¡Peligro inmatriculaciones!

El gobierno del Partido Popular, cómo no, permitirá que la Iglesia se apropie de la Mezquita de Córdoba por el procedimiento de la inmatriculación. Este monumento único, declarado Patrimonio de la Humanidad, pasará a ser propiedad exclusiva del clero.


           La Mezquita de Córdoba fue construida por los musulmanes cordobeses a lo largo de los siglos VIII, IX y X y es, junto con la Alhambra de Granada, el monumento más destacado de la arquitectura andalusí. En el año 1236 los castellanos tomaron la ciudad, con lo que la mezquita fue dedicada al culto cristiano y pasó a ser una catedral. A raíz de ello, entre los siglos XIII y XVI, hubo remodelaciones del templo original para añadir sucesivas capillas y un coro de arquitectura típicamente europea, con lo que el resultado final es una mezcla casi imposible entre dos estilos completamente distintos. Ya en aquellos tiempos hasta el mismísimo Carlos I, que lamentaría haber permitido la última de las remodelaciones, percibió la profanación con estas palabras: "...habéis destruido lo que era único en este mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes" (1). A pesar de todo la magnificencia de la mezquita todavía perdura y sigue siendo uno de los templos musulmanes (aunque sólo lo sea de nombre) más notables del planeta, algo que cualquier visitante que acuda a admirarla podrá comprobar en primera persona. Por ese motivo la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad, junto con todo el centro histórico cordobés, en 1984.
 
           Parece de sentido común que un monumento tan extraordinario, conocido y admirado en todo el mundo, y que recibe más de un millón de visitas al año, además de ser Patrimonio de la Humanidad como antes se ha indicado, sea declarado bien público, pues es un legado que los cordobeses de antaño nos dejaron a todos, no solo a los españoles, sino a toda la humanidad en su conjunto. La Mezquita de Córdoba forma parte de ese selecto club de obras inmortales que trascienden a la cultura que las creó y al fin original para el que fueron concebidas, como las pirámides de Gizeh en Egipto, el templo de Angkor en Camboya, la Gran Muralla china, el Coliseo de Roma o la propia Alhambra de Granada.

           Pues bien, eso no es lo que a buen seguro opinan ni el actual gobierno del Partido Popular, ni mucho menos la Iglesia Católica, ya que el primero se ha puesto de lado de la segunda en el proceso de inmatriculación del templo cordobés (2). De esta manera se culmina el proceso de apropiación iniciado por el obispado de Córdoba en 2006, cuando registraron la mezquita como propiedad mediante un trámite que únicamente les costó 30 euros (3). La cifra suena a risa, pero es más bien de escándalo dado lo que ha venido a significar dicho trámite. De esta manera la Iglesia consigue hacer suyo un monumento que debería ser de todos. Todo gracias a una ley franquista de 1946, ampliada por el gobierno de Aznar en 1998 para incluir también lugares de culto, que permite a las autoridades eclesiásticas actuar como si de notarios se tratase e inmatricular (registrar por primera vez y por supuesto como propia) toda propiedad cuya titularidad no esté claramente fijada. Es así como la Iglesia ha conseguido apropiarse de miles de inmuebles a lo largo y ancho del país durante décadas; sólo en Navarra ha logrado inmatricular más de un millar empleando este procedimiento. Sin embargo para la curia la Mezquita de Córdoba debe de ser el premio gordo, la decisión del Gobierno ratifica la apropiación de 2006 y asegura pingües beneficios para el obispado durante los años venideros. Tan solo es cuestión de hacer números viendo lo que cuesta una entrada al monumento (4). Teniendo en cuenta que lo visitan más de un millón de personas anualmente y que la entrada sencilla, que no incluye visita guiada, sale a 8 € (4 € los niños de 10 a 14 años y gratis los de menos edad), es sencillo entender el por qué del interés de la Iglesia por apropiarse de la mezquita.

          Estamos pues ante un hecho denunciable pero que, lamentablemente, no debería extrañarnos dado el país en que vivimos. La influencia de la Iglesia Católica en España sigue siendo inmensa por mucho que nos hayan vendido eso de que vivimos en un "Estado laico". De laico nada, católico hasta la médula y muy especialmente en las esferas de poder, Opus Dei mediante. Una formación política ultraconservadora como lo es el Partido Popular, está obviamente infestada de beatos recalcitrantes, con el ministro Gallardón como máximo exponente, y naturalmente tenderá a "barrer para casa", como suele decirse, siempre que tenga la oportunidad de hacerlo. Ahora anuncian la próxima eliminación del artículo 206 (el que otorga a la Iglesia tan singular poder notarial) con la reforma de la Ley Hipotecaria que todavía ha de pasar el largo trámite parlamentario; ya que para esto, por supuesto, no tienen prisas, aunque sí las tengan para imponer recortes a fuerza de decretos-ley. No obstante habrá que ver si dicha reforma tendrá carácter retroactivo y se podrán recuperar todas la propiedades que la Iglesia ha conseguido acumular, Mezquita de Córdoba incluida.

         Con sucesos como este queda bien claro que seguimos viviendo en un Estado católico porque las autoridades se empeñan en ello. Las ceremonias religiosas siguen presidiendo muchos actos oficiales e incluso cosas que no tienen nada que ver, como la cada vez más delirante costumbre de ofrecer el trofeo ganado en una competición por cualquier equipo deportivo (sea de la disciplina que sea) al santo patrón o virgen de la ciudad correspondiente. En ese caso me gustaría saber qué es lo que piensan ciertos jugadores extranjeros del equipo en cuestión, que no son pocos los juegan en nuestro país y no todos tienen porque ser católicos o ni tan siquiera religiosos, cuando se encuentran dentro de la iglesia o catedral presenciando el acto de ofrecer el trofeo a algo que no deja de ser más que una simple estatua. Por respeto no lo dirán, pero tal vez comenten para sus adentros: "¿de qué diablos va todo esto?" o "¿qué coño pinto yo aquí si soy judío/musulmán/protestante/ateo?". La indiferencia religiosa se extiende por toda España les guste o no a las autoridades, la Iglesia Católica es una institución rancia que cuenta entre sus filas con una nutrida proporción de personas de edad ya ciertamente avanzada cuya renovación resultará difícil. Es previsible que a medio o largo plazo pierda buena parte del peso que ahora tiene pero, como todo, los cambios son lentos y pueden tardar en llegar. Confiemos por el bien de todos que, en lo referente a la Mezquita de Córdoba, no se hagan esperar demasiado.


                                                                                                                                                  Juan Nadie                   




Notas
           

No hay comentarios:

Deja un comentario Tu opinión interesa

Comentarios sujetos a criterios de moderación.