La fascinante historia del hombre que le paró los pies al desierto

Yacouba Sawadogo es un humilde campesino de la región del Sahel que logró una hazaña asombrosa. Rescatando una antigua técnica, y con grandes dosis de tenacidad e ingenio, logró recuperar más de tres millones de hectáreas de las garras del desierto y convertirlas en terrenos fértiles y boscosos.


La increíble historia de Yacouba Sawadogo, el hombre que detuvo el avance del desierto
En la foto Yacouba Sawadogo.
      En la década de los años 70 del pasado siglo el Sahel, un cinturón árido que se encuentra justo al sur del desierto del Sahara, se enfrentaba a una crisis sin precedentes. La desertización avanzaba imparable y las arenas devoraban todo lo que encontraban a su paso, bosques, campos de cultivo y aldeas. Detener la invasión del desierto parecía una tarea imposible ¿Qué podían los hombres, sin lugar a dudas en parte responsables del proceso, frente al todopoderoso Sahara? Pero había un humilde campesino de las regiones más amenazadas de Burkina Faso que pensaba diferente, que creía posible frenar el avance del desierto. Muchos lo tomaron por un loco o incluso por un pobre idiota que no tenía la menor idea de lo que se hacía, pero Yacouba Sawadogo les demostraría que estaban equivocados, que los necios eran en realidad otros ¿Cómo lo logró?
   
       En 1974 Sawadogo, habitante de la región burkinesa de Gourga (en primera línea del frente de desertización del Sahel), decidió rescatar una antigua técnica usada en aquellas tierras tiempo atrás, pero adaptándola a la actualidad. Dicha técnica se denomina Zaï y, básicamente, consiste en cavar hoyos de unos veinte centímetros de profundidad y rellenarlos con compost vegetal y semillas mezclados con un poco de estiércol. Por extraño que parezca dichos hoyos actúan como un eficaz atrayente para las termitas, que acuden incluso desde largas distancias para instalarse en ellos. En África las termitas son unos importantísimos agentes regeneradores y conservadores de los suelos, al construir sus colonias subterráneas remueven inmensas cantidades de tierra, la oxigenan y favorecen su capacidad para retener humedad al eliminar de esta manera la costra superficial endurecida y salina que muchas veces se forma en los terrenos excesivamente áridos. Esto hace que los suelos sean capaces de albergar una comunidad microbiológica más rica y compleja, lo que redunda asimismo en un aumento de su fertilidad. Los resultados saltaron a la vista a los pocos años de que Sawadogo iniciara sus prácticas, los terrenos de cultivo así tratados duplicaron su productividad gracias a la presencia de las termitas.

      Los inicios de Sawadogo fueron modestos, unas pocas experiencias piloto a nivel local. Pero viendo la eficacia de sus métodos no tardó en trazar planes mucho más ambiciosos. Pronto comenzó a combinar el Zaï con técnicas de reforestación, plantar árboles en las zonas que se estaban recuperando para así preservar mayor cantidad de agua en los suelos, dar cobertura a otras especies vegetales que se desarrollarán a su sombra y atraer en última instancia a insectos, aves y otros animales salvajes que enriquecerían el naciente ecosistema agrícola-forestal que se estaba desarrollando. Sawadogo no erró en su previsiones y, cuatro décadas más tarde, tres millones de hectáreas que de otra manera se hubieran convertido en desierto, son ahora productivos terrenos de cultivo que se combinan con áreas boscosas incipientes que albergan a una variada fauna. Todo un ejemplo de gestión sostenible y uso de tecnologías apropiadas. Tanto es así que tanto la FAO como los gobiernos de toda el área del Sahel han puesto sus ojos en las técnicas empleadas por Sawadogo para aplicarlas como método para frenar las desertización. Para ahondar un poco más en la historia de este singular genio presento a continuación un vídeo en el que se resumen su logros.


                                                            


N.S.B.L.D



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