Ortega y Gasset : defensa del pluralismo y la democracia en Europa.

Ortega y Gasset fue un pensador comprometido con la creación de una Europa política auténticamente democrática y plural. Su teoría del perspectivismo defendía la construcción de una sociedad fundamentada en el respeto a la conciencia individual, la libertad y el diálogo.


Ortega absorbió desde la infancia el ideario del liberalismo político burgués: la familia de su madre era propietaria del diario "El imparcial", dirigido por el padre del filósofo español. No es anecdótico recordar este dato biográfico pues como sucede a menudo la vida y el pensamiento de los seres humanos hunde sus raíces en las vivencias de la infancia y la tierna juventud.

Ya en su madurez, el pensamiento de Ortega refleja su firme apuesta por una sociedad plural y democrática que deje espacio vital a las distintas sensibilidades de los grupos sociales y los individuos. El vitalismo de Nietzsche y el existencialismo de Heidegger convencieron al pensador madrileño de que el individuo debe ser el punto de anclaje para organizar una convivencia colectiva centrada en la paz y en el respeto orgulloso de la diferencia.




Para Ortega la razón y la vida eran inseparables, y la vida humana era ante todo individual e intransferible. La vida de cada sujeto es su propia existencia, su irrepetible transcurrir en el tiempo en pos de un proyecto vital que, según su filosofía, debería construirse desde los propios deseos y aspiraciones más íntimas, libre de los dictados externos de la tradición, la familia o la escuela. La famosa sentencia "yo soy yo y mis circunstancias" refiere la insuperable accidentalidad de la vida humana, que discurre siempre en un marco histórico concreto frente al cual el individuo se encuentra en una lucha constante por preservar su identidad personal de la absorbente dinámica de la sociedad de masas.

El fundador de la Revista de Occidente entendía que la verdad emerge del punto de intersección de las distintas perspectivas individuales. Quizá por el notable influjo de la Teoría de la relatividad de Einstein, el perspectivismo orteguiano, llevado al terreno de la filosofía política, apostaba en la convulsa España de entonces por una defensa de la conciencia individual y la libertad del ser humano para decidir sobre su propia existencia. Según Ortega, el pensamiento humano refleja siempre un punto de vista individual de modo que la verdad sólo puede alcanzarse a través del diálogo que permite descubrir los puntos de encuentro entre los ciudadanos.

El diálogo es pues el único camino para lograr una verdad escurridiza, que va saltando de mente en mente, de perspectiva en perspectiva. Por ello las dictaduras, y en general toda forma de poder no basada en el diálogo, no sólo suponen una violación de los derechos de los individuos sino también un sacrificio de la verdad, necesariamente colectiva, para imponer la perspectiva parcial de aquellos que ejercen el poder.

Su defensa de la tolerancia y el pacifismo le acarreó problemas políticos durante los últimos años de la II República, el golpe militar y la dictadura franquista. La deriva de los acontecimientos y su pensamiento político despertaron enemistades en ambos bandos y Ortega se vio obligado a exiliarse, como otros intelectuales españoles. Aunque a partir de 1945 su presencia en España fue cada vez más frecuente, el régimen franquista le impidió recuperar su cátedra de metafísica y fue fuera de España, principalmente en Alemania, donde encontró el reconocimiento que merecía como pensador comprometido con la creación de una Europa política auténticamente democrática y plural


No hay comentarios:

Deja un comentario Tu opinión interesa

Comentarios sujetos a criterios de moderación.