¿La palabra negocio viene de negar el ocio?

Del ocio al negocio, se suele decir. Dos términos contrapuestos que implican la transición de aquello que se hace por placer a la obligación de trabajar para ganarse el sustento. Averiguar el origen de las palabras puede resultar un ejercicio muy interesante.

       La Etimología es, entre otras cosas, el estudio del origen de las palabras, que no es otra cosa que una búsqueda de cuál fue su significado originario. Y dicho significado no tiene por qué coincidir con el concepto que actualmente tenemos de ciertos términos, de hecho puede llegar a ser incluso muy distinto. Un caso curioso lo encontramos en las palabras "ocio" y "negocio", que no riman por casualidad. Los términos proceden, cómo no, del latín pero, ¿a qué no adivináis cuál es la palabra raíz y cuál la derivada? En efecto, en la Antigüedad el término otium, del que deriva la palabra ocio, designaba al tiempo que se dedicaba al reposo o a realizar tareas de las que no se esperaba recompensa alguna. Es decir, aquello que se hace por puro placer, para divertirse o cuando no te encuentras inmerso en ninguna obligación. El ocio, o encontrarse ocioso, no tenía ninguna connotación negativa aun cuando implicara no realizar tarea productiva alguna. Por contraposición surgía el término opuesto, nec otium, que se puede traducir como el "no ocio" o "sin ocio". Designa aquello que no es tiempo libre que se dedica a uno mismo o a lo que se desea, sino a la obligación de realizar determinadas tareas por la necesidad de obtener una recompensa a cambio, entiéndase por ejemplo dinero con el que poder cubrir tus necesidades y/o caprichos. En este contexto negocio es sinónimo de trabajo, ocupación, obligación, deber, tarea o empresa, siendo la derivación de este último término, que originalmente se asimilaba a los demás, la que ha llegado hasta nuestros días como concepto dominante. En la actualidad cuando oímos la expresión "tener un negocio" no consideramos que sea sinónimo a "tener un trabajo", son cosas muy distintas aun cuando ambas impliquen obligaciones.

        La asociación de las palabras ocio y negocio como términos contrapuestos parece bastante evidente dada su similitud, no obstante existen otros ejemplos igualmente curiosos y en los que la asociación de dos palabras relacionadas no resulta tan visible. Es el caso de los términos "ministro" y "maestro", que de entrada no parece que tengan nada que ver el uno con el otro. No resulta complicado realizar la consulta acerca del origen de estas palabras y, una vez más, nos topamos con el latín. Ministro deriva de la expresión minister que a su vez procede del término minus ter, que significa "menos que" o "por debajo de", aunque también se puede traducir como "al servicio de". Dicho significado implica un grado de subordinación del sujeto que es calificado como "ministro", alguien destinado a servir y a recibir órdenes de otros que están por encima de él, por regla general porque se trata de una persona sin demasiadas habilidades o conocimientos. Así ejercer ministerio no es otra cosa que dedicarse a una tarea de mera servidumbre.

        En oposición a ministro tenemos el término maestro, que deriva de la palabra magister o magis ter, que significa "por encima de" o "más que". El maestro es la autoridad, aquel que está al mando y al que los demás deben obediencia, ya que dadas sus capacidades y conocimientos es la persona más cualificada para ejercer el liderazgo e instruir al resto. El que ejerce magisterio es entonces aquel que alecciona, imparte conocimientos y ejerce su autoridad desde el sincero respeto que sus subordinados le tienen. El concepto de maestro ha resistido bastante bien el paso del tiempo pero, ¿qué decir del concepto de ministro? En este caso como el buen vino el paso de los años no ha hecho sino mejorar el significado de esta palabra, ¡y de qué manera! A día de hoy ser ministro no equivale ni mucho menos a ser un sirviente, más bien todo lo contrario, pues implica una posición de poder y privilegio. Otra cosa muy distinta es que nuestros "ministros" de la actualidad, como los de antaño, tal vez no sean las personas más capaces o con mayores conocimientos para desempeñar el cargo. Ahí quizá el significado original de la palabra no haya variado tanto si nos ponemos maliciosos, aunque esa es una cuestión distinta.

Grabado que muestra la tortura del
tripalium.
       Y para terminar con este breve repaso al curioso origen de determinadas palabras ocupémonos de un ejemplo que, a mi entender, resulta especialmente llamativo, la etimología de la palabra "trabajo" tanto en castellano como en inglés. Como los demás el término procede del latín, concretamente de la expresión tripalium, que literalmente significa "tres palos". En la Antigüedad el tripalium era un instrumento de tortura constituido por tres postes de madera a los que se amarraba a los esclavos o condenados para azotarlos o infligirles otro tipo de castigos corporales. De esta manera y por derivación el término tripaliare, de donde procede el verbo castellano "trabajar", era sinónimo de torturar o castigar, también de sufrir o padecer (1). La connotación negativa del término perduró y se asentó a lo largo de los siglos en el entorno cultural de la Europa latina, donde durante mucho tiempo se asoció la idea del trabajo con algo que implicaba padecimiento, que resultaba penoso y hasta incluso doloroso. De hecho estaba mal visto que los individuos pertenecientes a las clases pudientes realizaran trabajo alguno, esa era la condena a la que se veían forzados los siervos, la gente inferior y sin casta que no tenía más remedio que soportar el castigo si quería tener algo para llevarse a la boca. De hecho es imposible negar que esa visión sigue perdurando hoy en nosotros ¿Quién no se ha levantado más de una vez de la cama para ir a trabajar pensando que era casi como acudir a soportar un castigo? Hay ocasiones en las que solo se hace porque se es consciente de que no hay más remedio, aunque en verdad lo que deseas es estar en cualquier otro sitio.

        Pero si en nuestro idioma el término trabajo tiene este origen tan oscuro, algo muy diferente ocurre en el inglés. El verbo work, que significa trabajar, procede de un término del antiguo alto alemán, werc que, según parece, es una deformación del vocablo griego clásico ergon (1). En la Grecia antigua este término hacía referencia a la energía vital necesaria para realizar cualquier tipo de actividad, como por ejemplo caminar, nadar, practicar sexo, etc. Estamos ante una acepción en origen completamente distinta del concepto trabajo, pues aquí no hay connotación negativa alguna que lo asimile a un castigo o tormento, más bien es una muestra de vitalidad. Y una vez más la evolución de la palabra a lo largo de los siglos en el mundo anglosajón le ha dado una dimensión semántica por completo distinta. En la Inglaterra del medievo el término werk, la forma primitiva de work, designaba a toda obra humana o divina que evitaba las tentaciones de la inactividad (1). Esta visión del trabajo como algo positivo y provechoso que dignifica al individuo y da sentido a su existencia se enfatizó con la extensión de la ética protestante en esta parte de Europa, que hacía hincapié en la labor diaria como una forma de acercarnos a Dios y huir de los vicios y tentaciones mundanas. El concepto continuó evolucionando en las colonias norteamericanas, donde alcanzó la dimensión que actualmente tiene, el trabajo como eje central que permitió el extraordinario progreso material y económico de los Estados Unidos, la razón de ser de todo ciudadano de provecho. Como tantas otras cosas el significado de las palabras, su origen, dice mucho de la cultura que les ha dado forma.


                                                                                                              Artículo escrito por: El Segador


Notas

(1) Las palabras trabajar y trabajo en español peninsular e inglés americano: dos visiones cultural, etimológica y semánticamente diferentes (www.um.es).
      

No hay comentarios:

Deja un comentario Tu opinión interesa

Comentarios sujetos a criterios de moderación.