El reciente ataque estadounidense contra la base aérea siria de al-Shayrat, en repuesta a un supuesto ataque químico perpetrado por las fuerzas de Damasco, parece inaugurar una nueva fase en el conflicto. Pero más allá de todo el ruido mediático, las manipulaciones y mentiras, resulta difícil averiguar si todo esto no ha sido más que un acto de simple postureo bélico por parte de la administración Trump.
1. Que resulta imposible verificar la autoría del presunto ataque químico, si es que este llegó a producirse en realidad, contra la población de Jan Sheijun el pasado 4 de abril y que se saldó con más de 80 víctimas mortales. Todo lo más la OMS puede afirmar que "cree que los afectados estuvieron expuestos a agentes tóxicos" (tal y como se deja ver en esta información de El Mundo), sin especificar qué clase de agentes eran exactamente. Los únicos testimonios que inculpan directamente a la aviación siria parten de los White Helmets (Cascos Blancos), una organización más que sospechosa de colaborar estrechamente con los yihadistas en las zonas que estos controlan y cuyo historial manipulador ya ha sido puesto antes en evidencia (ver el siguiente video de la periodista Eva Bartlett denunciando dichas manipulaciones). La ONU no se ha pronunciado al respecto y, dado que apenas sí hay fuentes de información independientes sobre el terreno, no existen pruebas concluyentes que permitan señalar a un culpable claro. Todo entra en el terreno de la especulación y, mientras tanto, Damasco niega rotundamente toda implicación en los hechos.
2. Que el régimen de al-Assad no tenía nada que ganar lanzando un ataque de estas características, por mucho que determinadas fuentes aseguren que tampoco tenía nada que perder. Sobre el terreno la situación le era favorable a las fuerzas del Ejército Árabe Sirio, que día tras día ganaban terreno frente a la oposición armada, básicamente las filiales de Al-Qaeda y el Daesh o, lo que es lo mismo, grupos terroristas en buena parte responsables de la devastación sufrida en el país. El apoyo militar ruso e iraní, más la suma de las milicias de Hezbolá, ha reforzado considerablemente la posición de Damasco y esta campaña de guerra convencional estaba cosechando sus frutos. En este contexto no tiene demasiado sentido lanzar un ataque químico aislado que, todo lo más, sólo sirve para cosechar una enérgica repulsa internacional. Sencillamente no resulta creíble que al-Assad y sus asesores hayan sido tan torpes, aunque siempre quedará un margen de duda. A todo esto no debemos olvidar que, en 2013, Siria firmó su adhesión a la Convención para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ). El año pasado un informe elevado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas certificaba que el régimen sirio había cumplido sus compromisos al respecto, aunque no descartaba que parte de ese arsenal químico pudiera haberse "extraviado". Por otro lado existen informes de 2015 sobre el uso de armas químicas por parte del Daesh (ver la siguiente noticia de La información), aunque sea en un formato ciertamente artesanal. Además, distintos expertos militares señalan que los arsenales químicos del ejército sirio estaban diseñados para ser disparados mediante obuses y otras piezas de artillería, no para ser arrojados por aviones de combate.
3. Que la Casa Blanca advirtió con tiempo suficiente a Moscú que iba a proceder a atacar la base aérea de al-Shayrat la madrugada del pasado 6 de abril, tal y como era preceptivo según el Memorándum para la Prevención de Incidentes Aéreos en Siria firmado por los dos países. De esta manera Estados Unidos se curaba en salud, asegurándose de que ningún miembro del personal militar ruso destacado en el país árabe pudiera verse afectado por el ataque. Semejante hecho hubiera sido una agresión directa contra Rusia sin provocación previa mediante, lo que habría complicado en extremo el escenario internacional. Del mismo modo es igualmente obvio que los rusos advirtieron a los sirios del inminente ataque, de manera tal que el aeródromo fue mayormente evacuado con tiempo suficiente, poniendo a salvo buena parte de los equipos y aviones operativos. De esta manera queda claro que todos los posibles afectados, población civil residente en las proximidades de la base incluida, sabían de antemano lo que iba a ocurrir y actuaron en consecuencia. Perdido el factor sorpresa la efectividad de todo ataque queda seriamente mermada.
4. Que, debido a lo anterior, el alcance de los daños producidos por los misiles crucero estadounidenses sobre el aeródromo fue ciertamente limitado, por no decir que su efectividad resultó ser sorprendentemente baja. Dado que los misiles BGM-109 Tomahawk no son precisamente unas armas rudimentarias e imprecisas, cabría preguntarse por el hecho, ya sobradamente contrastado, de que sólo menos de la mitad de los misiles disparados por los buques norteamericanos destacados en el Mediterráneo (como el USS Porter) alcanzaron al-Shayrat. Según parece de los 59 Tomahawk empleados únicamente 23 golpearon la base siria, por los que los 36 restantes (¡el 60%!) "desaparecieron" inexplicablemente. Que una de estas armas falle no es inusual, podrían haberlo hecho incluso dos o tres al mismo tiempo, pero un número tan increíblemente elevado hace sospechar que aquella madrugada sucedió algo que no nos han contado los principales medios de difusión. Pudiera ser que las defensas antiaéreas sirias, compuestas por sistemas S-300 entregados por Rusia, interceptaran gran parte de esos misiles. También pudiera ser que los sistemas de guerra electrónica desplegados por los rusos en Siria anularan los controles de guía de los Tomahawk y estos sencillamente se perdieron sin poder alcanzar su objetivo. Sea como fuere los que sí impactaron lo hicieron sobre una base mayormente vacía y en la que sólo quedaban unos cuantos aviones que no estaban en servicio y, por ello, incapaces de volar. Tal y como se puede ver en el siguiente video colgado en YouTube, los periodistas rusos de la agencia Rutply (que evidentemente muestran lo que les interesa) visitaron al-Shayrat el día siguiente del ataque para comprobar el alcance de los daños. La pista principal quedó intacta, sólo algunos hangares resultaron dañados, lo mismo que varios depósitos de combustible y equipos de radar, además de las dependencias destinadas a alojar al personal de la base. A esto hay que añadir los aviones destruidos que, como ya se ha indicado, estaban fuera de servicio o inutilizados. Visto lo visto, nada que no pueda ser reconstruido o sustituido con rapidez. En cuanto al balance de bajas también es bastante modesto, 6 militares sirios y una decena de civiles como "víctimas colaterales". Los propios periodistas constataron que el aeródromo ya estaba perfectamente operativo ese mismo día, hecho del que también informaron medios como Al Jazeera.
5. Que, como consecuencia del ataque, Estados Unidos lo va a tener mucho más difícil a la hora de saber por dónde anda el personal ruso en Siria, lo que multiplicará exponencialmente el riesgo de incidentes muy serios si se toman decisiones unilaterales. La irritación del Kremlin, fingida o no, ha sido evidente y esto ha sido aprovechado por Vladimir Putin para suspender el memorándum para la prevención de incidentes aéreos. Al cortarse, al menos momentáneamente, todas las líneas de comunicación entre Moscú y Washington en ese sentido, la cosa se complica a la hora de emprender acciones de forma unilateral como, por ejemplo, lanzar un ataque con misiles contra territorio sirio. Si los rusos no informan de sus actividades sobre el terreno, ni tampoco de las actividades de sus efectivos aéreos, Estados Unidos debe recurrir a otras fuentes más imprecisas. Sus satélites y servicios de inteligencia pueden suplir esa función, pero con un peligrosísimo margen de error. Se trata sin duda de una medida de presión por parte de Rusia, aunque aquí parece que todos están jugando con fuego ¿Se arriesgará Trump a un incidente que involucre a fuerzas estadounidenses y rusas en Siria? ¿Merece la pena correr el riesgo con tal de derrocar a al-Assad? Y al contrario ¿No estará Moscú forzando en exceso la situación y aumentando innecesariamente el riesgo de un conflicto de mucha mayor envergadura?
Arriba una de las escasas imágenes de los efectos del bombardeo estadounidense sobre la ciudad de Mosul (Irak) efectuado a finales del pasado marzo. Distintas fuentes aseguran que dicho ataque causó alrededor de 230 víctimas civiles, hecho que, al contrario que el ataque "químico" contra Jan Sheijun, no tuvo excesiva repercusión en los medios occidentales.
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¿Qué podemos deducir de todo lo anterior? Básicamente que, partiendo de un ataque que no pilló desprevenidos a los sirios y que tampoco causó estragos importantes, seguramente estemos ante una acción meramente propagandística y de carácter simbólico. A lo largo de los últimos días se han podido escuchar opiniones para todos los gustos respecto a estos hechos. Unas vienen a decir que Estados Unidos se estaría preparando para una escalada en Siria y que, debido a ello, al-Assad tendría los días contados. Otras insisten en la debilidad de Trump a nivel interno, asediado a derecha e izquierda por los numerosos y poderosos representantes políticos del establishment, lo que muchos han venido a llamar el "Estado Profundo" estadounidense. Debido a dicha debilidad el inquilino de la Casa Blanca se habría visto obligado a congraciarse con estos sectores, realizando una acción en la línea de endurecer su postura respecto al régimen de Damasco y su gran protector ruso, si bien esto no implica necesariamente un cambio de postura. Y aún hay opiniones que sustentan que es el propio Trump el que se ha impuesto a sus adversarios políticos, enviándole de esta manera un "recadito" a Obama, y por extensión a todos aquellos que están en su contra, de que es perfectamente capaz de llegar si se lo propone allí donde éste nunca llegó.
Sea como fuere el ataque misilístico contra al-Shayrat parece tener mucho de postureo bélico, por llamarlo de alguna manera. La acción se orquestó para que tuviera un gran alcance mediático, con la debida cobertura informativa y fue naturalmente aprobada por todos los acólitos de Washington, que la calificaron de "proporcionada". El escenario había sido convenientemente preparado para poder justificar la enésima agresión unilateral estadounidense que viola flagrantemente el Derecho Internacional, algo a lo que estamos tan acostumbrados que ya ni tan siquiera nos parece escandaloso. Que, desde Occidente, la mayor parte de los medios de persuasión y los representantes políticos acusaran al régimen de al-Assad de haber empleado armas químicas contra civiles indefensos entraba dentro del guión establecido. Todo ello sin tener pruebas claras de que dicho ataque se haya producido en realidad, o cuanto menos que la aviación siria sea efectivamente su responsable. Eso poco importa, porque para eso los medios nos bombardearon (valga la cruel ironía) con las terribles imágenes de mujeres y niños asfixiándose bajo los efectos de emanaciones letales. Así el señor Trump vendió al mundo de forma televisada su golpe de efecto, la respuesta del mundo "civilizado" a la barbarie de al-Assad. La distorsión informativa ha continuado después, con representantes del Pentágono asegurando que han destruido o inutilizado el 20% de la aviación siria, otra puesta en escena propagandística para vender el éxito de la operación. Al fin y al cabo todo se trata de eso, de venderse al mundo una y otra vez, pues ya sabemos que los norteamericanos tienen una mentalidad muy comercial. Es necesario acudir a otras fuentes de información para descubrir, tal y como se ha comentado, que el ataque tuvo en realidad una eficacia muy baja.
A día de hoy resulta muy difícil desentrañar la evolución del conflicto sirio. El escenario es muy complejo y ha de enmarcarse en un enfrentamiento mayor que abarca toda la región, desde Libia hasta Afganistán. Pero podemos concluir varios aspectos que están muy claros. El primero de ellos es que muchas de las informaciones que nos llegan desde Siria o Irak están distorsionadas o son falsas, tal y como revela el periodista y corresponsal de guerra Karlos Zurutuza en este artículo del diario digital Público. También es muy cierto que otras informaciones reciben mucha menos cobertura porque muestran realidades incómodas, como los 230 civiles asesinados (muchos de ellos mujeres y niños) en Mosul por los bombardeos estadounidenses del pasado 23 de marzo (ver esta noticia de periodistas en español.com). Las armas empleadas son lo de menos, el hecho de que no fueran químicas no resta gravedad al asunto, por mucho que el empleo de estas últimas sea igualmente execrable. Un tercer aspecto es que, por muy criminal que pueda ser el régimen de al-Assad, lo que perjudica a sus tropas beneficia al terrorismo yihadista y lo hace más fuerte y peligroso. Eso lo sabe todo el mundo, Estados Unidos y sus aliados los primeros, así que conocen perfectamente cuáles son las consecuencias de sus acciones. Todo esto da para dudar seriamente de su compromiso en la lucha contra el terrorismo, por defender la paz y la estabilidad en la región y, muy especialmente, por esa defensa de las libertades y los derechos humanos que a menudo se enarbolan como valores que Occidente exporta al resto del mundo. Nada de eso parece entrar en la ecuación siria, un ensangrentado tablero de ajedrez donde las grandes potencias se juegan el destino del mundo.
Artículo escrito por: El Segador
Para saber más:
Lo que se les escapa a muchas personas sobre el ataque de EE.UU contra Siria. El misterio de los Tomahawks "desaparecidos" (El espía digital).
La guerra de Trump (Rebelión).
El último tuit de Trump (ATTAC).
Donald Trump impone su autoridad a sus aliados (Red Voltaire).
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