Los últimos movimientos políticos en Washington, las tensiones diplomáticas con Rusia y el recrudecimiento de la crisis siria, son sólo una muestra de la deriva belicista y reaccionaria que se está adueñando de Occidente. Se acercan días sombríos que bien podrían anunciar algo mucho peor.
Tal y como se puede ver en la presente infografía, la concentración de efectivos militares en torno a Siria es realmente impresionante. En esta zona están confluyendo un gran número de fuerzas navales y aéreas de Estados Unidos y la OTAN, que se suman al despliegue de misiles y a las tropas estacionadas en bases militares. Todo esto en un escenario en el que también se concentran efectivos rusos e iraníes, en apoyo de la reforzada capacidad militar siria y teniendo en cuenta además la presencia activa de otros actores, como Israel, Turquía o Arabia Saudí. En un escenario como éste las últimas acciones chulescas de Trump no hacen sino elevar la tensión hasta límites que no hubiéramos imaginado en años pasados. El escenario ideal para que una chispa accidental haga saltar por los aires este apocalíptico polvorín (Fuente: RT).
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La sombra se extiende sobre Occidente. No, no estoy reproduciendo una frase extraída de la trilogía tolkieniana de El Señor de los Anillos. Es una metáfora descriptiva de los últimos acontecimientos en la escena internacional. En muy pocos días hemos asistido a una serie de acontecimientos ciertamente preocupantes y que muestran a las claras el progresivo proceso de degeneración de las democracias occidentales en general y de la estadounidense en particular. Dichos acontecimientos son la grave crisis diplomática desatada entre el Reino Unido (y también sus socios occidentales) y Rusia a raíz del supuesto intento de asesinato del ex espía ruso Sergei Skrypal y su hija, la enésima crisis desatada en Siria a causa de otro igualmente supuesto ataque químico contra civiles en la ciudad de Duma y el nombramiento por parte de Donald Trump del ultraconservador, recalcitrante y fanático belicista John Bolton como su nuevo asesor de Seguridad Nacional.
Centrémonos primero en el punto más caliente de la actualidad, el escenario sirio. Qué curiosas coincidencias, a finales de marzo Trump anunciaba su intención de retirar las tropas del citado conflicto. Las fuerzas gubernamentales estaban a punto de concluir su operación de reconquista del enclave de la Goutha Oriental, controlado por facciones terroristas desde 2012, la principal de las cuales se autodenomina Yesh al-Islam (el Ejército del Islam, que ya dice muchísimo acerca de su naturaleza). No olvidemos que los yihadistas han estado usando durante años este enclave como plataforma para bombardear indiscriminadamente (con fuego de mortero, artillería e incluso misiles tierra-tierra) barriadas de la cercana capital, Damasco, todo y que los medios de intoxicación de masas de por aquí nunca se han hecho eco de tan criminales acciones; tampoco olvidemos que para los citados medios no se trata de salvajes terroristas, sino de "rebeldes moderados". La exitosa ofensiva del Ejército Sirio, que con anterioridad había recuperado Alepo (la capital económica), Palmira (con un gran valor simbólico) y Deir ez-Zor (que domina una importante región petrolera y gasística), dejó a los yihadistas arrinconados en la ciudad de Duma, la más importante de Goutha Oriental. Es en este escenario, con informaciones acerca de la presencia de oficiales de la OTAN en la zona que debían ser evacuados (pues actuaban como asesores de los grupos terroristas, según el medio libanés Al-Watan), cuando vuelve a aparecer el fantasma de un supuesto ataque químico perpetrado por las fuerzas de Al-Assad contra la indefensa población de Duma.
El formato es bien conocido porque ya lo han usado antes. Imágenes de niños muertos, o sufriendo los efectos de alguna clase de agente asfixiante, para dar mucha penita, convenientemente mezcladas con otras sin ninguna relación para mostrarnos la barbarie de la guerra. Destrucción y muerte aderezadas con una buena dosis de manipulación. Y, una vez más, las denuncias de la autoría de presunto ataque partían de los ultra sospechosos "cascos blancos" (la autodenominada Defensa Civil Siria) y otra ONG desconocida llamada Sociedad Médica Sirio-americana (SANS), que ya por llevar la coletilla "americana" resulta igualmente sospechosa. Tampoco es para extenderse en exceso en las circunstancias que han rodeado este incidente, para eso remito a enlaces al final del todo, pero resumiendo podríamos decir que no existe ninguna prueba clara acerca de quién podría ser el autor del ataque y, por no existir, ni tan siquiera hay pruebas concluyentes de que tan siquiera se haya producido. Todo lo más las tropas sirias, en su avance, han descubierto rudimentarios laboratorios para la fabricación de armas químicas que eran utilizados por los yihadistas.
Nada de esto, sin embargo, ha frenado la oleada de acusaciones y agresivas amenazas vertidas por Estados Unidos y sus aliados incondicionales. No necesitan confirmaciones, ni prueba alguna ni nada de nada, el "animal Assad" ha de pagar por este crimen. Hemos pasado de querer retirar tropas a movilizar más y más efectivos para concentrarlos en el polvorín del Mediterráneo oriental. A los cinco buques de guerra estadounidenses ya operativos en la zona, hay que sumar varios submarinos (también franceses y británicos) que se mueven sin ser vistos, efectivos de la 6ª Flota en el Mediterráneo occidental, los de la 5ª flota en el Golfo Pérsico y el grupo de combate del portaviones USS Truman (que incluye otros cinco buques), en estos momentos emplazado en el Golfo de Omán. En conjunto toda esta flota dispone de más de 400 misiles crucero Tomahawk listos para entrar en acción, sin tener en cuenta además las baterías de misiles y aviones de combate estacionados en bases de la OTAN próximas a Siria. Todo esto en un escenario en el que las fuerzas rusas también incrementan su implicación en el conflicto, anunciando ejercicios navales con fuego real frente a las costas sirias (programados entre el 11 y el 26 de abril), al tiempo que los cazabombarderos Su-34 se exhiben agresivamente mostrando en sus panzas misiles antibuque Kh-35 (perfectamente capaces de mandar a pique, por ejemplo, grandes portaviones).
Esta foto de satélite muestra el actual despliegue ruso en la base siria del puerto de Tartus. En ella se ven
no menos de cinco buques de guerra y un par de submarinos, sólo una muestra de los efectivos disponibles.
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Pero lo más preocupante es que a estas alturas ya no hay marcha atrás. Moscú no abandonará al régimen de Al-Assad porque la intervención en Siria ha supuesto su regreso triunfal al escenario internacional, alterando el equilibrio geopolítico en la zona. Sencillamente hay demasiado en juego. Ante semejante certeza las alternativas de unos y otros se van reduciendo, acotando el escenario para una posible confrontación de catastróficas consecuencias, sobre todo cuando Washington y sus acólitos optan por las acciones chulescas y unilaterales. No es de extrañar que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, hable ya de "Nueva Guerra Fría". Las relaciones entre Rusia y Occidente se encuentran en uno de sus momentos más bajos y los encontronazos no paran de reproducirse. Ha sido así muy especialmente desde el golpe de estado en Ucrania, a buen seguro orquestado por la CIA, que a principios de 2014 derrocó al presidente electo Viktor Yannukóvich e instauró un desastroso régimen pro occidental que ha sumido al país en la descomposición, lo que se ha venido a conocer como el Euromaidán. Para el Kremlin supuso una línea roja, un antes y un después, y meses más tarde se formalizó la anexión de Crimea como aviso a navegantes.
Desde entonces los desencuentros han sido la nota dominante, en medio de un constante aumento de fuerzas de la OTAN en las proximidades de las fronteras rusas y la amenaza estadounidense de volver a desplegar armas nucleares en Europa. Uno de los episodios más recientes y confusos ha sido el extraño caso del ex espía ruso, afincado en Gran Bretaña, Sergei Skrypal, presuntamente envenenado junto a su hija ( y ¡otra vez! volvemos a los presuntos) con un agente tóxico desarrollado en su día por los soviéticos conocido como novichok. La propia entrada de la Wikipedia que reseño indica que se trata "al parecer de los agentes nerviosos más mortales que jamás se hayan hecho" y, aun así, padre e hija se están recuperando ¿milagrosamente? de la intoxicación. El suceso tuvo lugar a principios de marzo y, casi inmediatamente, las autoridades británicas anunciaron que la oscura mano del Kremlin se hallaba tras el mismo. Una vez más se actuó precipitadamente sin esperar a que hubiera una investigación exhaustiva, Londres expulsó a decenas de diplomáticos rusos como represalia y, acto seguido, Trump decidió hacer lo mismo. En este estado de cosas Rusia respondió a la provocación, expulsó también a diplomáticos occidentales y las relaciones bilaterales se emponzoñaron todavía más. Pero hagámonos unas esclarecedoras preguntas. Si Vladimir Putin quería borrar del mapa al "traidor" Skrypal sin dejar rastro, ¿por qué se decidió usar un agente que se puede relacionar claramente con sus servicios secretos? Y es más, ¿tan torpes fueron los asesinos enviados que, aun usando uno de los venenos más mortíferos conocidos, no lograron su objetivo? Hay muchos cabos sueltos en todo este asunto.
En la imagen John Bolton, el flamante nuevo energúmeno de la Casa Blanca. |
Digo yo que si hay por ahí tanto tipo duro dispuesto a acabar con dictaduras y regímenes teocráticos, para así difundir "la cultura y los valores democráticos de Occidente", bien podrían empezar por otro sitio. Por ejemplo por Arabia Saudí, uno de los regímenes más abyectos y brutales de la actualidad. Pero no, la dictadura feudal de la familia Saud siempre será bienvenida en Europa y Norteamérica. Sin ir más lejos la pasada semana nos desayunamos con la visita oficial a España del príncipe heredero del régimen, Mohamed bin Salman, que fue recibido con los brazos abiertos por nuestro muy constitucional y campechano Felipe VI, entre otras cosas porque vino a cerrar un contrato para la adquisición de cinco corbetas por valor de unos 2.000 millones de euros. Qué cosas tiene el dinero. España, un país donde se procesa y encarcela por terrorismo a una mujer que participó en una protesta durante la cual se cortó una carretera, se rinde ante el representante de una atroz dictadura conocida por sus oscuras relaciones con el terrorismo yihadista que ha asolado Oriente Medio y causado estragos también en otros muchos lugares, incluido el solar patrio. Para que luego digan que los días no se oscurecen cada vez más.
Y prueba de que lo hacen son ciertos sucesos que han tenido lugar al otro lado del Atlántico, concretamente en Brasil. El proceso contra el ex presidente Lula da Silva, primer mandatario encarcelado por corrupción en la Historia de aquel país, está repleto de hechos sin precedentes. En Brasil la corrupción está inscrita en el ADN de la clase política desde hace generaciones, es algo de dominio público y, lo verdaderamente insólito, sería encontrar a representantes electos sin una sola mácula en su expediente. Sabiendo esto sorprende bastante la extraordinaria celeridad con la que el juez Sérgio Moro se ha aprestado a enviar a prisión a Lula, más teniendo en cuenta que los procesos contra Michel Temer (presidente no electo desde agosto de 2016, tras el golpe que derrocó a Dilma Roussef) y otros políticos derechistas avanza a una velocidad que convierte en guepardos a los caracoles. En todo el asunto abundan las situaciones excepcionales. El propio juez Moro no ha ocultado en ningún momento su animadversión hacia el ex presidente del PT (Partido dos Trabalhadores), es este mismo juez quien dirige la investigación y juzga en primera instancia (cuando estas dos tareas normalmente están a cargo de magistrados distintos), sin existir sentencia firme Lula ha empezado a cumplir condena, la acusación contra éste se ha basado fundamentalmente en presunciones y acuerdos de delación... Y así podríamos alargarnos un rato más, lo cual muestra a las claras que se ha tratado de un juicio político contra una figura que tiene innumerables enemigos dentro y fuera de Brasil. Grandes empresarios y terratenientes han sumado fuerzas junto a otros elementos de la derecha más reaccionaria, que controlan en su mayor parte los medios de comunicación, y por supuesto también altos estamentos militares. Y en todo esto no debemos olvidar la larga y oscura mano norteamericana, ya que sería muy ingenuo pensar que el Departamento de Estado de Estados Unidos no ha tenido nada que ver en todo el proceso contra Lula. Washington lleva tiempo pidiendo su cabeza y también la de otros líderes petistas, ya que no está dispuesto a verlos de nuevo en el poder y prefiere a oligarcas corruptos como Temer, que por naturaleza se pliegan a sus designios.
Arriba mapa de lo que se conoce como "Nueva Ruta de la Seda", el gran proyecto geopolítico global de China para el siglo XXI. La extremadamente ambiciosa red de infraestructuras, que ya se está poniendo en marcha, irá encaminada a que el centro económico mundial pivote desde el eje atlántico (con Norteamérica a un lado y Europa occidental al otro) hacia el este de Asia, con China en su centro y la inestimable colaboración de Rusia. Supone una drástica reordenación del orden mundial, pues la red china se extendería incluso hasta América Latina, y esto evidentemente conlleva peligrosas tensiones a nivel internacional, puesto que Estados Unidos no parece dispuesto a ceder su supremacía tan fácilmente (Fuente: Estudios de política exterior). |
Éstas son la clase de cosas que frustran los delirios neo imperialistas de las élites ultra liberales occidentales, sobre todo viendo que la asociación chino-rusa en todos los ámbitos (político, económico y militar) parece más sólida que nunca. Y también son la clase de cosas que terminan exasperando a un niño grande como Donald Trump, que recientemente también ha reactivado la guerra económica contra China introduciendo aranceles a la importación de muchos de sus productos. Un niño grande que se rodea de perros rabiosos como Bolton y con capacidad para jugar irresponsablemente con armas nucleares. No hay nada más peligroso que un idiota armado, lo que es especialmente cierto cuando dicho idiota está al frente de una nación que no parece dispuesta a aceptar que un nuevo orden geopolítico está naciendo y sigue afincada en el sueño de su incontestable supremacía global. Esta especie de cerrazón, de idea obsesiva de que "o el mundo es mío o no es para nadie", explicaría en buena medida lo que está ocurriendo en Oriente Medio y otros puntos calientes del globo, así como la situación de confrontación creciente entre Occidente y las otras grandes potencias, China y Rusia. Hacer frente a cada una por separado es una cosa, enfrentarlas a las dos juntas otra por completo distinta e infinitamente más complicada. Esperemos que la ceguera no llegue hasta tal punto que nos encaminemos hacia un holocausto global.
Y en todo esto hay una última nota no menos preocupante. La oscuridad del belicismo y el retroceso en las libertades se cierne sobre Europa y Norteamérica, pero ni Rusia ni China son ni mucho menos un ejemplo de democracia y respeto a los derechos humanos, bien lo sabemos. Hasta ahora Occidente sí lo era y sería más que necesario recuperar ese espíritu ¿Dónde se encuentran las fuerzas de izquierdas para denunciar y salir a la calle masivamente para hacer frente a la militarización creciente y la escalada de tensión? ¿Dónde las movilizaciones para pararle los pies a la extrema derecha xenófoba y ultranacionalista, que parece empecinada en hacernos regresar a los oscuros tiempos del fascismo? Sólo las sociedades occidentales pueden solucionar sus propios problemas internos, plantar cara a la Sombra, no esperemos por ejemplo que los chinos vayan a hacerlo por nosotros. La única dirección posible en la que podemos avanzar, si es que no queremos amenazar la supervivencia de la civilización, es reforzar la democracia haciéndola mucho más participativa, reforzar también los derechos y libertades de todos, y apostar por la cooperación y no por la confrontación. Sólo así garantizaremos un futuro de progreso y paz que, al fin y al cabo, es lo que cualquier ser humano normal y corriente de cualquier parte del mundo desea.
Juan Nadie
Para saber más:
Llueve muerte sobre Damasco (El viejo Topo).
John Bolton y el fin del mundo (Ctxt).
La escalada de la tensión mundial es cada vez más preocupante (El espía digital).
Lula de Silva: los tribunales lo condenan, la Historia lo absolverá (Público).
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