Obama en cifras

El balance de gobierno del presidente estadounidense saliente bien podría resumirse en un conjunto de datos empíricos acerca de lo que ha supuesto su mandato. Éste es Obama reducido a cifras.


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       La "normalidad" democrática de los Estados Unidos se escenifica esta semana con la toma de posesión del nuevo presidente salido de las urnas el pasado noviembre, el señor Donald Trump. Demasiado es lo que se ha hablado acerca del próximo inquilino de la Casa Blanca, de su retórica grosera, racista, machista y xenófoba, además de su ideario marcadamente ultra conservador. Tanto es así que medio mundo anda especialmente preocupado de lo que pueda hacer este sujeto una vez acomodado en el poder, que tampoco está demasiado claro. De esta manera los medios no paran de confrontar la imagen del presidente entrante con la del saliente, el señor Barack Obama. Una de las dos imágenes se nos suele presentar como positiva y otra más bien como negativa, creo que no hace falta decir quién es quién. Así tenemos al presidente "bueno" (que simboliza las ideas progresistas, el hecho de ser el primer afroamericano en ocupar la presidencia, elegante, educado y dialogante) enfrentado al presidente "malo" (que presumiblemente representa todo lo contrario). No se trata desde luego de elogiar a Trump, especialmente porque todavía no se ha puesto manos a la obra y no se puede hacer ninguna clase de balance acerca de su gobierno. Sin embargo eso sí lo podemos hacer con Obama después de ocho largos años como líder de la gran superpotencia mundial. Aquí se muestra en cifras lo que ha supuesto su mandato.

1. Más de 2,8 millones de deportados, el mayor índice de inmigrantes expulsados en toda la Historia de los Estados Unidos. En los últimos tiempos ha venido siendo habitual en las manifestaciones pro inmigración efectuadas por la comunidad latina ver pancartas con el rostro de Obama, en las que se podía leer deporter in chief, "deportador en jefe". Y es que no es para menos, ya que el presidente saliente ha batido el récord de deportaciones de inmigrantes indocumentados, superando a todos sus predecesores. A lo largo de los últimos 30 años, desde Reagan en adelante, el aumento de las deportaciones ha sido una constante en la política migratoria estadounidense, si bien esto también se explicaba por el incremento constante de extranjeros que, cada año, entraban de forma ilegal en el país.

Gráfico de deportados desde 2000 
Como se observa en la gráfica las expulsiones fueron aumentando de forma lenta pero constante a lo largo de los últimos tres lustros, pero son especialmente significativos los incrementos a partir de 2008, cuando Obama subió al poder. Y lo son todavía más cuando descubrimos que, desde que comenzó el nuevo siglo, la cifra de indocumentados en Estados Unidos se ha mantenido más o menos constante en torno a los 11 millones. George W. Bush expulsó durante su mandato a algo más de dos millones de inmigrantes, pero Obama le ha superado en casi un millón de personas más, ya que sólo en 2015 (último año de cifras oficiales publicadas) las deportaciones se aproximaron al medio millón. A la luz de los datos no se puede afirmar que, con sus políticas, Obama se haya mostrado como el amigo de las minorías y los extranjeros.

2. La desigualdad ha alcanzado unos niveles similares a los de 1929, la época de la Gran Depresión. Aquel ha pasado a la Historia como un tiempo de penurias y terribles dificultades para las clases trabajadoras norteamericanas. Podemos pensar que se aprendió de los errores del pasado, pero nada más lejos de la realidad. En estos momentos 0,1% más rico de la población del país (unas 160.000 personas) concentra cerca de la cuarta parte de la riqueza nacional, lo que viene a significar que toca a repartir el 75% restante entre ese otro 99,9% de la ciudadanía. Son cifras comparables a las existentes cuando estalló la crisis del 29. Todo esto es muy significativo, especialmente porque en 1978 (durante la presidencia Carter) esta súper élite concentraba "únicamente" el 7% de dicha riqueza
¿Qué ha sucedido? Básicamente que la contra revolución neoliberal iniciada en tiempos de Reagan ha invertido la tendencia habida desde después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la riqueza se redistribuía mejor a través de las rentas del trabajo, al financiarizar la economía, deslocalizar industrias a terceros países e implementar políticas desreguladoras que sólo favorecían a las élites. Esto ha sido una constante en todas las presidencias habidas desde los años 80, muy comprometidas con el extremismo neoliberal, y Obama no ha sido una excepción. Llegó a la Casa Blanca prometiendo firmeza contra los desmanes financieros que condujeron a la crisis de 2008, así como un ambicioso programa social, pero todas sus actuaciones en ese sentido han sido más bien tímidas (en parte también porque el control republicano de las cámaras de representantes lo maniataba a la hora de hacer reformas).
Mientras tanto la pobreza no ha dejado de aumentar desde 2007, concretamente un 2,3%, dejando una cifra en 2014 de casi 47 millones de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza en Estados Unidos. Por si esto fuera poco, también desde 2007, los ingresos medios anuales de las familias trabajadoras también se han reducido en un 6,5%. Una erosión constante de poder adquisitivo que, evidentemente, no sufren los más ricos.

nsa3. Yes we scan, el espionaje masivo a través de la NSA. El escándalo salió a la luz en 2013, gracias a las revelaciones efectuadas por Edward Snowden, que había trabajado como analista de datos para la NSA, la oscura agencia de seguridad nacional estadounidense. Dicha revelaciones indicaban que la recolección indiscriminada y masiva de metadatos (a través de Internet, llamadas efectuadas desde móviles, etc.) había sido una práctica más que habitual, el elemento central de una nueva forma de espionaje. Y cuando hablamos de indiscriminada queremos decir que no se hacía distinción alguna entre enemigos y aliados, ciudadanos estadounidenses o extranjeros, personas corrientes o grandes dignatarios. Básicamente se espiaba todo y a todo el mundo, algo de lo que el inquilino de la Casa Blanca tenía pleno conocimiento. De hecho Obama sólo reculó en esta política de espionaje debido a las presiones, tanto a nivel interno como internacionales, que recibió cuando se supo de la magnitud de semejante conspiración.
Los datos abruman. Valga como ejemplo los 60 millones de llamadas telefónicas interceptadas en España por el programa PRISM sólo entre diciembre de 2012 y enero de 2013. Y eso que se supone que nuestro gobierno es un vasallo sumiso de Estados Unidos. Si ampliamos para abarcar el verdadero alcance de esta red de vigilancia global tenemos que, en 2012, era capaz de recopilar unos 5.000 millones de registros de metadatos, procedentes de llamadas de teléfonos móviles de todo el mundo, en un solo día (¡más de 27 terabytes de información en siete meses!). Nadie quedaba fuera del alcance de este sistema y Obama era el último eslabón de su cadena.

4. Más gasto militar, más despliegues y más muertes. Desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 el gasto militar estadounidense, dividido entre presupuesto base y gasto en operaciones exteriores, ha ido experimentando una escalada muy notable. La administración Obama no ha sido una excepción, tal y como se muestra en este panel.

 

Como se puede observar los techos de gasto se alcanzaron entre 2008 y 2012, en plena era Obama, con un gasto en operaciones en el exterior que estuvo siempre muy por encima de los 100 mil millones de dólares, algo que sólo se había dado en los dos últimos años del mandato de George W. Bush. También vemos que 2010 y 2011 son años de récords presupuestarios con un gasto militar próximo a los 700 mil millones de dólares. Después dicho gasto se ha ido reduciendo, pero con un significativo repunte en 2016 del presupuesto base, tal vez a causa del aumento de las tensiones con Rusia y China (si bien el gasto militar norteamericano es muy superior al de estos dos países juntos). Y en esto hay que tener en cuenta que sólo tratamos con los datos publicados, y oficialmente reconocidos, por la Secretaría de Defensa, ya que no aparecen reflejados otros cuya cuantía nos es desconocida. Hablamos, claro está, de los presupuestos asignados a operaciones encubiertas e Inteligencia.
Todos estos incrementos han ido parejos a un creciente despliegue de fuerzas estadounidenses por todo el mundo. Según el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR por sus siglas en inglés) las fuerzas especiales de Estados Unidos han pasado de estar desplegadas en 60 países en 2009 a estarlo en 138 en 2016, el mayor despliegue de estas características en toda la Historia. En estos años Obama ha ordenado ataques contra Siria, Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Yemen y Somalia, todos dentro del mundo musulmán, haciendo un uso masivo de drones asesinos como arma de alta tecnología y muy largo alcance en esta guerra global. Contrariamente a lo que se ha dicho los ataques con drones, vendidos en la mayoría de medios como una herramienta selectiva en la lucha contra el terrorismo, han alcanzado colateralmente a gran cantidad de civiles, especialmente en Afganistán, Pakistán y Yemen. Hasta la fecha la administración Obama sólo ha reconocido la muerte de 116 civiles en este tipo de operaciones. Sin embargo investigadores independientes, como Micah Zenko (especializado en la materia), cifran el número total de muertes por ataques de dron en cerca de 4.700, de las que casi 500 serían de civiles. Otros informes son muchísimo más demoledores, como éste publicado en el portal The Intercept (Man hunting in the Hindu Kush), que aseguraría por ejemplo que, en una serie de operaciones llevadas a cabo en Afganistán entre finales de 2012 y principios de 2013, de las 200 personas asesinadas mediante drones sólo 35 eran objetivos "terroristas" inicialmente marcados. Por último hay que tener en cuenta que, de las más de 600 operaciones de esta naturaleza realizadas desde 2004, la inmensa mayoría (578) se efectuaron bajo el mandato de Obama.

5. El Imperio del Caos y la doctrina del soft power. Las intervenciones militares directas propias de la era Bush (hijo), entre las que destaca por encima de todo la invasión de Irak, concluyeron con un balance más bien negativo. Obama subió al poder prometiendo retirada de tropas y una política distinta. Y vaya que lo ha sido. La guerra directa se sustituyó por la intervención encubierta e indirecta, con más protagonismo de la CIA, que empleaba a países aliados, mercenarios y grupos armados de todo tipo para actuar sobre el terreno allí donde Estados Unidos no quería enviar a sus tropas. Esto se enmarca en la llamada doctrina del soft power, el "poder blando" (aunque de blando no tenga nada), y el patrocinio de las revoluciones "de colores" contra gobiernos y regímenes poco proclives a plegarse a los intereses norteamericanos. Desestabilización vía promoción de disturbios, actos de sabotaje, bloqueo económico, financiar y armar a todo tipo de organizaciones, incluso terroristas, y, en última instancia, encender la mecha de un conflicto armado en el que involucrar también a países vecinos. El "señor de las marionetas" moviendo los hilos en la sombra.
A lo largo de los últimos ocho años ha habido ejemplos muy significativos de lo que supone la política del soft power, implementada a través del Departamento de Estado por personajes siniestros como John Kerry y Hillary Clinton. A parte de la clásica injerencia estadounidense en América Latina, el golpe en Honduras o la mucho más reciente operación contra Dilma Rousseff en Brasil, tenemos otros casos mucho más sangrantes. La conocida como revolución del Euromaidán en Ucrania (noviembre 2013 - febrero 2014), que derrocó al presidente electo colocando en el poder a una junta golpista pro occidental, condujo al alzamiento de las regiones pro rusas del este y el sur, a la anexión de Crimea por parte de Rusia, y a una guerra abierta y todavía no resuelta en la región rebelde del Donbáss, que según la ONU se ha saldado con alrededor de 6.500 muertos (aunque podrían ser más del doble). Muchísimo peores sin embargo han sido los casos de Libia (sumida en el caos más absoluto desde que Gadafi fuera derrocado en 2011), donde se estima que el conflicto se ha cobrado más de 50.000 víctimas mortales, y la Guerra de Siria (convertida ya en un enfrentamiento global por la dominación geoestratégica entre las grandes potencias, con todas sus peligrosísimas derivaciones), que desde 2012 ha dejado el desolador saldo de cerca de medio millón de muertos y casi 5 millones de desplazados, lo que la convierte en la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Y eso sin contar por supuesto con la entrada en escena de sanguinarias macro entidades extremistas como el Daesh (Estado Islámico), surgido curiosamente en terreno iraquí, país que cuenta con presencia militar estadounidense desde hace más de una década. Este asunto daría para infinidad de entradas y análisis, por lo que para no extenderse recomiendo el libro Yihad made in USA (InvestingAction - 2014 -, recientemente publicado en español por la editorial El Viejo Topo), de Mohamed Hassan y Michel Collon, donde se ponen en evidencia las oscuras relaciones entre Washington y el terrorismo islamista, algo de lo que nunca se habla en los grandes medios de persuasión occidentales.

      En resumen, más extranjeros deportados, más pobreza y desigualdad, más concentración de riqueza en manos de unos pocos, más vigilancia ilegal en la Red y espionaje masivo de las telecomunicaciones, más despliegues de tropas y asesinatos (¿selectivos?) mediante drones, más inestabilidad a nivel mundial, más terrorismo, más guerras y refugiados que huyen de ellas y, para terminar de rematarlo, más tensión con Rusia y China (potencias nucleares, no lo olvidemos), en medio de bravuconadas militares como concentrar efectivos en las fronteras orientales de Europa o trasladar más buques de guerra al Mar de China Meridional. Mientras tanto el presidente saliente ni tan siquiera ha cerrado la prisión ilegal Guantánamo y mucho menos ha dado pasos efectivos en la lucha contra el cambio climático. Estas son las cifras de Barack Hussein Obama, un sujeto al que le regalaron un Nobel de la Paz cuando acababa de acceder al cargo y todavía no había hecho absolutamente nada. Visto lo visto el señor Donald Trump tendrá que esforzarse, en el peor sentido de la palabra, para superarlo.


Artículo escrito por: El Segador

  
       
Para saber más:

Estados Unidos: ¿se merece Barack Obama que lo llamen "deportador en jefe"? (BBC Mundo).
La desigualdad en EEUU aumenta casi a niveles de 1929 (El Confidencial).
Ingresos, pobreza y desigualdad en Estados Unidos: los últimos datos (Fronterad).
Revelaciones sobre la red de vigilancia mundial (Wikipedia).
Administración Trump y política de defensa de EE.UU (Estudios de política exterior).
La Inteligencia norteamericana reconoce en un informe el fin de la unipolaridad (Diario Octubre).
EE.UU reconoce hasta 116 muertes de civiles por sus dornes en la era Obama (Agencia EFE).
Las confesiones del criminal John Kerry (Red Voltaire).

 

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