeo ni tan siquiera se plantea debatir sobre la situación en Chile, cuando saltaban a la mínima "en nombre de la libertad y la democracia" ante cualquier suceso en Venezuela. En eso son iguales que nuestros medios, que también han estado machacándonos con lo de Venezuela durante incontables jornadas. Aquí vemos el desproporcionado y repulsivo doble rasero. Si el gobernante de turno no es del agrado de la oligarquía que controla los medios, hay que ir a por él y demonizarlo todo lo que se pueda; con razón o sin ella. En cambio si se trata de "uno de los nuestros", desinformamos o silenciamos, para que la gente no tenga la menor idea de lo que pasa o ni tan siquiera le preste atención. No me extraña que al final la gente no le dé ninguna credibilidad a los informativos, la radio o la prensa.





Agencia Tigris

                  

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