World Trade Center ¿Una demolición controlada?

Las conclusiones que expongo a continuación, todo y que bien podrían encajar dentro de un típica teoría de la conspiración, proceden de informes realizados por expertos en base a hechos documentados y científicamente contrastados ¿Qué vienen a decir? Pues que el colapso de los edificios del World Trade Center la fatídica fecha del 11 de septiembre de 2001, pudo deberse a una demolición controlada efectuada mediante explosivos.


Monografias.com
Esta instantánea recoge los instantes previos al hundimiento
de la Torre Sur. Aparece resaltado el detalle de unas extrañas
nubes de polvo surgiendo desde un nivel inferior al lugar del
impacto del avión. Curiosamente guardan similitud con las
explosiones controladas que se efectúan en la demolición de
un edificio (Fuente: archivos de la NBC en monografias.com).
     Recientemente se ha conmemorado el 15 aniversario de lo que todos conocemos como 11-S, el atentado contra el World Trade Center (a partir de ahora WTC) de la ciudad de Nueva York, considerado el mayor y más espectacular ataque terrorista de la Historia. Todos hemos visto miles de veces aquellas sobrecogedoras imágenes que recorrieron el mundo y nos mantuvieron pegados a los televisores durante horas para tratar de discernir qué estaba ocurriendo en medio de tanta confusión. Los 767 impactando contra las torres, los enormes boquetes y los incendios que provocaron, las impresionantes nubes de humo negro elevándose sobre el paisaje de Manhattan, el sobrecogedor momento del desplome de los edificios, las inmensas y terroríficas nubes de polvo gris devorándolo todo a su paso, el pánico y el desconcierto de quienes vivieron el suceso, el caos, los heridos, los muertos... Asimismo también sabemos de la explicación oficial de los hechos. Miembros de la organización terrorista Al Qaeda secuestraron y tomaron el control de los aviones que posteriormente estrellaron contra las torres Norte y Sur del WTC (así como el que supuestamente se estrelló también contra el Pentágono en Washington, hecho en el que no nos centraremos), lo que desencadenó la fatídica secuencia de acontecimientos que concluyó en la ya sobradamente conocida catástrofe.

      Los informes oficiales que buscan explicar por qué las torres Norte y Sur, así como la conocida como Torre 7 o WTC7 (un edificio menor que se desplomó horas más tarde de que lo hicieran los dos rascacielos principales del complejo), se derrumbaron por completo hasta quedar reducidas a poco más que polvo y escombros en su mayor parte de pequeño tamaño, parecen concluyentes. Así lo zanjaron la Comisión del 11-S, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA) y el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) en las investigaciones que se realizaron posteriormente a la tragedia. El impacto de las dos grandes aeronaves provocó severos daños en los edificios pero, sobre todo, los incendios alimentados por el combustible liberado debilitaron la estructura por sobrecalentamiento. Las enormes vigas de acero del núcleo central de las torres eran demasiado sólidas como para ceder, pero no así las de la celosía que constituía los forjados de cada planta. En las zonas de impacto estas estructuras terminaron cediendo y, a modo de efecto dominó, una planta se fue derrumbando sobre la inmediatamente inferior y así sucesivamente hasta destruir por completo las dos torres. A primera vista esta explicación parece impecable, especialmente si no estás muy versado en cuanto a diseño arquitectónico, Ingeniería de Estructuras y Física de Materiales (especialmente de aquellos que se utilizan en construcción, sus propiedades de resistencia a tensiones o frente al fuego, etc.). No obstante, debidamente analizadas por expertos en estas materias, dichas conclusiones no explican determinados hechos sobradamente constatados y que no encajan con la versión oficial. Todo ello ha llevado a diversos investigadores, como el profesor de Física Steven E. Jones (de la Brigham Young University), a formular una teoría alternativa. Ésta se conoce como la Teoría de la demolición controlada del WTC, que argumenta que los edificios se vinieron abajo porque previamente al 11-S se instalaron explosivos técnicos en su estructura para proceder a su demolición.

      Lo siguiente no son simples divagaciones conspiranoicas acerca de una posible implicación gubernamental (o cuanto menos de la CIA) en los atentados. Esas conclusiones las dejaremos para el lector. Tampoco nos perderemos en la miríada de vídeos o teorías de la conspiración de todo tipo que, en relación a los sucesos que nos ocupan, pululan por Internet. Vamos a centrarnos únicamente en una serie de hechos constatados, y científicamente demostrables, acerca del tipo de daños que produjo el impacto de los 767, la naturaleza de los incendios subsiguientes, la forma en cómo se desplomaron los edificios y las características físicas de los restos que quedaron después y que, a la luz de los datos disponibles, no encajan especialmente bien con la versión oficial. Más bien al contrario se alinearían más con la hipótesis de la demolición controlada, si bien ambas explicaciones tienen sus puntos fuertes y débiles. Repito que se trata de conclusiones establecidas tras análisis realizados por expertos en Arquitectura, Ingeniería de Estructuras y Física, no de teorías lanzadas alegremente por youtubers teóricos de la conspiración con escasos conocimientos científicos. He aquí los argumentos.

Primer argumento. Material fundido entre los escombros

estados unidos
Plumas de material incandescente como ésta fueron
observadas durante los incendios de las torres. Hay
diversas explicaciones, pero no se puede descartar
la existencia de acero fundido.
      Hay numerosos testimonios, así como fotografías y otras pruebas documentales (como el análisis de los restos que quedaron de las estructuras metálicas destruidas), que prueban que tras los derrumbes quedó una cantidad apreciable de material fundido a altas temperaturas enterrado bajo los escombros. Es más, ese material sobrecalentado y derretido permaneció así incluso durante semanas, mientras se mantenía protegido por los restos que tenía encima, llegando a formar pequeñas coladas (flujos incandescentes como los de la lava en las erupciones volcánicas). Así lo atestiguaron desde Sarah Atlas, una voluntaria de la Brigada de Salvamento Urbano de New Jersey (que acudió a la Zona Cero a las pocas horas de la tragedia), pasando por Greg Fuchek (que formó parte de los equipos que trabajaban en las tareas de desescombro), hasta el doctor Keith Eaton (un médico que también acudió al lugar integrado en los equipos de auxilio), entre otros muchos. A pesar de ello los informes del NIST aseguran que el acero de las estructuras de las torres no se fundió por efecto de las altas temperaturas provocadas por los incendios, puesto que no llegaron a ser lo suficientemente elevadas. Así que, ¿qué fue lo que vio toda aquella gente?

     Se podría argumentar que, como había gran cantidad de aluminio en los materiales que se emplearon para construir los rascacielos, fue ese metal derretido lo que observaron los numerosos testigos. El aluminio funde a una temperatura muy inferior a la del acero, concretamente sobre los 660º C, por lo que sí se pudo derretir en los violentos incendios que asolaron las plantas afectadas. Sin embargo el aluminio fundido no se muestra con un color rojo intenso o amarillo brillante, sino más bien mantiene un tono gris plata característico, especialmente a la luz del día. Las observaciones demuestran que el material incandescente que se encontraba entre las ruinas se mostraba al rojo vivo o incluso resplandecía en un amarillo brillante, características físicas sobradamente conocidas del hierro o el acero a temperaturas de fusión o muy próximas. Y claro, el acero estructural como el empleado en la construcción del WTC funde en torno a los 1.500º C. Se trata de una temperatura demasiado elevada para un incendio como el que se produjo en las torres aquel 11 de septiembre, que técnicamente se conoce como de llama difusa (donde el combustible y la materia oxidante no se encuentran mezclados antes de la ignición). Este tipo de fuegos son los que arden a menor temperatura, en las condiciones más extremas alcanzan en torno a los 650º C. Como hemos mencionado, en vista del abundante humo negro que escapaba de los rascacielos y la naturaleza de los materiales implicados queda claro que el tipo de incendio que afectó a las torres Norte y Sur era del tipo de llama difusa. Podemos pensar en el combustible de los aviones, que ardería muy violentamente y a altas temperaturas. Sin embargo el queroseno es una sustancia muy volátil que tiende a consumirse a gran velocidad cuando se quema, de manera tal que diversos informes aseguran que el combustible de los aparatos estrellados se consumiría muy rápido, posiblemente en 10 o 15 minutos, un tiempo más que insuficiente para elevar la temperatura por encima de los 1.000º C. Después sólo arderían los materiales de oficina y similares, de características ordinarias en cuanto a su poder calorífico, de manera que no es presumible una temperatura muy superior a los 600º C.

     Aun así parece probado que el acero se fundió e incluso hay evidencias de vaporización puntual en algunas estructuras (el punto de ebullición de hierro, componente principal de la aleación, se sitúa en torno a ¡los 2.750º C!) ¿Cómo se explican temperaturas tan elevadas? Las torres no ardieron completamente, sólo hubo fuegos en las plantas que recibieron los impactos y algunas que estaban más arriba, por lo que no estamos hablando de incendios de proporciones descomunales. Tampoco podemos hablar de un efecto de calentamiento cinético, a causa del derrumbe de los edificios y la posterior compresión de los escombros. Algo así no elevaría tanto la temperatura. No obstante existe una posible explicación que casa con la presencia de metal fundido, el uso de explosivos técnicos específicos para la demolición y que reaccionan generando temperaturas muy altas para así "cortar" el acero derritiéndolo. Uno de estos compuestos es la termita (sí, como ese insecto que come madera y vive en grandes colonias), muy utilizada junto con otros explosivos como el HMX (también conocido como octógeno) para demoler estructuras de acero. Como esta combinación de compuestos sí está diseñada para fundir metales a elevadas temperaturas, facilitando así después el derrumbe por gravedad, dar con la presencia de restos sobrecalentados o parcialmente derretidos entre los escombros resultantes no es algo inusual cuando se emplean. Resulta obvio que en el WTC había muchísimo acero que cortar y una de las formas más sencillas de hacerlo habría sido utilizar una combinación de explosivos como la mencionada. Ciertos testimonios recogidos aquel fatídico día, así como algunos documentos fotográficos, quizá apoyen esta idea. En los momentos previos al derrumbe de las torres se observó alguna clase de material incandescente goteando desde algunos puntos, las plumas ardientes llegaron a ser muy patentes en determinados casos, lo que podría encajar con el uso de termita.

Segundo argumento. Los edificios construidos con hormigón o acero nunca colapsan a causa de un incendio

     Habría que matizar que nunca colapsan aquellas estructuras que estén aceptablemente bien diseñadas y construidas, porque en caso contrario el fuego podría ser uno de los desencadenantes de un derrumbe al amplificar defectos constructivos. Es bastante dudoso que ese sea el caso de los edificios del WTC, cuya construcción concluyó entre los años 1971 y 1972 (con la salvedad de la Torre 7, que fue construida en 1983) y que por ello pasaron por todo tipo de vicisitudes durante sus tres décadas de existencia. Entre todas ellas destacamos el incendio de la planta número 11 de la Torre Norte (febrero de 1975) y el mucho más conocido atentado con bomba (febrero de 1993), que también afectó a la Torre Norte, y en el que se emplearon nada más y nada menos que 680 kilogramos de explosivo, abriendo un boquete desde los aparcamientos a lo largo de cinco subniveles. A pesar de los daños provocados por ambos sucesos, lo sucedido jamás comprometió la estabilidad del rascacielos.
En la imagen el ruinoso estado en el que quedó la torre
Windsor de Madrid tras el incendio que la arrasó en
2005. A pesar de ello se puede observar que el edificio
aguantó en pie.
      Es más que evidente que el ataque del 11-S fue extremadamente más grave que los dos eventos antes mencionados, pues el impacto de un avión de pasajeros contra un edificio provoca efectos devastadores. A pesar de ello los informes tanto del NIST como de la FEMA concluyeron que el núcleo central de cada una de las dos torres, compuesto por 47 enormes vigas de acero integradas en un sólido marco de 27x41 metros, no resultó fatalmente dañado al estrellarse los 767 porque, de haber sido así, el derrumbe hubiera sido prácticamente inmediato. Estamos hablando de estructuras lo suficientemente resistentes como para soportar agresiones de ese tipo, si bien podemos pensar que al quedar dañadas parcialmente se debilitaron y el fuego hizo el resto. Es cierto que el acero pierde la mitad de su resistencia estructural al alcanzar temperaturas de unos 680º C, algo que bien pudo suceder durante los incendios subsiguientes, pero tampoco durante demasiado tiempo y sólo en algunos puntos de las plantas afectadas. Pero incluso así el núcleo central podría haber resistido sin problemas. Lo habría hecho porque las torres fueron diseñadas para que sus elementos estructurales fueran capaces de soportar tensiones y sobresfuerzos equivalentes a cinco veces su capacidad nominal de carga (el peso medio que debe soportar un edificio con todos sus equipamientos, mobiliario, número máximo de ocupantes, etc.). Esto último es algo habitual en Arquitectura porque así lo dictan las normativas de seguridad, especialmente en edificios altos y esbeltos como los rascacielos, que sufren sobretensiones específicas provocadas por el efecto del viento. No obstante en un día sin apenas viento, como lo fue aquella mañana del 11 de septiembre, las estructuras no estaban sometidas a ningún esfuerzo adicional especialmente intenso, por lo que a causa de su sobredimensionamiento podrían haber aguantado perfectamente a pesar de haber sufrido daños e incluso teniendo en cuenta los efectos debilitadores de las altas temperaturas. Tampoco debemos olvidar que, como protección contra incendios, las vigas de los núcleos centrales contaban con revestimientos ignífugos. Es altamente improbable que, incluso después del impacto de los aviones, dichos revestimientos desaparecieran por completo desprotegiendo a las estructuras de los efectos del fuego.                                                       

     Con todo no se conocen precedentes de edificios construidos en acero y hormigón que hayan colapsado después de un incendio, ni tan siquiera aquellos que ardieron al completo sufriendo terribles desperfectos. Esto es algo que nunca había sucedido antes de 2001 y tampoco ha vuelto a suceder, porque arquitectos e ingenieros tienen en cuenta la amenaza del fuego en el diseño de estructuras seguras. Sin embargo todos pudimos ver cómo el 11-S no uno, sino tres enormes edificios, se vinieron completamente abajo supuestamente por los incendios que sufrieron como causa principal. Y no olvidemos que el tercero de ellos, el WTC7, no sufrió el impacto de ninguna aeronave. Demasiada casualidad y, ante evidencias de este tipo, una sana desconfianza resulta recomendable.

Tercer argumento. El extraño caso del WTC7

     Volvamos sobre el caso del colapso del WTC7, un edificio que se vino abajo unas siete horas después de que la primera de las torres principales se desplomara. Volvemos a reiterar que ningún avión se estrelló contra este rascacielos, por lo que la presunta causa de su colapso, algo en lo que extrañamente no se centraron especialmente ni la FEMA ni tampoco el NIST, fueron los desperfectos que sufrió por efecto de los derrumbes previos así como también los incendios que se desataron después. Resulta evidente que, si dos enormes torres se vinieron abajo justo al lado, el WTC7 tuvo que sufrir daños de algún tipo en su estructura. Pero estos daños sólo afectaron a una de las caras del edificio, allí donde se acumularon los escombros del WTC1 y WTC2, dejando prácticamente intacta el resto de la estructura. Como dato adicional es importante señalar que esta torre menor, de 47 plantas, también poseía un núcleo central de 24 columnas de acero más una estructura perimetral sustentada por otras 57 columnas. Los informes realizados para el NIST señalan que sólo tres de las columnas del núcleo resultaron dañadas, lo mismo que unas nueve perimetrales y todas en el mismo lado. Aparte de eso, todo y que hubo fuegos que se extendieron por distintos puntos del edificio, no fueron especialmente destructivos. Eso se puede comprobar fácilmente al contemplar imágenes previas al derrumbe del WTC7, que a pesar de todo se muestra relativamente intacto.

     Teniendo en cuenta todo lo anterior, ¿cómo explicar que el edificio colapsara de una forma perfectamente simétrica y casi idéntica a la de las dos torres principales? Los propios informes oficiales señalan que sufrió desperfectos parciales, que no ardió al completo y que, por supuesto, nada se estrelló contra el mismo. Aun así tenemos un desplome de idénticas características, el tercero y en un mismo día, algo sin precedentes. Las propias leyes de la Física nos dicen que esto es imposible. El WTC7 podría haberse desplomado, sí, pero nunca de la forma en como lo hizo. Si una parte de la estructura estaba dañada, lo lógico es que se hubiera producido un derrumbe parcial, dejando algunas partes del edificio en pie tal y como suele suceder en otros muchos casos. Pero bajo ninguna circunstancia se puede explicar que el rascacielos quedara pulverizado por completo. Es especialmente didáctico el siguiente vídeo colgado en YouTube (recomiendo detenerse un par de minutos a verlo con detenimiento), que muestra las asombrosas similitudes entre las demoliciones controladas y lo que le ocurrió al WTC7. Podemos darle muchas vueltas, pero para que un edificio así colapse en caída libre todas las vigas que lo sostienen han de ceder casi al mismo tiempo ¿Cómo? Una vez más el NIST culpó al fuego, todo y que la práctica totalidad de los incendios habían quedado extinguidos antes del derrumbe. A lo expuesto en el apartado anterior me remito. A día de hoy lo sucedido en el WTC7 sigue siendo el mayor de los misterios en relación al 11-S y las explicaciones oficiales parecen insuficientes.

Cuarto argumento. A vueltas con la dichosa Ley de la Gravedad

v
Imágenes de la torre sur desplomándose.
Se observa cómo el bloque superior se
inclina antes de desintegrarse en el aire.
Este fenómeno no casa con las
explicaciones oficiales del derrumbe.
     Todos hemos visto numerosas veces las espectaculares y escalofriantes imágenes de las torres del WTC viniéndose abajo. Después de estar tan familiarizados con ellas, ¿hay algo que nos llame especialmente la atención? Tan solo es cuestión de contar el tiempo que tardan en desaparecer por completo en medio de una inmensa nube de polvo, muy similar en ambos casos. Haciéndolo vemos que los dos rascacielos se derrumban en apenas diez segundos (el WTC7 lo hizo en poco más de seis). Fijándonos además en otros detalles, como los restos desprendidos del derrumbe que se proyectan hacia los lados, vemos como éstos acompañan a las propias torres en su proceso de caída libre, pues unas y otros se precipitan a velocidades muy similares ¿Cómo es esto posible?

     Tal y como se ha mencionado la explicación oficial argumenta que las torres colapsaron cuando las celosías de los forjados de las plantas afectadas cedieron a causa de los desperfectos sufridos y el fuego, cayendo unas sobre otras en una suerte de reacción en cadena que concluyó con el derrumbe total de los dos rascacielos. Sin embargo esta explicación no casa con el proceso de caída libre que vemos en las sobradamente conocidas imágenes de la catástrofe. Si el impacto de los restos de un forjado sobre el inmediatamente inferior provocaba el hundimiento de este último y así sucesivamente, lo lógico sería observar un ralentizamiento del derrumbe, especialmente al principio cuando la energía cinética de los restos que caen (y también su masa total) es menor. Es más, en los momentos iniciales del desplome de la Torre Sur el bloque compuesto por las plantas superiores rota y se inclina en su caída con respecto a la vertical, lo que habría generado un efecto palanca realmente brutal sobre el resto del edificio favoreciendo un desplome lateral. No fue eso lo que terminó sucediendo, ya que esa sección de la torre casi se desintegró por completo en su caída. Acto seguido el resto de la torre termina por desparecer entre las nubes de polvo. Una vez más lo sucedido puede encajar mucho mejor con un derrumbe controlado efectuado mediante explosivos que destruyeran las vigas de carga, para comparar es recomendable ver una vez más vídeos de edificios demolidos mediante esta técnica. Todo lo dicho es igualmente válido para el WTC7, otro edificio que, sospechosamente, también colapsó en caída libre. Sobra repetir que estamos hablando de tres casos únicos y los tres sucedieron el mismo día.

Quinto argumento. La antena de la Torre Norte

    Es este un detalle que puede parecer poco importante, pero que a ojos de un experto también revela ciertas cosas extrañas. En los vídeos e imágenes del hundimiento del WTC1 o Torre Norte vemos cómo la gran antena que lo coronaba se desploma lateralmente conforme se inicia el colapso. Es un suceso que se produjo en tan solo una fracción de segundo, pero lo primero que cede es la antena que luego se va hacia un lado ¿Nos indica algo esto? Sencillamente que los elementos que la sustentaban en su base se han venido abajo en primer lugar, cediendo el resto de la estructura después. Y para que eso ocurriera lo que se tendría que estar viniendo abajo inicialmente es el núcleo central y no los forjados, al contrario de lo que indicaron la FEMA y el NIST en sus informes. Como hemos dicho el sólido núcleo central de las torres y sus 47 vigas no sufrieron daños severos con el impacto de los 767, cedieron conforme cedían las celosías de los forjados, siempre según la versión oficial. Pero esto no cuadra con lo que vemos que le sucede a la antena de la Torre Norte, cuya caída evidencia que lo primero que está cediendo es precisamente el núcleo central. Nuevamente una demolición controlada podría explicar lo que se observa.

Sexto argumento. Edificios que se desintegran

En la imagen un edificio de talleres que se vino abajo
recientemente en Bangladesh. Los derrumbes accidentales
suelen dejar partes de la estructura intactas y los restos
que quedan son a menudo porciones de gran tamaño.
     Volviendo nuevamente sobre las imágenes de la tragedia, todos tenemos en la retina las sobrecogedoras nubes de polvo gris que invadieron los alrededores del WTC al colapsar las torres. Evidentemente en todo derrumbe se levantan grandes cantidades de polvo, pero lo que observamos en este caso en particular es que los rascacielos ya se estaban desintegrando mientras se desplomaban ¿Encaja esto con las explicaciones oficiales? Pudiera ser, pero el problema es que también existen otras posibilidades y la de la demolición controlada explica igualmente muy bien lo que se observó.

      En un derrumbe accidental no es habitual que los restos queden reducidos prácticamente a polvo y fragmentos menores, más bien al contrario casi siempre suele quedar alguna parte de la estructura en pie o, al menos, pueden observarse grandes porciones entre los escombros (partes de muros, losas de los forjados, pilares). Esto es así porque los colapsos por causas accidentales nunca suelen ser simétricos. No lo son porque aquello que los provoca muy rara vez afecta a todas las vigas de carga al unísono como cuando se efectúa una demolición usando explosivos. Muy difícilmente los terroristas que secuestraron los vuelos el 11-S podrían haber calculado la manera de provocar los daños necesarios como para que se produjera el mismo tipo de colapso en las dos torres (¿y lo del WTC7?) y atribuirlo todo al puro azar una vez más parece una explicación insuficiente. Para provocar un derrumbe de esas características hay que ser un especialista, ya que ello requiere tener un buen conocimiento de la estructura del edificio que se quiere derribar, dónde y cómo colocar las cargas y la forma en la que debe efectuarse la demolición para evitar que la construcción caiga de lado como un árbol al ser talado o se desplome de manera indebida. Quizá pueda parecer sencillo pero no lo es en absoluto. Y nuevamente volvemos a las imágenes de las torres deshaciéndose, literalmente, en el aire. Que ello se debiera a algo accidental no es físicamente imposible, pero el caso es que se podría explicar mucho mejor con una demolición controlada.

Séptimo argumento. Demasiadas casualidades improbables reunidas

      A modo de conclusión podemos recapitular todos los hechos constatados relacionándolos unos con otros en una secuencia de acontecimientos. Para ello leamos las declaraciones realizadas en 2005 por Kevin Ryan, directivo de Underwriters Laboratories (una consultoría de seguridad con sede en Northbrook, Illinois), que denunciaba la confluencia de no pocos hechos improbables.

      Si seguimos la "hipótesis principal" (del NIST), ¿cuál es la probabilidad de que el recubrimiento no inflamable se desprendiera justo en los lugares adecuados, incluso alejados del punto de impacto? En ausencia de datos experimentales, digamos una entre mil ¿Y cuál es la probabilidad de que mobiliario de oficina convergiera en puntos muy precisos para producir fuegos dirigidos y bien oxigenados? ¿Sería otra vez una entre mil? ¿Cuál es la probabilidad de que esos puntos se ablanden al unísono, y cedan de manera perfecta, en modo que la dudosa teoría del "desplome progresivo" pudiera nacer? Yo no me molestaría en estimarlo. Pero por último, sabiendo que centenares de incendios en edificios altos han ocurrido a lo largo de la historia, ¿cuál es la probabilidad de que los primeros tres ejemplos de desplomes a causa de incendios se produzcan el mismo día? Digamos que fuera una entre un millón. Considerando sólo algunos puntos ya estamos ante una probabilidad de una billonésima, aun usando estimaciones generosas y sin considerar realmente el tercer edificio (sin avión, sin combustible y de construcción distinta).

     Qué práctico que este resultado milagroso, combinado con otras sucesiones de acontecimientos igualmente improbables (ninguna intercepción de aviones secuestrados por parte del ejército, etc.), nos dé una razón para invadir las tierras de mayor importancia estratégica para la producción de petróleo y gas natural...               
 
     La lectura final e interpretación de los motivos es una opinión particular del propio Ryan, si bien son muchísimos los que comparten esta visión de una teoría de la conspiración. Yo por mi parte no me pronuncio, no es ese el fin de este artículo, sino más bien el de cuestionar las explicaciones oficiales cuando existen hipótesis que también encajan con lo sucedido. Dudar es un sano ejercicio de libertad de pensamiento.

Contra argumento ¿Pudo efectuarse en realidad una demolición de esas características?

      Visto lo visto técnicamente es perfectamente posible, cientos de grandes edificios son demolidos y reducidos a escombros en todo el mundo cada año. La demolición del WTC1 y WTC2 es muy inusual porque tendría que haberse efectuado colocando las cargas en las plantas altas, precisamente allá donde se estrellaron los aviones, y no en la base de las torres (que es lo que se hace normalmente). De todas formas los expertos coinciden en que, siempre y cuando las cargas dirigidas se instalaran en las vigas de carga, el resultado sería exactamente el mismo. Los rascacielos habrían colapsado más o menos tal y como lo hicieron.

      Sin embargo no es esta la cuestión. La dificultad del reto no estriba en que existieran los conocimientos y medios técnicos para hacer algo así, sino en cómo pudo realizarse sin levantar ningún tipo de sospechas. Incluso en un país como Estados Unidos el gremio de especialistas en grandes demoliciones de este tipo (altamente complejas) no es especialmente amplio. En esencia no hay demasiadas empresas que puedan realizarlas y no resultaría complicado localizar a sus trabajadores. Cabe la posibilidad de que equipos de ingenieros zapadores del ejército, actuando en misión secreta, hicieran el trabajo. Pero incluso así nos encontramos con un gran problema. Colocar cargas explosivas en todas las vigas de carga de tres grandes rascacielos como los del WTC requiere días de preparativos y trabajos previos. En todo ese tiempo un equipo más o menos numeroso tendría que haber estado moviéndose por los edificios subiendo y bajando todo tipo de material, abriendo boquetes en distintos puntos para llegar a los elementos estructurales, lanzando metros y metros de cableado, despejando despachos y otras estancias para poder trabajar, etc. En resumen, una actividad en extremo sospechosa en lugares a donde diariamente acudían miles de personas a sus respectivos puestos de trabajo (ya fueran ejecutivos, administrativos, comerciales, vigilantes de seguridad, conserjes o incluso personal de limpieza). Resulta difícil creer que nadie informara de actividades extrañas de este tipo, incluso aunque se efectuaran de noche, y luego no las relacionara con los hechos extremadamente traumáticos que acontecieron acto seguido ¿Estaban todos implicados en la conspiración? ¿Incluso aquellos que fallecieron o resultaron heridos? ¿Nadie sabía nada o se enteró de nada? Tampoco resulta demasiado creíble.

     Éste es sin duda el principal punto débil de la teoría de la demolición controlada del WTC. Una conspiración de semejantes características necesariamente ha de implicar a muchísima gente de todo tipo, no sólo personal del Gobierno o las Fuerzas Armadas, sino también gente que trabajara en el propio complejo y quién sabe cuántos más. Recientemente el profesor de Física de la Universidad de Oxford David Robert Grimes ha elaborado un interesante modelo matemático que pretende estimar cuánto tiempo podría mantenerse en secreto una conspiración en función del número de implicados en la misma (ver el siguiente artículo de la Agencia SINC). Resumiendo, cuanta más gente ande metida menos tiempo podrá mantenerse, porque tarde o temprano alguien termina "tirando de la manta", como habitualmente suele decirse. Ejemplo de ello es el caso de Edward Snowden y las escuchas masivas efectuadas por la NSA estadounidense mediante el programa PRISM. Es por eso que no puede afirmarse con rotundidad que una demolición controlada fuera la causa de la destrucción de los rascacielos del WTC, todo y que, como hemos visto, hay numerosos aspectos extraños o que no han sido lo suficientemente explicados y que inducen a sospechar que la versión oficial no nos cuenta toda la verdad. Pasados 15 años el 11-S todavía sigue envuelto en numerosos interrogantes.


N.S.B.L.D
    

Para saber más: 

¿Por qué se derrumbaron realmente los edificios del WTC?
15 years later: on the physics of high-rise building collpases (Steven Jones, Robert Korol, Anthony Szamboti and Ted Walter -Europhysicsnews -).
Teoría de la demolición controlada del World Trade Center (Wikipedia).

 

1 comentario:

  1. Wikipedia tiene ya un artículo al respecto. Se centra primordialmente en los autores de la teoría.

    https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_la_demolici%C3%B3n_controlada_del_World_Trade_Center

    Queda por hacer plausible la teoría en el sentido de por qué nadie se iba a tomar tantas molestias en que los edificios se vinieran abajo, cuando los impactos de los aviones ya habían causado el horrible daño principal.

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