Tanto pensadores marxistas como el integrismo católico han visto en el Rotary, club al que pertenece el Papa Francisco I, una institución laicista y masona.
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Foto publicada por El País del entonces cardenal Bergoglio en el metro de Buenos Aires en 2008. En ella algunos ven el gesto masón de la mano escondida, asociado también a personajes históricos como Napoleón o Stalín. |
El club Rotary y la masonería
En Italia, donde la masonería estaba prohibida, la llegada del Rotary despertó numerosas sospechas, que tras su apariencia inocua adivinaban la conspiración hiramista. En 1928 los periódicos L´Osservatore romano y Tribuna pusieron sobre la mesa la cuestión de si el Rotary era una emanación masona. La respuesta del entonces presidente de los clubes italianos no se hizo esperar y en febrero de 1928 Felice Seghezza envía una carta a Tribuna protestando por unas acusaciones que estimaba difamatorias, falsas e infundadas. El 16 del mismo mes, Tribuna escribe lo siguiente: "la sección italiana del Rotary puede sentirse perfectamente libre de masonería y plenamente de acuerdo con el Régimen; pero esto no significa que el Rotary en otros lugares no sea distinto. Y si lo es, y otros lo afirman, no podemos ni debemos dejar de ignorarlo" .
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Antonio Gramsci. 1891-1937 |
El valor del testimonio de este pensador radica no sólo en su autoridad intelectual sino también en que Gramsci fue testigo de la incipiente implantación del Rotary en el viejo continente y de las tensiones políticas que esto generó. Así por ejemplo, el 16 de mayo de 1925, este diputado comunista intervino por primera y última vez en un parlamento italiano controlado ya por el fascismo. La cámara debatía el proyecto de ley contra las sociedades secretas. El político marxista defendía que la persecución jurídica de la masonería escondía otra de mayor calado político dirigida contra las organizaciones obreras. (5)
Persecución del rotarismo por la iglesia franquista
Por otro lado, para ciertos sectores ultraderechistas de la iglesia católica, como Opus Dei, Camino Catecumenal o Legionarios de Cristo, el Club Rotary y otros similares son una amenaza para la integridad de la identidad católica. Así valoran en general cualquier propuesta que, como se autoatribuye la masonería, trate de salvar las diferencias entre las distintas confesiones religiosas construyendo una hermandad basada en la tolerancia a la diferencia y en el diálogo interreligioso. Estas poderosas secciones del catolicismo, impulsadas por los últimos papas, suscribirían la visión que la iglesia pro franquista difundió sobre el Rotary y otras asociaciones a principios de siglo XX. Dicho esto, queda claro que la pertenencia de Bergoglio a este club no es aprobada por ciertos poderes fácticos que han gozado del apoyo incondicional de Roma desde Juan Pablo II.
En la Carta pastoral colectiva sobre el Rotary Club, emitida por la iglesia española en 1929, encabezada por el entonces obispo de León y apoyada por autoridades eclesiásticas de toda la geografía española, se advierte a los fieles que la pertenencia a asociaciones de este tipo no es compatible con la creencia en la verdadera fe católica. Se señala al rotarismo y a otras organizaciones similares como las responsables del "desarrollo de ciertas instituciones de carácter neutro" entre los católicos españoles, cuyo efecto a largo plazo podría conllevar la disolución de la fe romana. Se acusa al rotarismo de promover el laicismo, de negar la realeza social de Jesucristo, pero sobre todo de difundir un diálogo interreligioso que oculta la construcción de una moral civil universal orientada a superar las diferencias religiosas con vistas a consolidar una paz mundial. Para esta facción más reaccionaria de la iglesia católica, tras la faceta filantrópica del rotarismo se ocultaría una institución masónica o vinculada directa o indirectamente con la masonería internacional.
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El carismático Jose Maria Escrivá, fundador del Opus Dei |
Como sostiene el profesor Pont-Clemente (6), ligado al Rotary y catedrático de derecho financiero y tributario de la Universidad de Barcelona, en la terrible represión sufrida por los rotarios durante el franquismo no destacaban sólo los intereses del estado sino también la política del integrismo católico, respaldado por el espíritu reaccionario del Concilio Vaticano I.
La vigencia del espíritu de estos planteamientos en sectores actuales de la iglesia explica el rechazo que el Papa Francisco despierta entre algunos correligionarios. Si bien no podemos concluir que la pertenencia de Bergoglio al rotarismo lo convierta necesariamente en un masón, sí podemos afirmar que lo aleja de posiciones ultraconservadoras dentro de la iglesia católica. Asimismo, aunque la vinculación constatable de Francisco I al club Rotary no pruebe que sea masón, supondría sin embargo que algunos dentro de la iglesia así lo consideren. Sus gestos con el judaismo, su promoción de la cultura del encuentro o su nueva actitud frente a cuestiones como la orientación sexual o el aborto podrían llevar a pensar a algunos que el Papa simpatiza con la apuesta por una moral civil interrreligiosa, que representa un peligro temido por los defensores a ultranza de la integridad católica.
Luis B
Notas
(1) Pont Clemente, JF. La política anti-rotaria del franquismo. Rotary Club Barcelona Mar. 2008.
(2) Gramsci, A. Rotary Club y masonería en Compìlación de notas. Tomo IV. III. Americanismo y fordismo. Rotary Club, masonería y católicos. Pág 287.
(3) Gramsci, A. El club Rotary en op. cit. Pág. 319.
(4) Gramsci, A. El código moral rotariano en Compìlación de notas. Tomo IV. III. Americanismo y fordismo. Rotary Club, masonería y católicos. Pág. 319. Consulta una selección de las notas de Gramsci.
(5) Intervención de Antonio Gramsci en la cámara de diputados el 16 de mayo de 1925. PTS. Buenos Aires.2011.
(6)Pont Clemente. Op cit. p 7
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