La existencia de un ser supremo creador del Universo es algo difícilmente demostrable. Pero mezclando algo de imaginación con las últimas teorías físicas se abren posibilidades que hasta hace poco no existían.
¿Quién creó a quién? ¿Fueron los seres humanos los que crearon la idea de Dios o fue éste el que nos creó a nosotros junto con todo lo demás? A lo largo de generaciones esta cuestión ha sido abordada desde muy diversos ángulos como un tema fundamental, pues trata acerca de qué somos en realidad y de cuál es nuestro origen. Para un creyente plenamente convencido la respuesta está bien clara, la existencia de un ser supremo creador del Universo queda fuera de toda duda al tiempo que no resulta necesario buscar ningún tipo de explicación objetiva o racional, pues esa entidad trascendente se encuentra más allá de la capacidad de comprensión humana. Se trata pues de una opción personal, crees porque así te lo indica tu conciencia o tu visión del mundo y no necesitas de más argumentos para defender tu postura, si bien en esa actitud vital pueden haber influido todo tipo de factores (educación familiar, entorno cultural, formación, etc.). No obstante la pregunta fundamental sigue en el aire ¿Es posible aproximarse a la idea de Dios desde la ciencia y el pensamiento racional para demostrar su existencia o inexistencia? ¿Y si ese presunto ser supremo origen de todo procediera de un lugar que ni tan siquiera imaginamos? Puede parecer un ejercicio desbordante de fantasía, pero a la luz de las últimas teorías cosmológicas quizá no resulte algo tan disparatado.
Se puede pensar que la analogía del relojero es un argumento bastante bueno para demostrar la existencia de Dios, pero si profundizamos en esta cuestión en seguida surgen preguntas que es muy difícil responder. Podemos afirmar de entrada que sí existe un ser supremo y éste creó el Universo hace miles de millones de años, por lo que la conclusión lógica nos lleva a decir que dicha entidad existía previamente y, si hacemos caso a lo que nos dicen religiones como la cristiana, ha estado siempre ahí y lo seguirá haciendo porque no tiene principio ni fin. Dios es eterno, pero la eternidad es mucho tiempo, infinitamente más tiempo que la propia edad del Universo según las estimaciones de los astrofísicos, y esto nos lleva necesariamente a plantear una nueva pregunta. Si Dios ha existido desde siempre, ¿qué diablos estuvo haciendo durante los incontables eones que precedieron al instante en que provocó el Big Bang? ¿Estaba echando una cabezadita? ¿Se encontraba muy indeciso respecto a lo que quería hacer y por eso tardó tanto tiempo en ponerse manos a la obra? ¿Le daba pereza comenzar a crear el Universo porque sabía que resultaría una tarea agotadora? ¿Hizo otros universos antes y le salieron mal y no paró hasta que creó uno de su agrado? ¿O más bien estuvo viendo infinidad de tutoriales por el YouTube que le enseñaban cómo crear un universo? Puede también que simplemente pasara millones y millones de años sin hacer absolutamente nada, en el limbo, pero como todas las anteriores ésta es una cuestión que no tiene una respuesta lógica.
Volviendo a la analogía planteada por el bueno de William Paley recapacitemos acerca de eso de que cualquier objeto o ser medianamente complejo tiene que haber sido diseñado por algún tipo de inteligencia, pues no puede haber salido de la nada sin más. Sin embargo si seguimos con esta argumentación inevitablemente nos encontramos con que el creador también tiene que haber sido a su vez creado, puesto que él es en sí mucho más complejo que sus creaciones, lo que nos lleva a un plano superior de complejidad. De esta manera llegamos a Dios, que en última instancia ha creado todo lo que existe en el Universo y, claro está, él debe de ser por fuerza lo más complejo que podamos imaginar. He aquí el problema, la secuencia de creadores creados tiene que acabar en alguna parte y es ahí donde la analogía del relojero termina contradiciéndose a sí misma. El creador último sería el paradigma de la llamada "complejidad irreducible", la entidad más sublime y sofisticada de todas y, al mismo tiempo, algo que no ha sido creado ni procede de otro ser anterior, siendo infinitamente complejo de por sí. Sin embargo todos los descubrimientos científicos realizados hasta la fecha indican que la complejidad irreducible no existe. Un ser complejo, como por ejemplo un organismo pluricelular como un animal, es el resultado de un proceso evolutivo que se ha prolongado durante millones de años, las formas más simples dan lugar a otras más complejas. Es un fenómeno acumulativo y el resultado de infinidad de aportaciones a lo largo del tiempo, sumadas a la selección natural, termina creando diseños tan extraordinarios como el ojo compuesto de un insecto, la trompa de un elefante, el ala de un ave o el cerebro humano. Hasta en la estructura fundamental del propio Universo lo sofisticado procede de lo simple. Existen decenas de elementos químicos (oxígeno, carbono, hierro, azufre, uranio, etc.), pero en un principio solo había uno, el hidrógeno, el más elemental de todos ellos. Los restantes fueron creados o bien mediante fusión termonuclear en los núcleos de las estrellas, que no son más que inmensas masas incandescentes de hidrógeno, o bien como consecuencia de las supernovas al finalizar su vida éstas. En un escenario como éste resulta muy difícil encajar la figura de un creador último más complejo que el propio Universo y que existiera con anterioridad al mismo, es algo que parece contradecir toda lógica y el asunto queda, una vez más, sin respuesta posible.
Aunque tal vez si exista una respuesta, si bien una nada convencional y que requiere un ejercicio de imaginación. Presuponiendo que el Universo tuvo un creador, obviamente un ente extremadamente complejo dadas sus fabulosas capacidades, hemos de suponer también que tuvo que proceder de alguna parte ¿Pero de dónde? Una posible respuesta es que ese ser provenga de otro universo u otra dimensión, un lugar completamente distinto a cualquier cosa que nosotros conozcamos y donde otros seres como él evolucionaron a lo largo de cientos de millones de años a partir de entidades más simples. Dichos seres se desarrollaron hasta convertirse en inteligencias asombrosas e infinitamente poderosas y, al menos uno de ellos, logró cruzar a través de un puente interdimensional escapando de su universo para crear el nuestro. Los motivos que tendría para hacer tal cosa quedan en el aire.
Representación artística de los universos brana
paralelos.
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Pero como he dicho anteriormente esto solo ha sido un ejercicio de imaginación. Hoy por hoy seguimos sin poder probar nada y las preguntas existenciales en torno a esta cuestión no tienen respuesta todavía. Podemos elucubrar sin parar, como yo he hecho al hablar sobre seres que vienen de otras dimensiones, pero los hechos probados son la única certeza que tenemos para afirmar lo que es cierto y lo que no lo es. Así me remito a otro conocido argumento, el de la navaja de Ockham, obra de otro pensador británico llamado Guillermo de Ockham (1280-1349). Dicho argumento nos dice que "en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta" ¿Y cuál es la explicación más sencilla acerca del origen del Universo? ¿Que se creó en el Big Bang y, con el paso de millones de años, se fue enfriando y expandiendo y así surgieron nubes de gas, estrellas, galaxias, planetas y todo lo demás? ¿O que todo eso fue creado en origen por una inteligencia infinitamente compleja que existía con anterioridad aunque no sabemos muy bien el porqué? Que cada cual extraiga sus propias conclusiones.
Artículo escrito por: el Segador
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ResponderEliminarhttp://los7ojos.com/los-archivos-de-lacerta-entrevista-con-un-reptiliano-real/
ResponderEliminarNo me convence pero tengo que abstenerme a la evidencia, este Dios o lo que sea es un Deísmo frío o un Cosmicismo al estilo de H.P Lovecraft, pero parece que este tipo Dios es diferente al que propuso Frank Tipler en su Punto Omega. No va mal encaminado el autor del Blog con su título, muy acertado.
ResponderEliminarhttp://hplusmagazine.com/2011/01/18/is-god-an-alien-mathematician/