¿Cuál es la droga más peligrosa?

Ésta es una pregunta que a buen seguro muchos nos hemos hecho alguna vez en la vida, pero para establecer un ranking de las drogas más dañinas y peligrosas es necesario abordar la problemática desde diversos ángulos. Es entonces cuando nos podemos llevar alguna que otra sorpresa.


        Que las drogas son perjudiciales para la salud y tienen un coste sanitario y social, es algo que está fuera de toda duda. Todos conocemos algún caso, ya sea de un familiar, un amigo o un conocido, que ha tenido problemas de adicción e incluso ha llegado a recibir tratamiento de desintoxicación. Nos guste o no el consumo de estupefacientes forma parte del modo de vida dentro de las sociedades modernas. El uso de determinadas sustancias ilegales, como por ejemplo la cocaína, está tan extendido que, a día de hoy, resultaría difícil encontrar algún entorno social en el que no hubiera nadie que la consumiera. La cocaína no conoce de barreras sociales, sexuales, políticas, religiosas o raciales. La consumen hombres y mujeres por igual; blancos, negros, árabes u orientales; los ejecutivos de las grandes empresas y los hijos de papá que heredarán suculentas fortunas; también los barrenderos, los taxistas y los marginados que malviven en los suburbios; así como las personas religiosas y las ateas, los que son de izquierdas y por supuesto también los de derechas. A la hora de intoxicarse no hay distinciones pero, ¿es la cocaína la más dañina de todas las drogas por ese motivo? ¿La que más problemas de salud provoca, aquella que está detrás de la mayor parte de los delitos que se comenten, de los ingresos en prisión o incluso del número de muertes?
     
       ¿Cómo establecer un listado con las diez o veinte drogas más peligrosas que existen en la actualidad? Una buena aproximación es emplear un criterio puramente médico, es decir, ordenarlas de menor a mayor grado de adicción, pues es ésta una de las principales causas que llevan a una persona a convertirse en consumidor habitual. Hace ya un tiempo, me ha sido imposible averiguar exactamente cuándo, la prestigiosa revista Health elaboró un ranking de estas características. La fuente la he obtenido de la página microsiervos.com (Las drogas más adictivas del planeta), en la que se recogen las 18 sustancias más peligrosas en ese sentido. El resultado del estudio, realizado para la citada publicación por una serie de expertos en la materia, es cuanto menos curioso y desafía ciertas ideas preconcebidas. En los primeros puestos de la lista encontramos sustancias bien conocidas por ser drogas especialmente dañinas, como el crack (cristales de cocaína altamente concentrada), que ocupa el número 3, o la metanfetamina (también conocida como "cristal"), que se aúpa al segundo puesto. No obstante otras drogas con fama de ser especialmente adictivas, como la cocaína bajo su forma más extendida (un granulado blanquecino que se fuma o esnifa) o la que probablemente sea la más maldita de todas las drogas, la heroína, se encuentran en posiciones mucho más retrasadas. Concretamente la primera ocupa el puesto número 11, mientras que la segunda solo consigue escalar hasta la novena posición.

        Más sorprendente aún es el puesto que ocupan ciertas sustancias que también son drogas pero que a menudo no las vemos como tales, puesto que su consumo y venta son perfectamente legales en no pocos países, cuando no forman parte de nuestra cultura desde tiempos inmemoriales. El caso paradigmático es el alcohol, que dentro de la lista elaborada por la revista Health ocupa el puesto número 8 entre las drogas más adictivas del mundo (¡por encima incluso de la heroína!). En este caso los expertos advierten que el consumo de alcohol es especialmente nocivo si se combina, aunque solo sea en pequeñas cantidades, con el de otros estupefacientes, algo que por desgracia es más que habitual. Si esto ya llama la atención, más lo hace que otras sustancias también legales ocupen posiciones todavía más altas en la lista. En el puesto número 5 encontramos por ejemplo el diazepam, más conocido por su nombre comercial, Valium. Ésta es una droga que se emplea como fármaco para tratar trastornos bipolares, depresivos y del sueño, pero cuyo potencial adictivo la hace especialmente peligrosa. Ni qué decir tiene que su consumo está más que extendido en nuestra sociedad y que, con la pertinente receta médica, se puede comprar sin problemas en cualquier farmacia. 

        Por último nos vamos al número uno, la sustancia más adictiva de entre las que habitualmente se consumen. Y nuevamente ahí nos encontramos con otra droga legal, el tabaco. La nicotina es el adictivo más potente de todos y cualquier fumador sabe lo extremadamente complicado que puede llegar ser desengancharse de los cigarrillos. En los últimos tiempos la percepción que se tiene del tabaco ha variado bastante, pero aún así fumar sigue siendo un hábito social bastante común y muchos adolescentes lo adquieren bien temprano. Después de todo, a pesar de las restricciones, cualquier persona mayor de edad puede ir al estanco más cercano o a cualquier otro establecimiento, como por ejemplo un bar, y adquirir sin más una cajetilla.

       Un apunte más respecto a este estudio. Drogas que en no pocas ocasiones se perciben como peligrosas, como el cannabis y el LSD (derivado del ácido lisérgico), se encuentran en posiciones bastante bajas dentro de la lista, 14 y 17 respectivamente. Más retrasadas incluso que la cafeína, la sustancia que podemos encontrar en nuestros cafés matinales o de sobremesa (y también en los refrescos de cola, no lo olvidemos), que ocupa el puesto número 12 entre las sustancias más adictivas (solo una posición por debajo de la cocaína).


Fuente: El País
        No obstante para poder elaborar un listado con la sustancias más nocivas debemos abordar su estudio desde diversos ámbitos. No solo médicos, sino también sociales, incluyendo el coste sanitario que a las arcas del Estado genera el consumo de drogas de una parte de la población; amén de otros peligros sociales (delincuencia, violencia doméstica, etc.). Otro estudio, publicado en 2007 por la también prestigiosa The Lancet, elabora esta vez un ranking teniendo en cuenta tres factores. En primer lugar el daño físico que el consumo de la sustancia en cuestión genera al organismo, en segundo lugar la dependencia, tanto física como psicológica, que provoca y, por último, los daños sociales que acarrea. La tabla resumen con las conclusiones que se presenta sobre este párrafo arroja resultados bastante reveladores. A primera vista las posiciones de las respectivas sustancias parecen "normalizarse" y la heroína y la cocaína ascienden a los puestos de honor como las dos drogas más dañinas. El cannabis escala unas pocas posiciones hasta situarse en el puesto número 11 y el LSD queda en el 14, mientras que el éxtasis retrocede casi a la cola. No obstante las drogas legales siguen ocupado posiciones bastante notables. El alcohol se sitúa en el número 5 a causa de los problemas de salud y la dependencia que provoca, así como por su coste social. Los barbitúricos, fármacos legales pero altamente nocivos que se emplean como sedantes y para tratar problemas de ansiedad, ocupan el tercer puesto únicamente por detrás de las cocaína y la heroína, mientras que las benzodiacepinas (la familia de compuestos a la que pertenece el Valium), se quedan en el número 7. En esta lista el tabaco queda relegado a la novena posición, por encima no obstante de otras muchas drogas ilegales.

        A la luz de estos estudios queda claro pues que las drogas que percibimos como más peligrosas son, ciertamente, algunas de las más nocivas. Sin embargo queda en el aire una pregunta ¿Por qué ciertas sustancias claramente dañinas siguen siendo legales y la percepción general es que no se las considera drogas, mientras que, por otro lado, otras con un nivel de peligrosidad menor continúan prohibidas? Visto lo visto no se pueden esgrimir razones objetivas ni tampoco argumentos científicos. Aquí entran en juego otras motivaciones e intereses, póngase el caso por ejemplo de los fármacos citados, casi siempre económicos y también políticos. Más que ningún otro y con una perspectiva global, el problema de las drogas se convierte en un asunto extremadamente complejo y de difícil solución. E indudablemente habremos de convivir con ellas durante mucho más tiempo.


                                                                                                                                             N.S.B.L.D                               




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