Desmontando disparates pseudocientíficos ¿Los dinosaurios nunca existieron?

¿Es cierto eso de que los dinosaurios nunca existieron? Según ciertos vídeos y blogs que pueblan Internet estas archifamosas criaturas prehistóricas bien podrían ser una invención. Pero resulta relativamente sencillo desmontar los argumentos pseudocientíficos de quienes defienden tales disparates.



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A menudo la imagen popular que se tiene de los dinosaurios no se corresponde con el aspecto real que, muy probablemente, debieron de tener. Un ejemplo claro es la familia de los dromeosáuridos, también conocidos vulgarmente como "raptores", a menudo representados como depredadores extremadamente feroces e implacables. Como se puede ver en la ilustración, hoy sabemos que estas criaturas estaban emplumadas y guardaban un gran parecido con las aves, pues están estrechamente emparentadas con ellas. Incluso el famosísimo y cinematográfico Velociraptor resulta decepcionante, pues era un animal mucho más pequeño de lo que imaginamos. En cierto modo el monstruo popularizado por Hollywood respondería a otra especie, el Utahraptor, si bien pudiera ser que las estimaciones iniciales de su tamaño (extrapoladas de restos incompletos) sean algo exageradas (Fuente: Wikipedia).  

      De tanto en tanto te puedes encontrar en Internet cosas que te llaman mucho la atención. Esto es especialmente cierto en el caso de la plataforma YouTube, en la que se multiplican centenares de miles de videos de todo tipo, ya que prácticamente cualquiera puede grabar lo que sea y subirlo a dicha plataforma para que el mundo entero lo vea. Pues bien, uno de los innumerables personajes que puebla tan singular universo es un tal José Luis Camacho Espina, conocido entre sus seguidores simplemente como JL, cabeza visible de un portal pseudocientífico denominado Mundo Desconocido. El nombre del sitio web y su temática habitual ya aventuran lo que nos vamos a encontrar, pero de todas formas conviene visionar los videos para descubrir qué nos cuentan. Y es que el señor JL (como lo llamaremos a partir de ahora para abreviar) se atreve con casi todo. Astronomía, exploración espacial, Arqueología, Historia, Bilogía y hasta incluso política internacional. En todos estos espacios el autor de "Mundo Desconocido" trata de desvelarnos los polémicos "misterios" que, a su entender, rodean a la que él denomina "ciencia oficial" o también "discurso oficial" siempre al servicio de los poderes fácticos que gobiernan el mundo. Pruebas de sucesos inexplicables que tienen lugar en la Luna, Marte u otros lugares del espacio exterior y que la NASA nos oculta. Evidencias que demuestran que las pirámides de Egipto y otros monumentos similares son muchísimo más antiguas de lo siempre nos han dicho. Visitas de seres extraterrestres que los gobiernos de todo el planeta tratan de mantener en secreto. Programas igualmente secretos de esos mismos gobiernos, que implicarían la puesta en marcha de siniestros proyectos para controlar a la población vía, por ejemplo, masivas fumigaciones químicas que dejan como rastro en el cielo los conocidos en el mundillo pseudocientífico como chemtrails (o quimioestelas). Y así un largo etcétera de lugares comunes propios de las teorías de la conspiración y los defensores de las mismas.

      Sin duda JL debe de ser un reputado experto en todas estas materias y, cuando realiza sus videos, antes debe de haberse documentado ampliamente para poder exponer sus tesis con criterio. Bueno, al menos eso es lo que probablemente se crean sus seguidores. A juzgar por los cientos de miles de visitas que tiene "Mundo Desconocido" podemos intuir que dicho colectivo es más nutrido de lo que podría parecer en un principio y que lo que allí se cuenta goza de credibilidad entre tales seguidores, lo que a buen seguro satisface las aspiraciones de JL de desvelar esa "otra verdad" que tratan de ocultarnos. Y he aquí un hecho preocupante, porque de esta manera comprobamos lo fácil que resulta difundir con toda tranquilidad todo tipo de falsedades sin fundamento y que, al parecer, un gran número de gente desinformada termine creyéndoselas.

     ¿Por qué digo esto? Quizá no sea la persona más apropiada para hablar acerca de Historia, yacimientos arqueológicos o los entresijos de la exploración espacial. No domino especialmente bien ninguno de esos temas. Pero sí que me declaro un apasionado de los dinosaurios y de la Paleontología en general. Como les ha sucedido a tantos otros, estas criaturas me han fascinado desde niño por su fabulosa apariencia, lo que no se circunscribe exclusivamente a las especies más gigantescas y espectaculares. Debido a dicha fascinación a lo largo de los años he leído no pocos libros sobre dinosaurios y otros animales prehistóricos, algunos incluso bastante especializados, también gran cantidad de artículos publicados en revistas o Internet, visitado páginas web con información más o menos extensa, visto documentales, etc. No soy un profesional en este asunto, pero como aficionado me he empapado de bastante literatura científica en este sentido y puedo afirmar, sin riesgo a columpiarme en exceso, que sé bastantes cosas acerca de los dinosaurios. No soy desde luego un gran experto, pero mis conocimientos están por encima de la media. Y precisamente por eso me sorprendió sobremanera uno de los videos publicado por el señor JL hará más o menos un año, titulado ¿Existieron realmente los dinosaurios? He de reconocer que el documento no tiene desperdicio, porque nuestro amigo de lo desconocido necesita poco más de veinte minutos para cuestionar con su peculiar estilo todo lo que la ciencia paleontológica, y los miles de personas que se han dedicado a ella en todo el mundo, nos ha venido diciendo a lo largo de más de 150 años. El progreso de la Ciencia exige que nos lo cuestionemos todo, es un sano ejercicio que ayuda ampliar los horizontes de nuestro pensamiento. Sin embargo ese cuestionamiento debe fundamentarse en argumentos rigurosos, no en falacias y afirmaciones que pueden desmantelarse con facilidad si se está medianamente informado. Porque de ser así no estamos haciendo investigación, sino más bien burda demagogia.

     Pues bien, JL basa toda su exposición en una publicación de un tal Robbin Koefoed, en la que se expone que los dinosaurios son una gran mentira inventada, entre otras cosas, para cimentar las teorías evolucionistas. Suena a un argumento propio de grupos de fundamentalistas religiosos defensores del Creacionismo, tan propios de Estados Unidos por ejemplo. Y quizá no andemos desencaminados, aunque a decir verdad tampoco he podido encontrar gran cosa acerca de la publicación del señor Koefoed. Desde luego no parece ser un libro que se pueda encontrar en librerías y, todo lo más, ese nombre me remite a enlaces que dicen más o menos lo mismo que el video de "Mundo Desconocido", denunciando que los dinosaurios son un fraude. Así que, a falta de la referencia original, nos basaremos en los argumentos expuestos por el señor JL, todos descaradamente erróneos y fácilmente refutables como pasaremos a ver a continuación. Sin embargo, antes de entrar en materia y advirtiendo que el artículo va a ser largo, necesitamos entender una serie de conceptos básicos para poder afirmar si los dinosaurios son una invención o no.

Antes de comenzar, ¿qué es un dinosaurio?

     Casi todo el mundo tiene la idea aproximada de que los dinosaurios fueron una especie de reptiles prehistóricos, desaparecidos hace millones de años, de dimensiones gigantescas y apariencia por lo general temible. La imagen arquetípica es la del gran Tyrannosaurus rex, el más famoso de todos ellos al ser un súper depredador de entre los más grandes que jamás hayan existido, tan popularizado por el cine y la televisión como un monstruo asesino capaz de zamparse a una persona de un solo bocado. Sin embargo, folclore aparte, dinosaurios hubo muchos más y de formas y tamaños increíblemente variados. De hecho se han descubierto una gran número de especímenes de reducidas dimensiones, algunos incluso más pequeños que un gato doméstico o una paloma, y no resulta desacertado afirmar que estos humildes animalillos debieron de ser muchísimo más numerosos que los famosos titanes que todos conocemos. Lo único que ocurre es que los restos de criaturas pequeñas y de huesos frágiles fosilizan con mucha menor frecuencia que los de los animales más grandes, razón por la cual resultan escasos. Un ejemplo claro lo tenemos en las aves, descendientes precisamente de una clase concreta de dinosaurios, cuyo registro fósil es bastante incompleto ya que es muy complicado que sus delicados esqueletos lleguen a fosilizar.

En la imagen se muestra la principal característica que diferencia a los dos grandes órdenes conocidos de dinosaurios, la disposición de los huesos de su pelvis (Fuente: Dr. Neurosaurus).
      Básicamente podemos decir que los dinosaurios fueron unos vertebrados tetrápodos (con cuatro extremidades) pertenecientes al gran clado de los saurópsidos, en el que también se incluyen los reptiles y aves actualmente vivos. Dentro de este grupo a su vez se integran dentro de los llamados arcosaurios, o reptiles dominantes, que entre otros incluyen asimismo a los cocodrilos y los pterosaurios (los igualmente conocidos reptiles voladores que convivieron con los dinosaurios) ¿Qué los distingue del resto? En esencia se dividen en dos órdenes, el de los saurisquios (dinosaurios con cadera como la de los reptiles) y el de los ornitisquios (dinosaurios con cadera como la de las aves). Ambos grupos comparten un ancestro común, desconocido hoy por hoy para la Ciencia, con unas características particulares definidas que heredaron todos sus descendientes. Algunas de ellas fueron:
  • Dicho ancestro era bípedo, corría apoyándose únicamente en sus extremidades traseras.
  • Sus extremidades se colocaban casi justo debajo del cuerpo separándolo mucho del suelo, como sucede por ejemplo con los mamíferos, pero no con la mayoría de reptiles, donde las patas se proyectan lateralmente elevando cuanto apenas el cuerpo del suelo.  
  • Poseía una fosa supratemporal (excavación) adicional en la parte alta de cráneo, que no aparece en otros arcosaurios.
  • Presentaba procesos (proyecciones) oblicuos característicos en determinadas vértebras del cuello.
  • La proporción entre los huesos radio y húmero (de las extremidades anteriores) era distinta a la de los demás arcosaurios.
  • En su pelvis aparecía una gran superficie cóncava que no se encuentra en otros grupos emparentados.
Como se puede ver todos estos rasgos, en esencia presentes en todos los fósiles que podemos clasificar como de dinosaurios, se refieren exclusivamente a particularidades de su esqueleto. Esto es así porque son los huesos lo único que, casi siempre, fosiliza al ser las partes más duras del cuerpo del animal. Algunos dirán por ejemplo que existieron dinosaurios cuadrúpedos, desmintiendo así la primera de las reglas de la clasificación descrita arriba, pero lo cierto es que evolucionaron de antepasados bípedos más pequeños y ligeros, regresando sobre las cuatro patas al hacerse más voluminosos. Que un rasgo desaparezca nada quiere decir mientras se puedan identificar los otros.

     Entre los dinosaurios saurisquios (de cadera de reptil) hubo dos grandes grupos. Por una parte tenemos a los terópodos, donde se encuadran por ejemplo los famosos Tyrannosaurus y Velociraptor, la mayor parte de ellos carnívoros (aunque no todos), siempre bípedos (salvo notables excepciones, como el impresionante Spinosaurus) y con tamaños muy variados (los había diminutos, pero otros se hicieron enormes). Muchos terópodos asimismo estuvieron emplumados y presentaban no pocas características aviares, llegando algunos de ellos a ser tan parecidos a las aves que costaría distinguirlos de éstas. Es por eso que el consenso científico actual afirma que las aves descienden de los terópodos y serían algo así como dinosaurios modificados y especializados en el vuelo. El otro gran grupo de saurisquios es el de los sauropodomorfos, que incluye en su mayor parte a criaturas gigantescas, cuadrúpedas y vegetarianas, si bien evolucionaron a partir de pequeños bípedos corredores de dieta omnívora. Éstos son los típicos dinosaurios de larguísimos cuellos y colas, cuerpos muy voluminosos, cuatro patas elefantinas y cabezas proporcionalmente minúsculas de cerebros con un tamaño ridículo. A este grupo pertenecen colosos muy conocidos como el Diplodocus o el Brachiosaurus, de los que procede la idea popular de los dinosaurios como criaturas inmensas, lentas y estúpidas.

     El orden de los dinosaurios ornitisquios (de cadera de ave) incluía exclusivamente a especies fitófagas, dotadas todas ellas de un pico córneo y baterías dentales especializadas en la masticación o, cuanto menos, el procesado de vegetales. Existieron tres grupos principales. Los ornitópodos incluían formas bípedas, pequeñas y ágiles (como por ejemplo el Dryosaurus), a menudo comparadas con las gacelas, y otras mucho mayores y más pesadas, como los hadrosáuridos (también llamados dinosaurios "de pico de pato"), que caminaban generalmente a cuatro patas y en ocasiones lucían vistosos ornamentos en sus cráneos. Los tieróforos evolucionaron también de humildes bípedos corredores como el Scutellosaurus, pero con el tiempo se convirtieron en cuadrúpedos formidables que se defendían de los depredadores mediante placas, espinas o armaduras. A este grupo pertenecen criaturas conocidas por lo estrafalario de su aspecto, como el Stegosaurus o el Ankylosaurus. Por último tenemos a los marginocéfalos, divididos a su vez en paquicefalosaurios, bípedos de sólidas bóvedas craneales, y ceratopsios, los conocidos dinosaurios astados cuadrúpedos, de enormes cabezotas, pico de loro, grandes volantes óseos surgiendo de la parte posterior del cráneo y, al menos algunos, largos cuernos proyectándose desde el morro o las órbitas oculares. A este grupo perteneció por ejemplo el Triceratops, a menudo representado como el antagonista del feroz Tyrannosaurus (pues ambos fueron contemporáneos).

    Queda claro pues que dinosaurios hubo de muchos tipos y que tampoco se los puede considerar como un grupo zoológico unificado. También es importante señalar que estos animales vivieron durante un periodo de tiempo determinado, hace entre 230 y 66 millones de años, por lo que evolucionaron y se diversificaron a lo largo de más de 160 millones de años, convirtiéndose en unos de los vertebrados terrestres de más éxito de todos los tiempos. Las numerosas evidencias fósiles que nos han dejado son muestra de ello. Sólo eso bastaría para dejar seriamente en entredicho los argumentos del señor JL pero, ya sabiendo a grandes rasgos lo que era un dinosaurio, procederemos a desmontarlos contrastando la información de la mejor forma posible.

Primera mentira. El cráter de Chicxulub sólo tiene 300.000 años de antigüedad

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En la imagen una estimación de las dimensiones del
cráter de Chicxulub sobre una mapa actual del
Yucatán.
    Según se nos cuenta en "Mundo Desconocido" la famosa teoría de que la extinción de los dinosaurios fue obra del impacto de un gran asteroide en la región de la Península del Yucatán procede de un físico estadounidense, de origen español, llamado Luis Walter Álvarez. Por lo que nos dice JL, una vez Walter Álvarez postuló dicha teoría, inmediatamente ésta se convirtió en preeminente entre la comunidad científica aceptándose como la explicación "oficial" de la desaparición de los dinosaurios. No obstante años más tarde la paleontóloga Gerta Keller, de la Universidad de Princeton, realizó una serie de catas y estudios radiológicos en la zona del supuesto impacto y determinó que la edad del cráter sería, como mucho, de unos 300.000 años. El argumento del señor JL es el siguiente. Un prestigioso físico, que dada su dedicación no es ni mucho menos un experto en animales prehistóricos, teoriza sobre la extinción de los dinosaurios y toda la comunidad científica abraza entusiasta sus tesis sin más. Después una paleontóloga inconformista refuta su teoría tras realizar un riguroso estudio, pero el resto de sus colegas la ignora y desprecia. Conclusión, algo huele a chamusquina. Sin lugar a dudas un guión muy al gusto de los teóricos de la conspiración.

     El problema con esta historia es que sólo contiene alguna que otra media verdad y muchas incorrecciones. Sí que es cierto que el señor Luis Walter Álvarez, que entre otras cosas participó en el Proyecto Manhattan y recibió el Nobel de Física en 1968, fue el autor de la teoría del impacto del asteroide. Aunque debemos decir que la postuló en 1981 junto a su hijo, igualmente llamado Walter Álvarez y geólogo de profesión ¿En qué se basaron para hacerlo? Para explicarlo hay que ir por partes, para no dar la impresión de que padre e hijo se sacaron su teoría de la chistera cual prestidigitadores. Lo primero que debemos saber es que existe un estrato muy característico presente en las rocas del final del periodo Cretácico y por ello contemporáneo a la gran extinción, estrato que recibe el nombre de límite K/Pg, o del Cretácico-Paleógeno, antes llamado límite K/T (del Cretácico-Terciario). Dicho estrato aparece en rocas por todo el mundo, lo cual es muestra de que en ese tiempo tuvo lugar un evento de alcance global que dejó una huella muy patente en el registro geológico. A quien le interese puede observar in situ el citado estrato en distintas localidades de España, como Agost (Alicante), Caravaca de la Cruz (Murcia) o Zumaya (Guipúzcoa) ¿Qué vieron de extraño muchos geólogos en el límite K/Pg? Al analizarlo descubrieron que contenía una cantidad inusualmente alta de iridio, un metal extremadamente escaso en la corteza terrestre, pero que aparece en mucha mayor cantidad en casi todos los restos de meteoritos caídos a la Tierra analizados. Es de ahí de donde los Walter Álvarez extrajeron su hipótesis del gran impacto, pues la anormal concentración de este elemento pesado en el límite K/Pg podría explicarse a causa de la catastrófica colisión de un gran asteroide contra nuestro planeta hace casi 66 millones de años, que dispersó el iridio por todo el mundo. También hay que decir que a principios de los 80 la extinción de los dinosaurios y otras muchas criaturas al final del Mesozoico seguía siendo un gran misterio científico sin una explicación concluyente. Pero la teoría del gran impacto no fue aceptada mayoritariamente desde el primer momento ni mucho menos, pues también había otras hipótesis (supernovas, grandes erupciones volcánicas, un enfriamiento generalizado del clima, etc.) y no existían pruebas claras que decantaran la balanza por ninguna en concreto.

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En la imagen la oscura y característica banda del
conocido como Límite K/Pg.
     Así pues queda claro que los Walter Álvarez nunca hablaron del cráter del Yucatán, pues cuando presentaron su teoría la existencia del mismo no había sido confirmada. Quienes lo descubrieron fueron unos geofísicos que trabajaban para Pemex, la compañía petrolera estatal mejicana, mientras realizaban prospecciones en la costa del Yucatán para buscar yacimientos de crudo. Los autores de tal hallazgo fueron Antonio Camargo y Glen Penfield, que llevaban practicando catas en la zona desde 1978, lo que les permitió encontrar gran cantidad de iridio y de otros materiales como tectitas y "cuarzo chocado", que se forman tras procesos extremadamente violentos (como la detonación de artefactos nucleares o el impacto de un meteorito). Posteriormente determinaron la existencia en los estratos enterrados de roca de "un arco con una simetría extraordinaria de alrededor de 70 kilómetros de radio", así como de una inusual anomalía gravitatoria. Además de todo esto por toda la región del Caribe es habitual encontrar gruesos depósitos mezclados con grandes fragmentos de roca, evidencia de que un gran tsunami afectó la zona hace millones de años. Tras una década de estudios y múltiples dataciones, Camargo y Penfield, en colaboración con otros expertos como el geólogo canadiense Alan R. Hildebrand, publicaron en 1991 el conocido estudio (ver aquí el extracto del artículo que remite al trabajo completo) en el que relacionaban el enorme cráter del Yucatán, bautizado con el nombre de Chicxulub y de 180 kilómetros de diámetro, con el evento de extinción masiva de finales del Cretácico. Sus conclusiones tuvieron una inmediata repercusión mediática y resulta comprensible que terminaran cautivando tanto a científicos como a no científicos. Eran una explicación simple, a la vez que espectacular, que resolvía uno de los mayores enigmas de la Paleontología. Un Armagedón, una especie de Día del Juicio Final de los dinosaurios, provocado por una descomunal roca del espacio del tamaño del Everest que impactó con una potencia unos dos millones de veces superior al mayor artefacto nuclear jamás creado por el ser humano (La Bomba del Zar, de 50 megatones). Tal evento arrasó la superficie del planeta, provocando megaterremotos, megatsunamis y descomunales incendios forestales, además de cubrir la atmósfera con una gruesa cubierta de polvo y ceniza que ocultó la luz del sol durante meses, sumiendo al mundo entero en una glacial oscuridad que exterminó a innumerables formas de vida.

     Es aquí donde entre en escena la doctora Gerta Keller, catedrática de Paleontología en la Universidad de Princeton, que también durante los 90 estudió ampliamente los fósiles de foraminíferos (unas minúsculas criaturas marinas de caparazón duro) para proponer una hipótesis alternativa de la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno. Y es aquí también dónde el señor JL se confunde y mucho, puesto que la doctora Keller jamás ha sostenido que el cráter de Chicxulub tenga tan solo 300.000 años de antigüedad. Quien quiera puede ver un fragmento de una conferencia dada por esta eminente experta (obviamente en inglés), donde expone que el impacto del asteroide no pudo ser la única causa de la extinción, aduciendo que a finales del Cretácico hubo otros eventos que debieron de contribuir. Entre ellos menciona un episodio de vulcanismo inusualmente extremo, conocido como los traps del Decán, que tubo lugar en la India a lo largo de unos 30.000 años. En resumidas cuentas, lo que la doctora Keller planteó es que la extinción definitiva de los dinosaurios y otros muchos animales tuvo lugar unos 300.000 años después del impacto de Chicxulub, por lo que su desaparición no fue tan repentina, sino un proceso más lento que se prolongó durante miles y miles de años. Es esta cifra la que seguramente confunde al autor de "Mundo Desconocido", que la usa para atribuirle a la doctora Keller algo que ella nunca ha dicho.

     Con todo la hipótesis del gran impacto sigue siendo la más aceptada hoy día entre la comunidad científica, ya que en 2010 un equipo de nada más y nada menos que 32 expertos de distintas universidades de todo el mundo (que incluía paleontólogos, geólogos, geofísicos, climatólogos, etc.) publicó un muy completo estudio que así lo afirmaba. Aquel que esté interesado puede consultarlo en este enlace de la revista Science. Cierto es que se han identificado otros cráteres de impacto de hace unos 66 millones de años, el mayor el de Boltysh (Ucrania) con unos 24 kilómetros de diámetro, junto a otros mucho menores en la India, Canadá y el Mar del Norte. Todo lo cual evidencia que la Tierra fue víctima en ese tiempo de un bombardeo espacial. También es cierto que el episodio de los traps del Decán debió de afectar negativamente al clima mundial. Sin embargo Chicxulub se mantiene como el principal sospechoso. De hecho se han confirmado unos cuantos cráteres de impacto datados a lo largo de todo el Mesozoico, sin que ninguno de estos sucesos acabara con los dinosaurios u otros animales de la época. Algunos de los más destacados son: Manicougan en Canadá (de hace 214 m.a y con 70 kilómetros de diámetro), Puchezh-Katunki en Rusia (de hace 167 m.a y con 80 kilómetros de diámetro) o Carsuell también en Canadá (de hace 115 m.a y con 39 kilómetros de diámetro). Como conclusión a todo esto queda una pregunta. Incluso suponiendo que toda la historia del gran cráter del Yucatán sea falsa, que ya hemos visto que no lo es pues es el señor JL quien miente ¿Qué diablos tiene eso que ver con que los dinosaurios existieran o dejaran de existir? Ambos hechos son independientes y no guardan ninguna relación. Sería tan rematadamente absurdo como afirmar que la Luna no existe porque los astronautas del programa Apolo nunca estuvieron allí y todo fue un montaje. Hay cosas que son de pura lógica.

Segunda mentira. Los paleontólogos del siglo XIX se inventaron por completo la apariencia de los dinosaurios, tal y como los conocemos, a partir de unos pocos restos como dientes sueltos

Arriba grabado de la primera mitad del XIX que muestra
una reconstrucción, terriblemente incorrecta, de un
Megalosaurus. 
     El video de "Mundo Desconocido" continúa contándonos un poco acerca de la Historia del descubrimiento de los dinosaurios. Y, siguiendo fiel a su estilo, JL dice alguna que otra verdad y luego la rodea de falsedades. Nos cuenta que allá por el año 1842 al eminente biólogo y anatomista británico Sir Richard Owen se le ocurrió "teorizar acerca de la existencia de unos grandes saurios prehistóricos" sin que tuviera la más remota prueba de su existencia. Unos 12 años más tarde, continúa relatando JL, un tal Ferdinand Vandeveer Hayden encuentra en Norteamérica unos extraños y grandes dientes que envía al paleontólogo y naturalista Joseph Leidy para que los analice. A partir de ahí dicho naturalista reconstruye por completo un modelo de una criatura prehistórica a la que denomina Trachodon, sin que se haya encontrado el menor resto de otras partes de su cuerpo salvo los citados dientes. Siempre según JL éste es el punto de partida de una alocada carrera para descubrir a más y más criaturas de esta clase, de las que se siguen encontrando poquísimos y muy aislados restos. Ni cortos ni perezosos artistas y científicos aúnan esfuerzos para imaginar a unos reptiles fabulosos extintos hace millones de años y de los que lo desconocen prácticamente todo. Y son, de hecho, muchos de estos "artistas" los que crean a partir de la nada la imagen de los dinosaurios que todos hemos visto basándose en dientes y huesos sueltos. Conclusión, los dinosaurios tal y como los conocemos son tan reales como los dragones, las hadas o los unicornios.

     Para alguien escasamente informado puede parecer una explicación bastante buena acerca de algo que no conocía. El problema, tal y como apuntaba antes, es que resulta relativamente sencillo comprobar que la historia del descubrimiento de los dinosaurios durante el siglo XIX es muy diferente. Hacia 1677 Robert Plot, director del museo Ashmolean de Oxford, describió e ilustró un fragmento de hueso fosilizado de dinosaurio megalosáurido, identificándolo erróneamente como perteneciente a un ser humano gigantesco. Que todo comience en Gran Bretaña no es de extrañar, pues esta nación es una de las cunas de la Revolución Científica y ya hacia 1800 no eran pocos los que sospechaban que, esos extraños restos que de cuando en cuando la gente se encontraba por las campiñas del sur de Inglaterra, podrían haber pertenecido a enormes criaturas muertas hace mucho. Sin embargo el verdadero punto de arranque se sitúa en 1822, cuando Mary Ann Mantell se encontró un diente fósil de grandes dimensiones cuando paseaba por un prado cerca de su casa en Sussex. Su esposo, Gideon Mantell, era médico rural y naturalista aficionado y a él le debemos la primera descripción, obviamente en extremo imprecisa, de un dinosaurio. Como el gran diente fosilizado le recordó vagamente al de una iguana, Mantell le dio el nombre a su descubrimiento de Iguanodon (que precisamente significa "diente de iguana"), imaginando que debió de tratarse de alguna especie de gigantesco lagarto vegetariano de aspecto muy similar a los que ahora viven. Más o menos por la misma época, hacia 1824, William Buckland había descrito adecuadamente al Megalosaurus a partir también de unos pocos restos fósiles, que incluían dientes afilados como sierras de un animal evidentemente carnívoro. Al igual que el doctor Mantell, Buckland imaginó una monstruosa criatura reptiliana tipo lagarto, que se arrastraría pesadamente a cuatro patas sobre su voluminosa panza, dejando arrastrar igualmente una larga cola. Por supuesto no podía ser de otra manera, ya que aquellos hombres carecían por completo de referencia alguna y sólo podían basarse en lo poco que conocían. Identificaron los restos como de reptiles y como reptiles los imaginaron.

     Así que la historia es al revés de como JL nos la cuenta. Fueron estos peculiares descubrimientos los que empujaron en 1842 a Sir Richard Owen a acuñar el término Dinosauria, que en griego significa "lagarto aterrador o terrible", para definir a esos seres extintos que la Ciencia había descubierto poco antes. Por supuesto dicho término no definía ningún taxón zoológico oficial, pues era más bien informal, pero con el tiempo acabó popularizándose hasta convertirse en un nombre que se asoció a toda una clase concreta de criaturas. Y como no podía ser de otra manera, durante estas primeras décadas en las que tan poco se sabía, los dinosaurios seguían siendo representados erróneamente en su totalidad como seres cuadrúpedos bastante parecidos a lagartos, aunque con unas patas algo más largas y erectas. Nada que ver por supuesto con la imagen que ahora tenemos de muchos de ellos. Paralelamente en Norteamérica y también durante la primera mitad del siglo XIX se habían descubierto en distintos emplazamientos pistas de icnitas fósiles (huellas fosilizadas) que fueron identificadas al principio como pertenecientes a aves gigantescas. No sería hasta décadas más tarde que los científicos descubrirían que se trataban realmente de huellas dejadas hace millones de años por dinosaurios.   

     No fue hasta las décadas de 1860 y 1870 cuando, a la luz del descubrimiento de más y más restos fósiles, los paleontólogos empezaron a caer en la cuenta de que al menos algunos dinosaurios fueron criaturas que caminaban sobre dos patas. Es en esta época cuando entran en liza dos famosos buscadores de fósiles estadounidenses, Othniel Charles Marsh y Edward Drinker Cope. JL nos habla de ellos en su vídeo, presentándolos como una especie de showmans de la época que competían ferozmente para ver quién hacía más descubrimientos y ganaba con ellos mayor fama y fortuna, lo cual los llevó incluso a perpetrar falsificaciones. La proverbial rivalidad, incluso hasta enemistad personal, entre Charles Marsh y Driker Cope, es una de las anécdotas más conocidas de la Historia de la Paleontología de dinosaurios. De hecho se cuenta que sus respectivos equipos de trabajo, realizando excavaciones en el salvaje oeste norteamericano, llegaron a enzarzarse en peleas a puñetazos a causa de esta rivalidad. Puede que tal extremo sea tan sólo una leyenda, pero es fácil imaginar por qué JL nos cuenta la historia de estos dos personajes. Así da a entender que esto de andar buscado restos de dinosaurios fue una tarea muy poco seria llevada a cabo por sujetos sin escrúpulos.

La ilustración de arriba es un claro ejemplo de cómo ha variado nuestra imagen de los dinosaurios a lo largo del tiempo. El ejemplo es el del espectacular Spinosaurus, el mayor terópodo conocido. La reconstrucción 1 se basaba en restos muy incompletos y, por lo tanto, el animal era imaginado con un aspecto muy similar a otros grandes dinosaurios depredadores. Hoy día no obstante, tras haber descubierto muchos más restos fósiles, tenemos una idea más completa de cuál debió de ser su apariencia. La reconstrucción muestra al Spinosaurus como una sorprendente criatura cuadrúpeda, anfibia, que se alimentaba básicamente de peces y asombrosamente parecida a un dragón (Fuente: Spinosaurus - Prehistoric wildlife -).  
      Por fortuna la ciencia paleontológica ha ido avanzando a través del tiempo y no todo se deja en manos de la especulación y la imaginación de artistas ilustradores. Ha sido un proceso arduo en el que se ha ido aprendiendo a base de errores, puesto que en muchos casos no se partía de ninguna base previa de conocimiento al enfrentarnos a un tipo de criaturas totalmente nuevas y desconocidas para la Ciencia. De esta manera es esencial comprender que la imagen que tenemos de los dinosaurios ha cambiando bastante a lo largo de los años y que hasta épocas relativamente recientes se los ha seguido representando de forma errónea. Buena culpa de ello lo tuvo un espectacular descubrimiento realizado en 1877 en una mina de carbón próxima a la localidad belga de Bernissart. Los operarios de la mina desenterraron una inusual cantidad de enormes restos fósiles de huesos que resultaron pertenecer a 31 ejemplares de Iguanodon que actualmente pueden contemplarse montados en el Real Instituto de Ciencias Naturales de Bruselas. El paleontólogo jefe de dicho instituto en aquella época, Louis Dollo, fue el encargado de realizar las reconstrucciones  de estos magníficos ejemplares fósiles prácticamente completos en su totalidad. Por aquel entonces ya se aceptaba la idea de que muchos dinosaurios fueron bípedos, pero viendo las proporciones de la criatura que tenía ante sí Dollo tomó una referencia errónea para reconstruir su apariencia, la del canguro. Seguramente el aspecto de los huesos del Iguanodon le recordó en cierta forma a los del conocido mamífero saltador australiano y por eso representó al dinosaurio como una criatura con el cuerpo erguido casi en vertical con respecto al suelo, mientras que la pesada cola se mantenía apoyada sobre el mismo. Este error de interpretación se mantuvo durante cerca de un siglo y dio a los dinosaurios una imagen popular que ha sido representada hasta la saciedad, con unas posturas erguidas absolutamente forzadas y biodinámicamente complicadas. De hecho ésta es la imagen de famosos monstruos cinematográficos como Godzilla, que casi parecen caminar como una persona.

      No sería hasta principios de la década de 1970 que los paleontólogos comenzaron a revisar esta imagen anticuada, conforme más y más descubrimientos de fósiles iban ampliando la información de la que disponían. Esto les permitió reconstruir a los dinosaurios de una manera más exacta y con una postura más propia de las aves, con el cuerpo en un plano horizontal con respecto al suelo (no erguido) y la larga cola elevada y ciertamente rígida, actuando como contrapeso para equilibrar al animal. Esta forma de desplazarse resulta mucho más natural y, sobre todo, tiene mucho más sentido biodinámicamente hablando. Más recientemente, en la década de los 90, se confirmó el descubrimiento de terópodos cubiertos de plumas, lo cual nos ha permitido saber que no pocos de ellos eran muy parecidos a las aves (algunos, como el Microraptor, eran incluso capaces de planear). Y no sólo eso, ahora también se sospecha que muchos dinosaurios ornitisquios también debieron de tener cubiertas de plumas filamentosas, puesto que ha quedado probado que una de las especies más antiguas del grupo, el Kulindadromeus descubierto en Siberia, ya las poseía. Y sabemos todas estas cosas y muchas más porque la Paleontología moderna se ha desarrollado mucho convirtiéndose en una disciplina muy rigurosa y altamente tecnificada. Hoy por hoy los fósiles son analizados al detalle mediante técnicas de microscopía electrónica o resonancias magnéticas, al tiempo que potentes aplicaciones de software emplean complejos algoritmos basados en análisis probabilístico para, pariendo de bases de datos de fósiles, elaborar modelos biodinámicos más precisos de dinosaurios virtuales que se pueden aplicar a su apariencia real. Nada que ver con los albores de la Paleontología en el siglo XIX, cuando todo dependía mucho más de la especulación y la imaginación.

     Y para terminar de desmontar la segunda mentira del señor JL una cosa más. Hemos visto cómo los pioneros en el estudio de los dinosaurios erraron y bastante a la hora de imaginar su apariencia a partir de restos aislados, que no es precisamente lo que afirma el protagonista de "Mundo Desconocido", ya que pretende hacernos creer que ya los reconstruían igual que ahora. Y contrariamente a lo que pueda parecer hoy por hoy es posible reconstruir a un animal completo a partir de un único resto, como por ejemplo un diente o un fragmento de hueso. Ejemplos de ello son fósiles como el de la Titanoboa, la mayor serpiente de todos los tiempos y conocida únicamente por unas pocas vértebras, o el Gigantopithecus, un simio gigantesco del que sólo han sobrevivido enormes dientes molares aislados. Un especialista en anatomía comparada puede extrapolar el aspecto de estas criaturas a partir de sus parientes más próximos conocidos, basándose siempre en criterios lógicos. Las vértebras de las serpientes constrictoras poseen unos rasgos morfológicos específicos que no son propios de otros reptiles, tan sutiles a buen seguro que un profano no los distinguiría, pero que no escapan a ojos de un experto cuyo trabajo consiste precisamente en identificar y clasificar hallazgos de este tipo. Lo mismo puede decirse de los molares de los grandes simios que, al igual que una huella digital, presentan una morfología única que los diferencia de los del resto de primates. Y por supuesto todo esto también vale para los dinosaurios. Si encontramos un fósil de diente o de trozo de hueso aislado, lo cual es lo más habitual, ya no tenemos tantos problemas para imaginar a la clase de animar a la que perteneció. Sólo basta con consultar las bases de datos de todos los fósiles conocidos y, por comparación, establecer si ese nuevo resto perteneció a un terópodo, un anquilosáurido u otra criatura prehistórica distinta. Muchas veces no es una tarea sencilla y algunos fósiles son tan fragmentarios que resulta complicadísimo identificarlos adecuadamente, pero ahora los paleontólogos no dan tantos palos de ciego como en otros tiempos.

Tercera mentira. Apenas existen cráneos de dinosaurios y tampoco hay ningún esqueleto completo      

En la imagen el esqueleto fósil, y por tanto auténtico, más grande de un dinosaurio prácticamente completo que hay en el mundo. Se trata de un ejemplar de Tyrannosaurus que comprende alrededor del 80% de todas las piezas del esqueleto y que puede contemplarse en el Field Museum de Historia Natural de Chicago. Sus restos fueron descubiertos en 1990 por una paleontóloga aficionada llamada Susan Hendrickson, razón por la cual el fósil fue apodado "Sue". Tras muchas vicisitudes, como que el citado museo hubo de pujar en una subasta para adquirir el fósil por más de ocho millones de dólares (lo que lo convierte en el dinosaurio más caro del mundo),"Sue" fue presentado al público en mayo del año 2000. Desde entonces cualquiera que viaje a la conocida metrópolis estadounidense puede hacerle una visita si acude al Field Museum.   

     Conforme avanza con su explicación el señor JL se va viniendo cada vez más arriba y sube el nivel de sus mentiras. Más o menos entre los minutos 6 y 9 se explaya argumentando que los restos de dinosaurios son tan escasos e incompletos que ni tan siquiera sabemos cómo eran sus cráneos y mucho menos se ha encontrado el esqueleto entero de ninguno de estos animales extintos. Para ello se basa en una evidencia que, probablemente, sea desconocida para la mayoría de la gente. En muchos museos de todo el mundo pueden contemplarse esqueletos montados de gran variedad de dinosaurios, sin embargo la gran mayoría no son auténticos, sino más bien réplicas. Conclusión, ¡nos están engañando como a tontos con un montón de huesos falsos de plástico o escayola!
 
      Nuevamente la táctica que se emplea en "Mundo Desconocido" es manipular algo que es verdad para presentarlo como prueba concluyente con la que sostener falacias. Ciertamente es costumbre habitual que en los museos se exhiban réplicas de esqueletos de dinosaurios y otras criaturas prehistóricas, pero eso no quiere decir que los paleontólogos pretendan embaucarnos. Ejemplos de ello son los museos paleontológicos de Madrid y Teruel, éste último más conocido como Dinópolis. En el primero de ellos puede contemplarse una réplica de un esqueleto de Diplodocus, mientras que en el segundo las hay, entre otras, de Tyrannosaurus y Brachiosaurus ¿Significa esto que todo lo que podemos ver allí es pura falsificación? Ni mucho menos. Sin ir más lejos en el complejo de museos turolense (pues hay varios centros en distintas localidades) se exhiben centenares de piezas fósiles auténticas entre las que figuran restos del saurópodo Turiasaurus, el mayor dinosaurio europeo, del iguanodóntido Proa o del anquilosaurio Europelta, todos ellos descubiertos en España. El señor JL no ha de viajar demasiado lejos para contemplar estas evidencias, aunque es probable que no sepa de su existencia.

     Lo que sí que es cierto es que resulta muy inusual encontrar fósiles de esqueletos completos de dinosaurios y en buen estado de conservación, por no decir que cuando eso sucede tratamos con un hallazgo extraordinario. Esto es especialmente cierto cuando hablamos de las especies más grandes. Así que lo habitual es dar con restos fragmentados (dientes, partes del cráneo o las mandíbulas, fémures rotos, vértebras...), lo cual explica lo que les costó a los paleontólogos hacerse a la idea de cómo fueron estas criaturas. Sin ir más lejos, hasta el descubrimiento del famoso "Sue" (del que he hablado más arriba), las reconstrucciones de Tyrannosaurus (descrito en 1905) se basaban en toda una serie de hallazgos bastante incompletos que dificultaban, aunque no imposibilitaban, reconstruir el esqueleto completo del animal. Esto no quiere decir, como ya se ha mencionado antes, que la intención de los paleontólogos sea mentir acerca de la existencia de los dinosaurios mostrándonos en los museos un montón de esqueletos falsificados ¿Por qué esta costumbre entonces de exhibir réplicas? En primer lugar hay que decir que no hay intención de engaño en ello, puesto que cuando estamos ante una de esas réplicas así se indica claramente. En segundo lugar hay que entender que los museos cumplen una función didáctica y divulgadora, por lo que se sirven de todo tipo de recursos para que el público comprenda de la mejor forma posible lo que allí se muestra. De esta manera, si lo que se pretende es mostrar cómo eran los dinosaurios, la mejor forma es realizar reconstrucciones de esqueletos completos y modelos de ejemplares que imitan el aspecto que se supone debieron de tener en vida. El público entiende así más fácilmente lo que se le quiere enseñar que si sólo se exhibieran unos cuantos fragmentos de huesos fósiles, si bien esto no quiere decir que éstos no estén expuestos también.

    No obstante muy de vez en cuando los investigadores dan con fósiles de dinosaurios muy completos y preservados con una grado exquisito de detalle. Tal fue el caso del Anchiornis, un pequeño terópodo más o menos del tamaño de una paloma descubierto en China en 2009. Gracias a los fósiles encontrados no sólo sabemos que el animalillo estaba por completo emplumado y poseía brazos y piernas "alados", sino que además se ha podido determinar de qué color fueron sus plumas. Puede parecer cosa de magia pero no lo es. Analizando las impresiones fosilizadas de sus plumas con un microscopio electrónico se descubrieron estructuras que pudieron identificarse claramente como melanosomas, idénticos a los que presentan las plumas de las aves hoy en día. Dichas estructuras son las responsables de la coloración del plumaje y, realizando comparaciones, se pudo descubrir que este diminuto dinosaurio era básicamente negro y gris, con bandas de plumas blancas en las extremidades y la cola y un penacho rojizo sobre la cabeza. Por el momento Anchiornis es el único fósil de mundo en el que se ha podido determinar esto, pero eso no quiere decir que en un futuro la técnica pueda aplicarse a otros hallazgos similares, dándonos con ello una imagen sorprendentemente exacta de seres que desaparecieron hace millones de años.


En la imagen cráneos fósiles de Triceratops
(holotipo catalogado como YPM1822) y
Torosaurus (holotipo ANSP15192).
    Concluiremos esta tercera sección desmontando otro de los disparates de JL, cuando afirma que los cráneos de dinosaurios son desconocidos. No sé qué fuentes habrá consultado antes de lanzarse alegremente a decir tal cosa pues, como todo lo demás, es relativamente sencillo comprobar que tal aseveración no se sostiene por ninguna parte. Como hemos dicho lo habitual es encontrar restos aislados y muy incompletos de fósiles de dinosaurios, pero como también se ha mostrado en ocasiones aparecen otros mucho más completos incluyendo sus cráneos. Cierto es igualmente que los cráneos de los dinosaurios más pequeños, como muchas especies de terópodos y ornitópodos, fosilizan raramente al ser estructuras muy delicadas. También es poco corriente encontrar cráneos de saurópodos, pues siendo criaturas colosales tenían unas cabezas diminutas en proporción al resto de su cuerpo, como ya se ha comentado. Sin embargo nada de eso quiere decir que no se hayan encontrado restos de cráneos fosilizados, más o menos completos, pertenecientes a estos animales. Los cráneos de terópodos de grandes dimensiones, como el inevitable Tyrannosaurus, eran mucho más sólidos y fosilizan con mayor facilidad, así que son mejor conocidos. Por último existen grupos de dinosaurios que básicamente se conocen sólo por sus cráneos, como sucede por ejemplo con los marginocéfalos. Las macizas bóvedas craneales de los paquicefalosaurios y las enormes cabezas cornudas de los ceratopsios eran estructuras muy resistentes que han fosilizado con relativa frecuencia, del mismo modo que las formidables armaduras corporales de los anquilosaurios, y no sus huesos, son los principales restos fósiles que conocemos de ellos. De otra manera, ¿cómo si no podríamos saber que fueron tal y como sabemos que eran?

     Y esto último es algo más que evidente. Ciertos fósiles como los adscritos al Deinocheirus, conocido durante años sólo por unos enormes brazos terminados en garras de aspecto terrorífico, o al Therizinosaurus, igualmente conocido al principio únicamente por unas inmensas garras como guadañas (de ahí su nombre), resultaban tan enigmáticos que los paleontólogos no se hacían a la idea de qué aspecto debieron de tener estos animales en vida. Sin nada con qué compararlos el misterio se mantuvo durante varias décadas y sólo se podía especular ¿Esas "manos" gigantes armadas con tan temibles garras pertenecieron a feroces súper depredadores o eran herramientas destinadas a otros fines? El enigma se ha desvelado sólo en parte en fechas recientes, al hallarse más restos de estas criaturas y otros de dinosaurios emparentados. Hoy suponemos que tanto Deinocheirus como Therizinosaurus fueron más bien gigantes parsimoniosos, muy probablemente herbívoros u omnívoros, y que emplearían sus formidables garras para defenderse de sus enemigos naturales. De todas maneras y para salir de dudas, para todo aquel que quiera saber qué restos fósiles de dinosaurios se conocen y qué partes no, recomiendo una obra de consulta que puede ser ilustrativa y de la que he sacado parte de la información que aquí expongo. El libro se titula Récords y curiosidades de los dinosaurios terópodos (y otros dinosauriomorfos), de los paleontólogos españoles Asier Larramendi y Rubén Molina, con ilustraciones de Andrey Atuchin (Editorial Larousse - 2016). La obra sólo incluye a los terópodos, pues es la primera parte de una serie cuyos restantes volúmenes todavía no han sido publicados, y en una de sus secciones pueden observarse ilustraciones donde se muestran los restos fósiles encontrados (y cuán completos están) de las distintas partes del esqueleto de las especies más representativas de cada familia de terópodos, puesto que presentar todos los fósiles que se conocen haría que el libro tuviera demasiadas páginas. El señor JL habría hecho bien en consultarlo antes de ponerse a hablar de dinosaurios, aunque sólo fuera para contrastar sus argumentos.

Cuarta mentira. Los paleontólogos conspiradores ocultan los supuestos restos auténticos de dinosaurios en cámaras acorazadas y no permiten que nadie los inspeccione

yacimiento los cayos la rioja
En la fotografía icnitas fósiles dejadas por dinosaurios del Cretácico
inferior, al parecer junto a lo que fue un lago. Estas pistas pueden
contemplarse en el Barranco de los Cayos, cerca de la localidad riojana
de Cornago. Por toda la región es posible visitar yacimientos similares. 
       Esto último viene a ser algo así como el corolario de la anterior mentira. Como algo huele a podrido en el mundo de los dinosaurios, mejor impedir que nadie sepa la verdad. Debe de ser que el lobby de los paleontólogos es especialmente oscuro y poderoso, mantiene a buen recaudo sus misterios de la misma forma en que los multimillonarios guardan sus joyas y su dinero y las cámaras acorazadas para fósiles permanecen férreamente vigiladas por agresivos guardias armados hasta los dientes ¿Qué nos están ocultando? Ningún "investigador independiente", tal y como JL los llama, ha podido acceder jamás a esos restos tan celosamente guardados, todo y que no sabemos muy bien qué es eso de ser un investigador independiente. Todo se envuelve de un áurea mítica, un reducido grupo de héroes contra el Sistema tratando de sacar a la luz eso que no quieren que sepamos. Mientras tanto los poderosos y malvados paleontólogos siguen tratándonos como a idiotas, mostrando burdas falsificaciones en los muesos.

     Como todas las demás argumentaciones ésta no es más que otra descarada falacia, convenientemente adornada eso sí con un relato muy propio de las teorías de la conspiración. Los fósiles de dinosaurios son escasos, sí, muy especialmente aquellos en un buen estado de conservación. También son valiosos, desde luego, como todas aquellas rarezas que pueden considerarse únicas. Inevitablemente esto ha generado la existencia de un mercado negro de traficantes de fósiles sin escrúpulos y en el que también abundan las falsificaciones (ver por ejemplo este blog de RTVE). En este submundo de delincuentes y embaucadores existe muy poco interés por la Ciencia y la preservación de los yacimientos, que son explotados sin ningún cuidado en aras del beneficio inmediato, lo cual supone la destrucción o pérdida de restos con un gran valor para los investigadores. Situaciones como esta se han dado, por ejemplo, en los extraordinarios depósitos cretácicos de la provincia china de Liaoning, ubicada junto a la frontera con Corea del Norte. De este lugar proceden varios de los más espectaculares descubrimientos fósiles de dinosaurios emplumados, que a partir de la década de los 90 revolucionaron la imagen que teníamos de estos animales. Los yacimientos de Liaoning son tan ricos que los oportunistas no tardaron en acudir a hurgar en ellos para ver lo que podían encontrar y luego vender al mejor postor en el mercado negro, surgiendo además un mercado paralelo de fósiles falsificados que o bien se ofrecían como suvenires o bien trataban de colarse a coleccionistas y museos. El mundo de la Paleontología, como tantas otras facetas de la vida, no está exento de la picaresca y el ánimo de lucro a cualquier precio.

Dinosaur Fossil Collections
En la imagen estantes donde se guardan en sus respectivas baldas gran
cantidad de restos fósiles de todo tipo de animales. La fotografía pertenece
a los almacenes del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York
y muestra el procedimiento más habitual para mantener las colecciones.
     ¿No hemos avanzado cuanto apenas desde los tiempos de la feroz rivalidad entre los señores Drinker Cope y Charles Marsh? Ya hemos visto que no, todo y que puedan darse casos como el de China. Hoy por hoy los paleontólogos procuran ser lo más rigurosos posible a la hora de recuperar, proteger y restaurar los restos que encuentran, con el objeto de alterarlos lo mínimo imprescindible para poder estudiarlos después convenientemente ¿Hay muchos hallazgos que no están expuestos? Desde luego, porque el objeto primero de su conservación es la investigación y por ello no se muestran al público. Esto es algo muy distinto a afirmar que los fósiles se ocultan al mundo para que nadie descubra lo que realmente son. Y desde luego puede que existan restos muy especiales que se encuentren celosamente guardados bajo condiciones especiales de seguridad, pero decir que todos los fósiles se protegen dentro de cámaras acorazadas es exagerar y mucho. Lo habitual es que permanezcan resguardados en almacenes, de acceso restringido eso sí, que se pueden visitar si previamente si ha solicitado el pertinente permiso a la institución propietaria. Y normalmente quienes solicitan dichos permisos son paleontólogos foráneos, aunque a veces también se enseñan para programas de televisión (como por ejemplo El misterio de los dinosaurios emplumados). Por razones más que obvias también resulta comprensible que no se puede permitir el acceso a cualquiera a estas colecciones, del mismo modo que las bibliotecas que guardan códices y manuscritos únicos y valiosos también restringen el acceso a los mismos sin que ello implique que estén tratando de ocultarle nada a nadie. Pensar así es un acto de pura paranoia.

     Y tal y como se ha explicado en el anterior apartado también se exponen al público fósiles auténticos de dinosaurios, incluso esqueletos bastante completos, en museos de todo el mundo. Habrá que recordarle al señor JL los 31 Iguanodon de Bernissart, que actualmente se muestran en Bruselas junto a la más espectacular colección de fósiles de Europa. Podemos recordarle asimismo a "Sue", el ejemplar de Tyrannosaurus que aguarda a los visitantes en Chicago, o la impresionante exposición del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, sin paragón en todo el planeta. Y si quiere quedarse mucho más cerca, que vaya por ejemplo a Dinópolis en Teruel. Y así podríamos extender la lista hasta aburrirnos con colecciones en otras muchas ciudades. Por supuesto también podemos recordarle a JL que los fósiles de huesos no son la única evidencia de los dinosaurios que ha llegado hasta nuestros días, en ocasiones también han fosilizado sus huevos y también hay innumerables pistas de icnitas fósiles, rastros de huellas dejados por estos animales, que pueden contemplarse por todo el mundo. Sin ir más lejos en España hay pistas de este tipo en las provincias de Soria (términos de Villar del Río, Bretún y Santa Cruz de Yanguas), La Rioja (términos de Enciso y Cornago) y Asturias (términos de Colunga, Villaviciosa y Ribadesella).

     Finalmente un último apunte en este apartado frente a otra aseveración del protagonista de "Mundo Desconocido". Volviendo sobre el tema de los célebres dinosaurios emplumados chinos, JL nos cuenta que éstos han aparecido "casualmente" en la misma zona en la que se ubica una empresa dedicada a fabricar a escala industrial réplicas (o falsificaciones como él diría) de esqueletos de las criaturas prehistóricas, réplicas que luego se venden a muy buen precio a museos del mundo entero. Vemos como sigue insistiendo en el núcleo central de su razonamiento, todo forma parte de una gran conspiración porque los dinosaurios-ave no podrían ser otra cosa nada más que un engaño. Según parece la citada empresa, cuyo nombre tampoco resulta relevante especificar, se encuentra radicada en la provincia de Sichuán, en el centro sur del país limítrofe con la región del Tíbet. La cuestión es que, tal y como también se ha comentado, los yacimientos del Cretácico donde se han preservado fósiles de dinosaurios con impresiones de plumas se encuentran en la provincia de Liaoning, en el norte de China y a unos 2.400 kilómetros de distancia de Sichuán. Todo y que dentro del mismo país ambos emplazamientos no se encuentran precisamente al lado, por lo que hubiera resultado cien veces más cómodo llevar la presunta fábrica de falsificaciones directamente a Lioaning. Una cosa debe de haber despistado al señor JL, porque Sichuán, como otras tantas provincias Chinas, también posee sus propios yacimientos mesozoicos con sus respectivos restos de dinosaurios (de hecho la citada provincia da nombre a un género de terópodos, el Szechuanosaurus). Tanto es así que por aquellas tierras es posible visitar incluso el que está considerado como uno de los mejores museos paleontológicos del mundo, el Museo de dinosaurios de Zigong donde, obviamente, se exhiben gran cantidad de réplicas. Nuevamente comprobamos cómo en "Mundo Desconocido" parecen mezclar unas cosas con otras en base a informaciones imprecisas e interesadamente manipuladas.

Quinta mentira. Desde 1924 apenas sí se han descubierto nuevos tipos de dinosaurios

Resultado de imagen de concavenator
En la imagen una reconstrucción artística del Concavenator (literalmente "cazador de Cuenca"), un peculiar terópodo del Cretácico temprano descubierto en el yacimiento conquense de Las Hoyas junto a otros muchos restos, entre los que figuran aves prehistóricas y otros dinosaurios. El hallazgo fue realizado en 2003 por los paleontólogos de la Universidad Autónoma de Madrid José Luis Sanz, Francisco Ortega y Fernando Escaso (más información consultar este artículo de la revista Nature). 
     He de confesar que esta parte final del vídeo me ha dejado tan perplejo que he tenido que revisarlo una y otra vez para asegurarme de lo que estaba escuchando ¿De dónde diablos se ha sacado este señor que desde la década de los años 20 del pasado siglo no se han hecho más que unos pocos hallazgos relevantes de fósiles de dinosaurios? Si su única fuente importante es el trabajo de ese tal Koefoed, más le hubiera valido a JL documentarse un poco más antes de ponerse a decir semejantes disparates. Para alguien que nada sepa acerca de Paleontología y crea a pies juntillas todo lo que se dice en el vídeo, esta especie de "traca final" parece el remate perfecto a toda la explicación anterior. Casi todos los dinosaurios descritos fueron descubiertos hace décadas, precisamente en una época en la que el "negocio" estaba en manos de crápulas como Drinker Cope o Charles Marsh. Después, con muchísimos más medios, tecnología y conocimientos, encontrar dinosaurios se ha vuelto más complicado que dar con tréboles de cuatro hojas. Tanto es así que, tal y como afirma JL, desde 1924 sólo se han descrito cuatro géneros que merezca la pena tener en cuenta: Baryonyx, Deinonychus, Pachycephalosaurus y Sinosauropteryx. Conclusión, la teoría de la conspiración "dinosaúrica" cobra mayor peso todavía a la luz de esta última revelación.

     Como todo lo demás estamos ante otra burda falacia que se viene inmediatamente abajo con tan solo informarse un poquito. Ya he mencionado unos cuantos géneros de dinosaurios recientemente descubiertos: Anchiornis, Concavenator, EuropeltaKulindadromeus, Microraptor o Turiasaurus. Pero también podría mencionar muchos otros: Ajancingenia, Altirhinus, Animantarx, Aquilops, Bambiraptor, Bistahiversor, Caudipteryx, Citipati, Daemonosaurus, Dilong, Elatitan, Galveosaurus, Juravenator, Kosmoceratops, Linheraptor, Lurdusaurus, Mantellisaurus, NothronychusOlorotitan, Tyrannotitan, Yi qi... Y así podríamos seguir durante un buen rato y teniendo sólo en cuenta los géneros descubiertos y descritos en las dos últimas décadas. Porque, de hecho, el ritmo de descubrimientos se ha acelerado tanto en los últimos tiempos que se realiza un nuevo hallazgo más o menos cada semana. No, señor JL. En el pasado encontrar nuevos restos resultaba algo excepcional y hoy día, en cambio, es algo casi rutinario. Para que nos hagamos una idea de cómo ha sido tal ritmo de descubrimiento, cuando se publicó Guía de campo de los dinosaurios (de David Lambert, la primera edición en inglés data de 1983), uno de los primeros libros rigurosos sobre el tema que leí, había descritos algo más de 300 géneros válidos de dinosaurios. Hará cosa de unos diez años dos paleontólogos denominados Steve Wang y Peter Dodson realizaron una estimación de los géneros válidos que por entonces se habían descrito y contabilizaron unos 527, por lo que a día de hoy ya serán unos cuantos más de 600 (ver el artículo ¿Cuántas especies de dinosaurios existieron en el planeta?). De esta manera podemos afirmar, sin temor a exagerar, que desde los años 80 la lista de géneros conocidos se ha duplicado.

     ¿Cómo es que resulta tan complicado saber cuántos hay? Sencillamente porque hay muchos restos que se adscriben a géneros dudosos, otros descubiertos muy recientemente y que todavía no han sido descritos y clasificados oficialmente, otros que luego se descubre que pertenecen a especies ya conocidas, otros tantos que resultan no ser dinosaurios (porque los fósiles son muy incompletos y hay cierto margen de error) y aún otros que terminan adscribiéndose a formas inmaduras de géneros descritos a partir de restos de adultos. Y eso sin tener en cuenta los icnogéneros, tipos descritos únicamente a partir de huellas fósiles, puesto que resulta prácticamente imposible saber exactamente qué especie de animal dejó tal huella hace decenas de millones de años. De esta manera todos los meses hay géneros y especies que entran en la lista, otros que salen, otros que se desdoblan, algunos que se fusionan, etc. Con semejante baile de nombrecitos resulta comprensible que hacer estimaciones sea más complicado de lo que en un principio parece, los números siempre están cambiando. Con todo sólo estamos arañando la superficie de un mundo absolutamente fascinante pero ya desaparecido. Los propios Wang y Dodson concluyeron en su estimación que todavía podrían descubrirse entre 1.000 a 1.300 géneros nuevos de dinosaurios, conforme vayan saliendo a la luz más y más yacimientos por todo el mundo y las técnicas de búsqueda, recuperación y estudio se sigan afinando. Y aun así seguiríamos teniendo una visión increíblemente parcial de aquel tiempo tan lejano, puesto que el registro fósil tan solo nos muestra menos del 1% de las criaturas vivas en cada momento ¿Cuántos seres increíbles habrán desaparecido para siempre sin dejar el menor rastro de su existencia?

Conclusión final. Cómo demostrar que no se tiene ni idea de Paleontología y quedarse tan tranquilo

Yi qi restoration.jpg
Arriba representación de un terópodo
escansoriopterígido, con sus extrañas
"alas" como de murciélago. En los
últimos tiempos nuestra imagen de los
dinosaurios ha variado muchísimo.
      He repasado las barbaridades más destacables que se cuentan en el vídeo de "Mundo Desconocido", pero a modo de finalización mencionaré algunas otras para dejar claro que la exposición del señor JL no es más que un cúmulo de sinsentidos que carece del más mínimo rigor científico. Esto último no debe extrañarnos, pues queda bien claro que este personaje no tiene ni la más remota idea de lo que es la Paleontología y seguramente tampoco otras disciplinas de la Ciencia. Todo lo más se dedica a exponer datos enormemente sesgados y manipulados de forma muy torticera, con los que sostener tesis tan endebles que no aguantarían ningún análisis medianamente riguroso. Esto queda claramente en evidencia escuchando la explicación del tan traído y llevado vídeo, cuando su protagonista no para de repetir una y otra vez "huesos, huesos y más huesos" ¿Nadie le ha comentado a JL que jamás se ha encontrado hueso de dinosaurio alguno, que lo que se descubre son fósiles? Puede parecer una diferencia irrisoria, pero no lo es en absoluto, puesto que un hueso de un animal muerto no es lo mismo que un fósil de un hueso, todo y que el segundo pueda proceder del primero. De los animales desaparecidos hace millones de años sólo pueden quedar fósiles y éstos a menudo no son más que impresiones dejadas sobre terreno blando por los restos de una criatura. Huellas del pasado que luego se preservan azarosamente, cuya impresión se endurece y queda convertida en piedra por procesos geológicos que suceden a una escala temporal muy superior a una vida humana. Así que lo que estamos viendo no son restos del animal en sí, sino más bien algo así como una "fotografía mineral" de los mismos, si se me permite la licencia de usar ese símil. Para no extenderme en exceso recomiendo el enlace ¿Cómo se forman los fósiles?, donde se explica de forma bastante sencilla la forma en que se originan. Convendría también que ciertas personas repasaran también lo que son los procesos de fosilización antes de ponerse hablar sobre seres prehistóricos.

     Otro gran error de bulto, que demuestra también el desconocimiento de JL, es cuando se pone a hablar de la datación de los restos, aduciendo que hay trampa en ello porque lo que se data no son los "huesos" (y otra vez incide en el error) sino los estratos donde se encuentran. Alguien debería decirle que éste es el procedimiento habitual, no se data el fósil en sí, sino el estrato donde ha mineralizado porque del mismo se pueden extraer muchas muestras para realizar pruebas sin necesidad de estropear los hallazgos. Y exactamente lo mismo se suele hacer en Arqueología, datando los restos muchas veces en función del contexto, sin que ello implique que estén tratando de engañarnos. Los métodos de datación pueden ser relativos (sólo se determina si un determinado hallazgo es más antiguo o moderno que otros) o absolutos (se establece la edad del resto en cuestión con mayor o menor precisión). Para fósiles de dinosaurios se utiliza mucho la radiometría, concretamente el método del Uranio-Plomo, que permite datar con bastante precisión (un margen de error de "tan sólo" uno o dos millones de años) muestras procedentes de estratos de cientos de millones de años de antigüedad, siendo útil además para rocas sedimentarias, que son las únicas en las que podemos encontrar fósiles (ver más en Datación de las rocas). Evidentemente puede haber restos que presenten grandes problemas de datación, pero eso no invalida los procedimientos. Porque en "Mundo Desconocido" parecen sospechar de todo lo que no comprenden. Y otro ejemplo de ello es cuando JL afirma que "resulta muy sospechoso que los restos de dinosaurios aparezcan únicamente en puntos muy focalizados, como si los hubieran puesto intencionadamente aquí y allá, cuando deberían de estar por todas partes si fueron animales que se extendieron por todo el globo". Para responderle mejor hay que contemplar primero este mapa geológico de la Península Ibérica.

       
             
Por si no se sabía los dinosaurios sólo vivieron durante la era Mesozoica (hace entre 251 y 66 millones de años), a lo largo de los periodos Triásico, Jurásico y Cretácico. Así que para encontrar sus fósiles debemos ir allí donde afloran las rocas que se formaron durante estos periodos, porque no tendría ningún sentido buscarlos en afloramientos del Cuaternario (mucho más recientes) o en estratos del Carbonífero (unos 100 millones de años anterior). Y como se puede ver en el mapa de arriba los estratos mesozoicos sólo afloran a la superficie (o muy cerca de ella) en regiones muy concretas, como son las marcadas con los colores respectivos en la leyenda (zonas del interior de la Comunidad Valenciana, Cuenca, Albacete, Teruel, La Rioja, Euskadi...). Señor JL, por este motivo los hallazgos de dinosaurios están "focalizados", en lugar de aparecer por todas partes debajo de las piedras.

     No contento con todo esto en un momento del vídeo se nos pasa a explicar, como argumento para cuestionar la existencia de los dinosaurios, que ninguna gran civilización antigua nos ha hablado de ellos, casi como si fueran una invención de la moderna cultura Pop. Esto es una auténtica perogrullada, ¿las cosas sólo existen si los antiguos egipcios, persas, chinos, mayas... ya las conocían? Microorganismos como las bacterias no empezaron a ser conocidos hasta los siglos XVII y XVIII, cuando se desarrollaron los primeros microscopios para poder observarlas, y no se pudo probar su relación con la enfermedades infecciosas hasta la primera mitad del XIX. De los virus no se supo nada hasta incluso más tarde, siendo observados los primeros mediante microscopios electrónicos hacia 1915 ¿Significa todo esto que las enfermedades víricas y bacterianas son un invento reciente y no existían en la Antigüedad? Del mismo modo los astrónomos no comprendieron que el Universo se componía de miles de millones de galaxias, formadas a su vez por miles de millones de estrellas y nubes de polvo y gas, hasta la década de los años 20 del pasado siglo ¿Quiere esto decir que el actual modelo cosmológico es otra gran mentira que nos ha colado la Ciencia "oficial"? Muchas de las cosas que forman parte del conocimiento actual (en Biología, Genética, Geología, Química, Física, Astronomía, etc.) eran totalmente desconocidas hace sólo dos o tres siglos, pues ese es uno de los grandes logros de la Revolución Científica que ha trasformado nuestra civilización de una manera tan asombrosa en tan poco tiempo. Gracias a eso tenemos una imagen mucho más completa del Universo que nos rodea. Y de todas formas no es en absoluto cierto que los primeros restos de dinosaurios aparecieran como por arte de magia en el siglo XIX. Ya se ha mencionado la descripción de Robert Plot, pero más o menos por la misma época (hacia 1670) se ha documentado la descripción de "huesos de gigantes" hallados en España (Pereda-Suberola et al.), que bien podrían haber pertenecido a fósiles de dinosaurios. Muchísimo antes, hacia el 300 a.C, el historiador chino Cheng Qu nos habla acerca del hallazgo de "huesos de dragón". No son pocos los expertos que sospechan que el descubrimiento accidental de fósiles de dinosaurios en distintas partes de China podría haber inspirado el mito de los dragones, puesto que entre las criaturas fantásticas y los animales reales hay ciertas similitudes. También se ha documentado el uso de restos de huevos fosilizados de dinosaurio, como materia prima para fabricar adornos, por parte de tribus neolíticas de Mongolia hacia el 10.000 a.C. En estos y otros muchos casos la gente no sabía identificar lo que se encontraba, buscando en su defecto explicaciones en el folclore y las creencias de su cultura.

     Podríamos seguir comentando otras incorrecciones y falsedades que aparecen en el vídeo, pero creo que tenemos una muestra lo suficientemente amplia. En todo caso queda una pregunta ¿A qué viene la obsesión de JL con los dinosaurios? ¿Son una invención pero todas las demás criaturas prehistóricas conocidas a partir de fósiles sí que existieron? Porque la Paleontología estudia también muchos otros organismos extintos. Desde la enigmática y antiquísima biota ediacárica, pasando por los variados trilobites, los grandes peces placodermos del Devónico, los terápsidos que precedieron a los mamíferos y dominaron los continentes antes de los dinosaurios, los grandes reptiles voladores y marinos que coexistieron con éstos, la espectacular megafauna de mamíferos del Cenozoico que los sucedió, etc. En "Mundo Desconocido" no nos aclaran si todos estos seres prehistóricos también forman parte de la gran conspiración paleontológica ¿O sólo hablan de dinosaurios porque todo el mundo los conoce y así creamos polémica fácilmente para tener muchas visitas en la web? ¿Son falsos todos los fósiles que se han encontrado en el mundo, incluso lo que he recogido yo mismo con mis propias manos? JL amplía su explicación con un segundo vídeo en el que afirma que lo expuesto se basa "en el trabajo de mucha gente". Aparte del señor Koefoed cita a otras cinco o seis personas, entre ellos al parecer un par de paleontólogos. Esto no tiene nada de particular, puesto que el mundo científico no está exento de personajes excéntricos que siempre parecen ir a contracorriente; otra cosa muy distinta es que sus argumentos se sostengan. De todas formas la "mucha gente" mencionada por JL se queda tan sólo en un puñado de nombres. Muy poca cosa para tener una base sólida con la que cuestionar todo lo que dice el resto de la comunidad científica.

    El vídeo finaliza dejando en el aire la idea de la teoría de la conspiración como conclusión lógica tras todas las evidencias sospechosas que dice mostrarnos. Esto de los dinosaurios (olvidémonos del resto de criaturas fósiles, pues parece que no importan) está en manos de una serie "de grupos o corporaciones muy mediatizados". La finalidad de esta gente tan sombría está muy clara. Con tanto merchandising, películas, series, libros, exposiciones y tebeos sobre dinosaurios nos han metido en la cabeza la idea incuestionable de que fueron reales. Y así continuarán haciendo caja a nuestra costa, puesto que el negocio de los grandes saurios genera pingües beneficios. Ya de paso metemos a Hollywood en el saco de los conspiradores, aunque sólo sea porque las películas sobre el tema hayan sido muy populares. Pero podemos darle la vuelta a todo esto. Steven Spielberg, que reventó taquillas en los 90 con la muy conocida Jurassic Park, hizo lo propio años atrás con otras dos cintas emblemáticas, "Encuentros en la Tercera Fase" y "E.T (el extraterrestre)". Parece ser que existen grupos muy mediatizados, Hollywood entre ellos, que tienen un gran interés en inculcarnos la idea de que los extraterrestres son reales. Ganan millones comercializando películas, series, libros, documentales y tebeos sobre visitantes de otros mundos y sus platillos volantes ¿Qué pretenden ocultarnos los ufólogos? ¿A qué oscuros intereses sirven? Con tanto hablar sobre OVNIS quizá pretendan distraer nuestra atención de otros asuntos mucho más graves. Aunque con los dinosaurios existe una diferencia inmensa. Llevamos décadas encontrando sus restos fósiles en yacimientos por todo el mundo, pudiendo contemplar no pocos de ellos en museos. Es algo relativamente accesible si se tiene un interés real ¿Cuántas evidencias físicas existen de visitas extraterrestres a la Tierra? A no ser que estemos hablando de meteoritos absolutamente ninguna, ni el más ínfimo rastro. Puede que tales evidencias se oculten en las mismas cámaras acorazadas donde los paleontólogos conspiradores guardan los presuntos restos de dinosaurios. Nos ocultan una cosa para que pensemos que no existe y la otra para que pensemos que sí. Es todo súper lógico. Aunque habrá quien, retorciendo al máximo la lógica, lo encuentre posible.

    Que espacios como "Mundo Desconocido" pueblen Internet y haya toda una legión de seguidores de los mismos, que piensen que lo que allí se cuenta pueda ser verdad y estemos rodeados de conspiraciones por todas partes, es síntoma de una cosa. La divulgación científica sigue siendo una asignatura pendiente, en especial en un país como España, donde el desconocimiento de gran parte del público con respeto a estos temas es terreno abonado para charlatanes cuyos argumentos son realmente pobres. Por mi parte JL puede seguir haciendo todos los vídeos que quiera, nadie debería impedírselo porque al fin y al cabo para eso está la libertad de expresión (pues tampoco va por ahí diciendo que haya que matar a nadie). Pero la gente aficionada a escucharle, o a otros como él, haría bien en contrastar debidamente sus informaciones. Después de todo de esto ha ido este larguísimo artículo, de usar su vídeo como ejemplo para hacer ver lo sencillo que puede resultar desmontar los argumentos de estos espacios de contenido pseudocientífico. El escepticismo y el espíritu crítico también están para eso.

    Los dinosaurios forman parte ya de la cultura popular, como lo pueden ser otros descubrimientos de la Ciencia (tales como los microbios patógenos, los agujeros negros, la radiactividad, etc.). Pero, como también suele suceder, el folclore moderno ha distorsionado su imagen a conveniencia. Se los suele representar, o más bien caricaturizar, como una especie de ogros reptilianos siempre sedientos de sangre y dispuestos a arrasarlo todo a su paso. Es la típica imagen de un "T. rex" devorando y sembrando el pánico allá por donde va, que tantas veces hemos visto porque al fin y al cabo un bicho aburrido que no hace nada no resulta en absoluto atractivo. Los monstruos son siempre mucho más fascinantes, aunque únicamente habiten en nuestra imaginación. Los dinosaurios, las criaturas reales del pasado, fueron en su mayor parte algo muy distinto. Ahora sabemos que fueron increíblemente variados en sus formas, tamaños y adaptaciones, en algunos casos en nada parecidos a la imagen que se suele tener de ellos. Y su mundo tampoco fue como muchas veces creemos. Los famosos dinosaurios emplumados de Liaoning lo eran por muy buenas razones, pues habitaron bosques con un clima similar al que hoy existe en el centro y norte de Europa, con inviernos muy fríos que cubrían de nieve toda la región durante meses. Dinosaurios caminando sobre la nieve, bien protegidos de los rigores del clima por su espesa cubierta de plumas. No es desde luego una imagen típica de ellos. Pero para eso está precisamente la Ciencia, para cambiar paradigmas y darnos una visión mucho más exacta de nuestro mundo pasado y presente, hasta incluso futuro, al margen de prejuicios e ideas preconcebidas.



M. Plaza
 
 
Nota: hay muchísimas páginas web y publicaciones que hablan acerca de dinosaurios, pero si buscamos algo accesible y con cierto rigor recomiendo Prehistoric Wildlife, una guía online (en inglés) relativamente completa. La página no sólo contiene información sobre dinosaurios, sino también sobre muchos otros animales prehistóricos.        

                                                            


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