La creación del dinero por parte de los bancos comerciales y su puesta en circulación mediante el crédito se ilustra con el caso histórico del uso del papel-moneda en la Edad Media.
![]() |
Quentin Massys. El cambista y su mujer (1514)
Museo del Louvre. París. |
La mayoría de los ciudadanos pensamos que el dinero se crea
en los bancos centrales, esas instituciones financieras, vinculadas de modos
diversos con la autoridad política, que se encargan de inyectar liquidez en el
circuito económico. Sin embargo, la mayoría del dinero existente en una
economía se crea en los bancos comerciales, que imprimen en nuestras cuentas
una cifra determinada cuando pedimos un crédito. Estas entidades ponen en
circulación el dinero a través del mecanismo de la deuda y ese dinero lo crean
de la nada.
Veamos cómo funciona la creación simultánea de dinero y
deuda a través de un caso histórico.
Aunque la existencia de las prácticas del crédito, la
creación privada de moneda y el control de su introducción en el circuito
económico se remontan largo tiempo atrás (1), un antecedente histórico de los
bancos actuales y de la creación privada de dinero lo encontramos en los
orfebres del medioevo, principalmente en Italia. Comprender el mecanismo de la
creación de dinero exige que antes describamos cómo se certificaban los
depósitos bancarios.
Por su oficio, los artesanos de piedras preciosas tenían una
dilatada experiencia en custodiar metales valiosos y disponían en sus talleres
de medidas de seguridad específicas para salvaguardarlos del robo. Por ello,
según algunos historiadores, los antiguos orfebres cubrieron satisfactoriamente
la necesidad de protección que los comerciantes requerían para su excedente de
moneda o piezas valiosas.
Cuando un individuo confiaba sus monedas a un banquero,
recibía a cambio una certificación oficial sellada que detallaba la naturaleza
y el valor de lo depositado. Esa certificación o “billete de banco” era
convertible por monedas en ese mismo "banco" o en otro cualquiera que
reconociera el sello del emisor. Este sistema permitía a los comerciantes de
las ferias, que frecuentemente debían trasladarse de unas ciudades a otras,
emprender sus viajes minimizando en parte el peligro de ser asaltados.
Al ser canjeables por moneda metálica y estar
mayoritariamente emitidos al portador, (2) circunstancia ésta que permitía que
pasaran de mano en mano sin perjuicio para su canje por moneda, estos
certificados o billetes de banco terminaron por utilizarse como medio
de pago en las transacciones comerciales habituales, convirtiéndose así en
papel moneda. De este modo, en los mercados se podía adquirir bienes y
servicios con papel-moneda o con moneda metálica y recibir el cambio
indistintamente en uno u otra. Aunque esto pueda sorprendernos hoy en día,
entonces no era extraño utilizar distintas formas de pago, pues las economías
eran menos homogéneas que las actuales y en una misma zona coexistían el
trueque, el pago en especies, diversas monedas metálicas locales o papel moneda
sellado por diferentes bancos.
Diversas causas explican la aceptación de “los billetes de
banco” en las transacciones comerciales. En primer lugar, la gente los usaba en
sus compras y ventas porque confiaban en su validez: sabían que podían
cambiarlos por monedas metálicas siempre que quisieran simplemente acudiendo al
banco. En segundo lugar, resultaba más práctico y seguro transportar papel que
monedas metálicas y, por último, el uso de papel moneda o certificados de
depósitos bancarios agilizaba el comercio y suponía un ahorro económico.
¿Por qué pagar con certificados de depósito era más
eficiente y rentable que usar moneda metálica?
![]() |
Plaza del mercado de Nápoles. Domenico Gargiulo. |
Este creciente uso del papel-moneda iba a otorgar un nuevo
poder a los antiguos orfebres, convertidos en banqueros: ahora gran parte del
dinero usado en los mercados era el dinero que ellos emitían, el que ellos
creaban. Mientras las monedas de oro y plata emitidas por la autoridad política
o eclesiástica se acumulaban en los sótanos de los bancos, en las tiendas y
talleres, en los cofres y bolsillos, se instalaban las certificaciones selladas
por la banca.
El paso siguiente fue evidentemente la emisión de crédito en
billetes de banco. Anteriormente los bancos privados concedían créditos en
monedas metálicas con el sello de la autoridad monetaria emisora. El creador de
moneda y el prestamista eran agentes distintos. Esto restringía la capacidad de
los bancos para conceder créditos, puesto que dependían de la emisión de moneda
por parte de la autoridad y del total de las reservas en moneda metálica
acumulado en sus arcas a través del depósito de los ahorradores.
Sin embargo, cuando los certificados de depósitos o billetes
de banco ganaron peso y aceptación social como medio de pago, los bancos
conquistaron el privilegio de conceder créditos en el dinero que ellos mismos
creaban. Con ello el beneficio bancario y su poder económico-social comenzaron
a crecer vertiginosamente a golpe de papel y sello, al tiempo que la nobleza,
la iglesia y los poderes político-militares veían disminuir su poder exclusivo
sobre la creación del dinero. Los siglos venideros, y especialmente el
renacimiento, se caracterizarán por el ascenso lento pero constante de la clase
burguesa, la lucha de la nobleza y las monarquías por el monopolio de la
creación del dinero y la condena moral del crédito y la usura por parte de la
iglesia.
Luis B.
( Bajo las notas tenéis el documental El dinero es deuda.)
Notas
(1) Alexander del Mar. History of monetary systems.
A.M.Kelley. New York. 1978. Reprint.
Weatherford, Jack. La historia del
dinero. De la piedra arenisca al ciberespacio. Barcelona. 1998.
(2) Tortella Casares, Teresa. Los primeros billetes
españoles: las "cédulas" del Banco de San
Carlos (1782-1829). Madrid. 1997.
Tortella Casares,
Teresa, “El billete español en la Edad Contemporánea: Mucho más que
un medio de pago”, en VII Jornadas
Científicas sobre Documentación Contemporánea (1868-2008).
Madrid. 2008.
(3) A.P. Usher. The early history of deposit
banking in mediterranean Europe. Harvard.
University
Press.1943.
(4) Robert Noxon Toppan. Paper to the
Philadelphia Antiquarian Society. April. 1888.
No hay comentarios:
Deja un comentario Tu opinión interesa
Comentarios sujetos a criterios de moderación.