¿Fantasía o realidad? ¿Se trata una vez más de teoría de la conspiración o hay algo de cierto en la tesis que afirma la naturaleza privada de algunos bancos centrales de capital importancia, como el BCE o la Reserva Federal?
Economistas de
prestigio internacional como Vicenç Navarro, catedrático de ciencias políticas en las Universidades John
Hopkins y Pompeu Fabra, afirma sin tapujos que el BCE funciona de
facto como un lobby de la banca, una entidad al servicio de intereses privados, y no como un banco central
controlado por la autoridad pública.
Entre las razones de las que
deduce tan desconcertante afirmación destaca el hecho de que este organismo rehúsa emprender políticas monetarias favorables a la mayoría de la ciudadanía
para superar la crisis. Por el contrario, opta por un planteamiento monetario y
fiscal que protege los intereses del poder financiero y agrava la brecha
social, aumentando con ello el poder de las élites europeas. (1)
En el caso de la FED,
la literatura sobre la naturaleza privada de esta institución es abundante,
pero cuesta encontrar autoridades de la talla de Vicenç Navarro, uno de los
científicos sociales más citados en artículos académicos. Sin embargo, existen
estudios que merecen especial atención, como Web of debt o The lost science of
money, relativamente recientes y de reconocimiento creciente en los círculos
académicos abiertos a propuestas más allá del paradigma oficial y dominante.
Si atendemos a su
retrato de la Reserva Federal, ésta sería una institución privada presentada, sin embargo, a
la opinión pública como el banco central de los Estados Unidos. En Web of Debt,
Ellen Hodgson sostiene que no solo es privada sino que además, por no cotizar si quiera en bolsa, su control recae exclusivamente en un consorcio de bancos privados, los mayores de
los cuales son Citibank y J.P. Morgan Chase Company. (2)
Aunque cabría albergar dudas razonables sobre algunas fuentes consultadas por Ellen Hodsong y aunque la FED se autodeclara una entidad pública, lo cierto es que el acto
fundacional de la misma despierta, como mínimo, ciertas sospechas. El lugar fue
Jekyll Island, propiedad de la banca J.P. Morgan ubicada en la costa de
Georgia, y el año 1910, tres años después del pánico bancario que angustió al
pueblo americano y que según algunos sirvió a los intereses de las élites financieras, deseosas de poner en marcha una entidad financiera con control sobre el conjunto de la economía y el flujo monetario (3).
La organización del evento recayó en la figura de senador
Nelson Aldrich, impulsor público de un proyecto para crear un banco central, pero también asociado a la banca Morgan y suegro
de John D. Rockefeller Jr (4). Aunque aquel, desde el partido republicano, fomentó la creación de la Reserva
Federal, no todos en el congreso apoyaban su propuesta, incluidos miembros de
la oposición y del propio grupo de Aldrich, conocido como “el senador de Wall
Street” y considerado por diversos estudiosos un lobista de la banca de la
época. (5)
La financiación para la
organización del evento se atribuye, según Hodgson (6), al alemán Paul Warburg,
socio de la banca Kuhn- Loeb & Co, vinculada al imperio financiero de la
saga de banqueros judeoalemanes Rotschild.
Frank A.Vanderlip. 1863-1937. |
Como relata este último
asistente en su autobiografía, era fundamental que el encuentro permaneciera en
el más absoluto secreto para que el proyecto de ley de la Reserva Federal fuera
finalmente aprobado por un Congreso dividido y en parte reticente:
“Si se hubiera sabido
públicamente que nuestro grupo se había reunido para redactar un proyecto de
ley para la banca, dicho proyecto no habría tenido oportunidad de pasar si
quiera por el Congreso” (7)
Entre siete y diez días
permanecieron recluidos y aislados en la isla, sin ningún contacto telefónico o
telegráfico con el mundo exterior. Terminado el cónclave con el diseño del futuro Banco Central acordado por las principales élites financieras del momento, el plan Aldrich para la creación de la FED se puso en marcha por la vía política mediante un proyecto de ley. Según Vanderlip, representante de los intereses de Rockefeller en la reunión de Jekyll Island, aunque el Congreso rechazó la propuesta del senador de Wall Street, la ley que finalmente se aprobó contenía
en sus líneas esenciales los acuerdos alcanzados previamente por los principales grupos bancarios.(8)
Luis B.
Notas
(2) Ellen Johnson, J.D. Web of debt. Third Millenium Press. Lousiana. 2008.
(3) Carmack, P and Still, B. The money masters: how international financers gained control of America. Documental.
(4) Vanderlip. F. From
farm boy to financer. Appleton. New York. 1935. p 212.
(5) Ellen Johnson. Op cit. p 123.
(6) Ibidem p 123.
(7) Vanderlip. Op cit. p 214.
(8) Ibidem, p 218-219
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