Minería urbana. La solución sostenible

En un mundo donde cada vez resulta más complicado dar con recursos naturales para satisfacer una demanda creciente, se hace necesario encontrar una solución sostenible a largo plazo. La minería urbana lleva la filosofía del reciclaje a su máxima expresión, al considerar nuestras ciudades (y cuanto hay en ellas) como valiosas fuentes de recursos.


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Los teléfonos móviles, por ejemplo, contienen
cantidades apreciables de elementos valiosos
como oro o "tierras raras". Convenientemente
reciclados pueden reaprovecharse sin problemas. 
        Una mina de cobre, estaño, hierro u oro, metales imprescindibles en nuestro mundo moderno, pues casi cualquier cosa que nos rodea los contiene. Una fuente de las llamadas "tierras raras", elementos no especialmente abundantes como el neodimio, el cerio, el lantano, el europio o el disprosio, que hoy día tienen numerosas aplicaciones tecnológicas (desde la fabricación de imanes de todo tipo, pasando por lámparas de descarga, hasta circuitos integrados). Incluso depósitos de carbón o petróleo, necesarios para la producción de plásticos y gran variedad de productos químicos. Cualquier emplazamiento del que se pueda extraer cualquiera de los recursos citados, o algún otro de gran interés, es sin duda increíblemente valioso y gobiernos y grandes corporaciones pugnarán por poder explotarlo. En el mundo de hoy los grandes proyectos extractivos, que a menudo redundan en impactos ambientales especialmente graves y afectan a las poblaciones locales, son fuente de controversia e incluso de conflicto allí donde se instalan. La fuerte oposición de los lugareños ante los proyectos de prospección petrolífera en aguas del archipiélago canario, en zonas costeras de las península del Peloponeso (Grecia) ante la inminente apertura de una gran mina de cobre o la resistencia de las comunidades indígenas de Alberta (Canadá) para así impedir la expansión de la minería de arenas asfálticas, son sólo algunos ejemplos de la clase de conflictos que genera esta implacable lucha global por el control de los recursos naturales. Ante este problema, ¿existe una solución que resulte sostenible a largo plazo y que además no sea fuente de rechazo? Es ahí donde entra un nuevo concepto que lleva la idea del reciclaje mucho más allá, el de la llamada minería urbana.

          El reciclaje a gran escala como eje central de una economía no es algo nuevo ni mucho menos, pues se lleva practicando desde hace tiempo en países en vías de desarrollo, más por mera necesidad que por compromiso medioambiental. Un ejemplo de esto último lo encontramos en los barrios más humildes de ciudades de la India como Delhi y Bombay, donde realmente existe toda una industria dedicada a recolectar, clasificar, desmontar, procesar y por ultimo reutilizar los elementos y componentes de todo tipo de aparatos electrónicos desechados (teléfonos móviles, ordenadores, televisores, aparatos de reproducción de vídeo, etc.), para así luego revenderlos a aquellos comerciantes que puedan estar interesados en ellos. Decenas de miles de personas viven gracias a esta industria del reciclaje surgida de la pobreza, chatarreros que, sin saberlo, han terminado convertidos en eficientes mineros urbanos que reutilizan casi hasta el último gramo de los materiales que caen en sus manos, prácticamente nada se desperdicia. Obviamente existen riesgos y problemas que vienen parejos a este tipo de actividad, se trabaja en condiciones insalubres y el propio proceso de reciclaje de componentes electrónicos genera emisiones que pueden ser altamente nocivas. No obstante, dado que muchas veces no tienen otro remedio ya que no existe otra fuente de ingresos, los recicladores aceptan el riesgo inherente a su modo de vida y, con el tiempo, han desarrollado una economía claramente descentralizada que se mueve gracias al esfuerzo de miles de pequeños talleres y trabajadores autónomos. La consecuencia inmediata es un altamente equilibrado reparto de la riqueza que genera la propia industria del reciclaje.

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          La idea de ser un chatarrero que se dedica a registrar entre la basura, para sacar algo de dinero con lo que puedas encontrar, no resulta atractiva para casi nadie en una sociedad como la nuestra. Sin embargo esta es la idea base que se encuentra detrás de la minería urbana, reciclar todos los materiales que nuestra civilización desecha, incluso hasta los de la construcción, para extraer de ellos los mismos recursos que obtenemos de la Naturaleza y que tanto codiciamos. Desde esta perspectiva las ciudades se convierten en minas en extremo productivas de las que extraer hierro, acero, cobre, zinc, materias plásticas, áridos para la obtención de hormigones, metales preciosos y pesados y, por supuesto, todos los elementos necesarios para la industria de las altas tecnologías (silicio, antimonio, neodimio y muchos otros). Y, aunque de entrada no pueda parecerlo, las ciudades son una fuente de todos estos recursos infinitamente más rica que las más productivas minas "naturales" que jamás hayan existido. Sí, nuestras urbes como asombrosas minas polivalentes donde podemos encontrar todos estos metales y materias, no sólo reunidos, sino también en grandes cantidades. Un estudio de la compañía nipona Yokohama Metal, dedicada precisamente al reciclaje a gran escala, indica que de una tonelada de viejos teléfonos móviles ya retirados de su uso se pueden extraer hasta 150 gramos de oro, mientras que las mejores minas de la actualidad únicamente pueden producir unos 5 gramos del preciado metal por cada tonelada de roca procesada. Las diferencias saltan a la vista, una montaña de móviles escacharrados que ya casi nadie quiere es en realidad ¡una mina de oro 30 veces más productiva que las vetas naturales consideradas más valiosas! Tan solo es cuestión de saber aprovechar eficientemente esa fuente de un metal tan codiciado que, además, contiene otros muchos compuestos reutilizables, como las ya citadas "tierras raras". Un dato, diariamente se reemplazan en el mundo unos 250 millones de teléfonos móviles (ver ¿Aún piensas que no es rentable reciclar móviles?), de los que 130 millones se tiran directamente a la basura sin reaprovechar de manera efectiva sus componentes ¿Alguien no ve un clamoroso e irracional despilfarro de recursos en todo esto?

          Vivimos en un mundo en el que la basura no deja de aumentar y ya podemos encontrarla por todas partes. Nuestros residuos alcanzan todos los rincones del planeta y se acumulan en cantidades verdaderamente inimaginables. Prueba de ello es la llamada Gran Mancha de basura del Pacífico, una concentración flotante compuesta principalmente por restos de plásticos con casi un millón y medio de kilómetros cuadrados de extensión que se mantiene estancada en medio del mayor de los océanos por efecto de las corrientes. Sólo hay que imaginar la cantidad de petróleo y otros recursos consumidos para fabricar tantísimas toneladas de algo que ha terminado flotando sin aprovechamiento alguno. No es cuestión de falta de conocimientos, de tecnología o de medios económicos. Únicamente es cuestión de concienciación social y de voluntad política, de cambiar de un modelo productivo rapaz, despilfarrador e ineficiente, a otro mucho más racionalizado y respetuoso con el entorno. De esta manera evitaremos la destrucción de los pocos entornos naturales todavía prístinos que resisten a nuestra ansia por abastecernos de todas esas materias que precisamos para mantener en marcha nuestra civilización, preservándolos para la posteridad. Porque en realidad no necesitamos destruirlos. La montaña de cascotes de un bloque de pisos que acaba de ser demolido, la chatarra en la que terminan convertidos los vehículos retirados, los muchos neumáticos que asimismo dejan atrás, todos esos ordenadores, televisores, cámaras de fotos, electrodomésticos y piezas de maquinaria que ha quedado obsoleta. Todas esas cosas pueden adoptar una nueva forma a partir de sus componentes, iniciando así un ciclo sin fin que emularía a su manera a los que tienen lugar en la Naturaleza. Sencillamente tarde o temprano no quedará otro remedio así que, cuanto antes nos hagamos a la idea, mucho mejor.


N.S.B.L.D

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