Alepo y las grandes mentiras de Occidente

Desinformación, manipulación y propaganda descarada han sido una constante en referencia a lo sucedido en Siria a lo largo de los últimos seis años. No mejor ejemplo de esto que Alepo, donde las grandes mentiras de Occidente han quedado al descubierto.


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Una imagen de la devastación sufrida en la ciudad
de Alepo.
       Toda guerra tiene múltiples frentes de batalla que no siempre han de encontrarse en primera línea de fuego. Todo y que muchas veces no le prestamos toda la atención que merece, el frente de la información y la propaganda, usado por los distintos contendientes para condicionar la opinión pública para así justificar los actos propios y condenar los del oponente, es uno de los más importantes. Serán muchos los que jamás vean la guerra con sus propios ojos, pero se formarán una opinión de lo que allí sucede a través de lo que le muestran los medios. De esta manera, llegada la hora de realizar determinadas acciones, la ciudadanía las aceptará por considerarlas, a pesar de todo, justas y necesarias. Ya lo vimos durante la invasión de Irak hace ya más de diez años, cuando se justificó lo injustificable so pretexto de intervenir para conjurar la amenaza de unas supuestas armas de destrucción masiva que jamás existieron. Con la guerra en Siria ha pasado exactamente lo mismo, hasta tal punto es así que ya resulta casi imposible discernir lo que es contra información y pura propaganda de lo que está sucediendo realmente. Se trata de un conflicto a escala regional pero de alcance global, con los grandes poderes geoestratégicos (Estados Unidos y sus satélites por un lado, Rusia y China más otros aliados como Irán por el otro) poniendo toda la carne en el asador para inclinar la balanza a su favor. La prologadísima y extremadamente sangrienta lucha por Alepo, así llamada por eso el Stalingrado sirio, ha resultado ser el máximo exponente de esta campaña de confusión y manipulación permanentes. En ella Occidente ha puesto en evidencia una vez más su hipocresía y sus miserias.
     
       La importancia de Alepo, capital de la provincia homónima, para la resolución del conflicto sirio es crucial. Antes de la guerra era la ciudad más poblada del país, con más de dos millones de habitantes, así como su capital económica. Centro neurálgico de Siria junto a Damasco, quien la controlara gozaría de una posición de fuerza a la hora de imponer sus intereses. Es por eso que los llamados "rebeldes" (inicialmente una caterva de grupos en absoluto unificados) se lanzaron a su asalto en 2012 contando con el apoyo militar, logístico y financiero de los regímenes feudales del Golfo Pérsico (Arabia Saudí y Qatar), Turquía, Israel, Estados Unidos, Reino Unido y Francia principalmente. Se nos decía que el sanguinario tirano Bashar al-Assad, que había reprimido salvajemente las protestas de la "Primavera Árabe" en su país, debía ser derrocado por esta "oposición" que supuestamente habría de traer la libertad y la democracia para el pueblo sirio. A saber, la patraña que siempre vienen a contarnos para derrocar un régimen contrario a los intereses occidentales e instaurar no se sabe muy bien qué. Lo vimos en Libia y todos sabemos cuáles han sido las consecuencias de dicha política. Esta vez Rusia y China, aliados de al-Assad por intereses propios, no volverían a picar y maniobraron intensamente para neutralizar la estrategia de Estados Unidos y sus aliados. La intervención rusa a partir de 2015, con una muy intensa campaña de bombardeos, se centró muy especialmente en enclaves estratégicos como Alepo, más que en otros controlados por el Daesh (Estado Islámico) como la ciudad de Raqqa, precisamente porque su control resultaba vital para el régimen de Damasco.

       Y es por eso también que, desde los medios de (des)información de Occidente, se nos ha estado vendiendo con insistencia que la encarnizada lucha de cuatro años por el control de esta gran ciudad enfrentaba a unos "rebeldes moderados" contra las despiadadas fuerzas de un régimen cuasi diabólico que debía ser destruido; como igualmente "malvada" era la atroz intervención rusa, cuyos aviones bombardeaban indiscriminadamente objetivos civiles. Nuevamente nos encontramos ante una retórica infantiloide, de "buenos" y "malos" como si estuviéramos en un cómic de superhéroes, que tanto se repite que ya parece normalizada. Será que las bombas de la OTAN nunca asesinan de manera indiscriminada, a lo mejor están programadas para no explotar cuando tienen un niño delante. ¿Quiénes son en realidad esos "moderados" que han estado atrincherados en el este de Alepo hasta que el cerco gubernamental no les ha dejado otra opción que la evacuación? Se otorgaba un excesivo protagonismo al ELS (Ejército Libre Sirio), supuestamente la rama insurgente de corte más democrático, y por ello principales benefactores de la masiva ayuda militar enviada por franceses, británicos y estadounidenses.

        Pero más allá de las más que tamizadas noticias referentes a Alepo, llegaban a cuentagotas otras informaciones que desmentían la versión "oficial" de Washington y sus aliados. En ellas todo parecía indicar que la mayor parte de la ayuda económica y militar brindada por Occidente no iba a parar a manos de ningún "moderado", sino que más bien terminaba en poder de organizaciones extremistas como el Frente al-Nusra, que después vino a llamarse Jabhat Fateh al Sham. Poco importa, uno y otro han sido las marcas de Al Qaeda en Siria, algo de lo que estaban bien informados tanto en la CIA como en el Pentágono (así como en Downing Street y en el Elíseo parisino). Pensar que no ha sido así es ser sumamente ingenuo. Se podía combatir, o simular que se combatía, contra el Estado Islámico, pero no se podía permitir que una ciudad como Alepo cayera por completo bajo el control de la fuerzas gubernamentales. Es por eso que los yihadistas han podido mantener durante tanto tiempo el control de los distritos orientales de la ciudad, manteniendo como rehenes a decenas de miles de civiles que han sido víctimas directas de su atroz reinado de terror (sharia incluída) e indirectas de las campañas de ataques aéreos. Si al-Assad triunfaba tendría bajo su control las cinco principales ciudades del país, sumando Damasco, Homs y Hama, controlando asimismo las áreas costeras y la "Siria fértil" (allí donde se concentra el grueso de la población que no ha huido a otros países) y empujando a mercenarios y terroristas extranjeros a las improductivas tierras desérticas interiores.
    
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Arriba mapa que muestra el despliegue de fuerzas navales extranjeras en torno al escenario sirio. Un simple vistazo de su
magnitud muestra muy a las claras la internacionalización del conflicto y los muchos intereses que hay en juego (Fuente:
focaliza la atención).
       De esta manera la batalla se libraba en muchos frentes y el (des)informativo era uno de los principales. Nos hablaban mucho de organizaciones supuestamente altruistas como los Cascos Blancos, vendidos por los medios de masas como ángeles salvadores que ayudaban a las víctimas más desvalidas de los salvajes y criminales ataques del régimen y la aviación rusa, rescatándolas de los escombros y atendiéndolas en dificilísimas condiciones para salvar sus vidas. También nos decían que eran unas de las pocas voces "independientes" que informaban directamente de las atrocidades que se cometían en el interior del asediado Alepo. Un análisis más profundo de quién es esta gente muestra que no son trigo limpio, a cuanto menos no tanto como nos decían. Está probado que los Cascos Blancos han recibido millones de dólares de financiación directa por parte de Estados Unidos, manipulan la información que filtran a los medios (como el caso de la famosa niña Aya, que aparece como víctima de los bombardeos en al menos tres localizaciones y fechas diferentes) y no son tan neutrales como se nos dice, pues han sido fotografiados junto a yihadistas, portando armas e incluso posando junto a soldados sirios abatidos. Lo mismo se puede decir del tan aclamado Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, tenido por muchos medios occidentales como una fuente fidedigna de información acerca del conflicto. Nuevamente si rascamos la superficie descubrimos que esta entidad tiene su sede en Londres, lugar un tanto alejado de los frentes de guerra sirios, y, mucho más sospechoso aún, está compuesta por una única persona, un exiliado sirio durante las primeras etapas del conflicto que para más inri podría estar generosamente financiado por el propio gobierno británico ¿Qué fiabilidad puede tener semejante fuente, que además dice nutrirse indirectamente de una red de presuntos informadores sobre el terreno? ¿Quiénes son en realidad dichos informadores? Todo el asunto no huele demasiado bien.     

       Con todo las exitosas ofensivas de las fuerzas de al-Assad a primeros de diciembre llevaron a los yihadistas a una situación insostenible en el este de Alepo. Pese a todos los esfuerzos la tentativa había fracasado y era necesario ocuparse de su evacuación y, por supuesto, su posterior reciclaje. En esto hemos visto otra vez más campaña de desinformación, si saber muy bien quién y por qué atacaba los convoyes civiles que abandonaban los desolados barrios orientales de la ciudad ¿Estarían tratando de ganar tiempo los terroristas con esta maniobra de distracción? ¿O más bien se atacaba los convoyes porque quienes iban en ellos eran yihadistas que trataban de escapar del cerco? Vimos también como las únicas víctimas de la tragedia, la población civil durante largo tiempo secuestrada en el este de Alepo, tardará mucho en recuperarse del trauma, ya que incluso ha terminado identificándose con sus captores asimilando sus consignas (ver El síndrome del este de Alepo). Las mentiras salen a relucir escapando a través de las descosidas costuras de la propaganda. Las mostró hará un par de semanas la periodista canadiense Eva Barlett, uno de los pocos informadores extranjeros que pudo acceder al interior de la ciudad en pleno combate. Su testimonio no tiene desperdicio. Y para terminar de rematar todo este despropósito el pasado 18 de diciembre salió a la luz, no en los grandes medios por supuesto, el arresto de diferentes oficiales militares extranjeros por parte de fuerzas gubernamentales al ser descubiertos ocultándose en un búnker yihadista en Alepo. La mayoría eran saudíes, pero entre ellos también estaban David Shlomo Aram (de Israel), Mutaz Kanoglu (de Turquía) y David Scott Winer (de Estados Unidos) ¿Qué diablos hacían estos oficiales entre tanto terrorista y sin ocultar lo más mínimo sus identidades? Resulta obvio que estaban infiltrados, pero es igualmente evidente a quién estaban apoyando y asesorando y a quién combatían.

      Una vez conquistada Alepo ahora toca reacomodar posiciones, tanto por parte de al-Assad y sus protectores (Rusia sobre todo), como por parte de quienes apostaron por su caída. Ahora parece que tanto Turquía como Qatar abandonan este último grupo ¿Qué va a hacer Occidente? Que continuará con su estrategia de manipulaciones y mentiras respecto a Siria parece bastante claro, pero no sabemos hasta dónde será capaz de llegar para continuar con su estrategia de "caos constructivo" y dominación neocolonial para el Medio Oriente. El asesinato del embajador ruso en Turquía el pasado 19 de diciembre tal vez indique por dónde van a ir los tiros (y nunca mejor dicho). No olvidemos que en sus brevísimos instantes de gloria el atacante invocó la suerte de Alepo, como si ésta hubiera sido el único crimen contra la humanidad cometido en la región en los últimos años. En este enfrentamiento global no hay buenos ni malos. O quizá sea mejor decir que tan solo hay potencias maquiavélicas luchando por la supremacía, un escenario donde los escrúpulos y las buenas intenciones están de más. Aunque una cosa está clara, después de tantos años de violencia y atrocidades Alepo puede respirar en paz.


Juan Nadie

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