Reflexiones sobre la "pacífica" oposición venezolana

A pesar de lo que pretendan hacernos creer desde los medios de comunicación dominantes, lo cierto es que la oposición venezolana dista mucho de ser pacífica. La violencia con la que se emplea, en ocasiones extrema, va encaminada a desestabilizar el país y agravar más si cabe la crisis en la que está sumido.


¿Quién agrede a quién en esta imagen? Para los redactores de contenidos
de RTVE los opresores son las fuerzas de seguridad venezolanas, pero
son éstas las que se ven acorraladas por manifestantes violentos.
      Imaginemos por un momento que, durante el trascurso de una manifestación autorizada, buena parte de sus participantes se desviaran sin previo aviso del recorrido previsto, dirigiéndose hacia algún edificio del gobierno o de la administración (como un ministerio, la sede de un tribunal de justicia o un ayuntamiento) frente al que no tienen permiso para concentrarse. Imaginemos que dichos manifestantes acuden ante el citado edificio mostrando una actitud visiblemente hostil, tratan de asaltarlo por la fuerza y, de conseguirlo, provocan graves destrozos e incluso un incendio, agrediendo sin miramientos además a todo aquel que se les opone. Ante semejantes hechos no sería de extrañar que las brigadas antidisturbios de la policía actuaran con la máxima contundencia imaginable, cargando contra los violentos para dispersarlos y empleando todos los medios de los que disponen, armas de fuego inclusive si estiman que sus vidas están en peligro. Tampoco sería de extrañar que se efectuaran detenciones y, dada la violencia desatada, es muy probable que hubiera heridos graves y hasta algún que otro muerto.

      Si tales sucesos hubieran tenido lugar en España no queda ninguna duda de cuál habría sido el tratamiento que darían de los mismos los principales medios. Los asaltantes violentos habrían sido calificados en el mejor de los casos como terroristas, criminales de la peor especie que tratan de demoler con sus acciones el orden constitucional y la pacífica convivencia. Sobra decir también que autoridades y buena parte de la opinión pública coincidirían en condenar la violencia y defender sin fisuras la respuesta policial al asalto, por muy agresiva que haya sido, y dudo bastante que algún representante político de los que ahora tenemos se hubiera atrevido a defender la actuación de los manifestantes vandálicos, mucho más si ha habido derramamiento de sangre. Pero como he dicho eso sería si los hechos hubieran sucedido en España, porque de pasar en Venezuela el tratamiento será radicalmente distinto.

       Asaltos violentos a edificios públicos que generan importantes destrozos, marchas organizadas que buscan abiertamente el enfrentamiento con manifestantes pro gubernamentales y las fuerzas del orden, pistoleros que abren fuego contra la policía, agresiones con resultados mortales, calles y carreteras bloqueadas por barricadas, vehículos de los servicios sociales (que reparten alimentos entre los más necesitados) atacados e incendiados y, entre otras muchas cosas, una clara intención de alimentar un estado de crispación permanente. Esas son las señas de identidad de la "muy democrática y pacífica" oposición venezolana. No se trata de un alegato o apología en favor del chavismo en general, y el gobierno de Nicolás Maduro en particular, porque el deterioro de la democracia en el país es un hecho indiscutible. El último episodio de este feroz tira y afloja entre gobierno y oposición lo tenemos en la decisión presidencial, tomada el pasado primero de mayo, de convocar la Asamblea Nacional Constituyente invocando el artículo 347 de la constitución venezolana (ver este artículo de BBC mundo). Para Maduro y sus fieles se trata de "una forma para devolverle la soberanía al pueblo", mientras que para la oposición no es más que "otra maniobra golpista que persigue implantar un régimen dictatorial en Venezuela". A estas alturas el desencuentro parece tal que ya ninguna de las dos partes se muestra dispuesta a dar tregua a la otra, lo que enquista el enfrentamiento y contribuye a empeorar la grave crisis institucional, social y económica en la que vive el país latinoamericano.

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En la imagen un manifestante opositor se prepara para protestar
"pacíficamente" equipado con un casco, máscara antigás y un
artilugio casero diseñado para arrojar objetos contundentes a
gran distancia (Fuente: elcomunista.net). 
      El relato de Venezuela es, si lugar a dudas, uno de los temas estrella que centra la atención de los medios de comunicación en España. Por estas latitudes la corrupción sistémica del partido en el poder podrá ser un problema lacerante, pero a periodistas, tertulianos y portavoces políticos les preocupará mucho más "lo que sucede en Venezuela". Y según dicho relato la oposición venezolana se comporta de manera cívica y ejemplar ante la ofensiva autoritaria de Maduro y los suyos. Son los adalides en defensa de la democracia y las libertades y, de producirse estallidos violentos, no son otra cosa que muestras de desesperación de personas brutalmente oprimidas que defienden sus derechos, y en ocasiones también sus vidas, ante los salvajes ataques de las fuerzas represoras de un gobierno cada vez más dictatorial. Es un retrato en blanco y negro de la situación en el país, simplificado para mostrar a buenos y malos agrupándose claramente en bandos enfrentados. Unos, el gobierno bolivariano, son los culpables de todo. Los otros, la oposición "democrática", las víctimas inocentes que se defienden de una agresión injustificada y, al mismo tiempo, la solución a todos los problemas que asfixian a Venezuela. Pero este retrato naif ignora demasiadas cosas, con una intención descaradamente manipuladora, porque los opositores son también corresponsables del imparable deterioro a todos los niveles que está teniendo lugar en aquel país. Las pruebas saltan a la vista, por mucho que los principales medios de persuasión españoles se esfuercen por ocultarlas para ofrecernos una imagen convenientemente distorsionada de lo que sucede. Y esto es así porque las llamadas guarimbas, como son conocidas en Venezuela las algaradas violentas protagonizadas por los opositores, son a menudo acciones organizadas que buscan provocar el mayor daño posible con fines desestabilizadores.

      Podríamos extendernos bastante hablando acerca de los innumerables ataques violentos perpetrados por los opositores al gobierno de Maduro, que provocan costosísimos destrozos e incluso dejan heridos y muertos, a lo largo de las últimas semanas. Pero para eso me remito a otros enlaces donde dichos ataques se explican más pormenorizadamente, tales como ¿Nos cuentan la verdad sobre la violencia de las manifestaciones en Venezuela?, otro sobre los accidentes provocados por los "guarimberos" y este otro sobre el dinero que reciben algunos manifestantes por participar en los disturbios (ambos pertenecientes al portal digital venezolano Últimas Noticias), e incluso este último acerca de un asalto violento a una magistratura producido en la ciudad de Chacao (estado de Miranda). Vale, muchos dirán que las fuentes de buena parte de estas informaciones proceden de medios chavistas o afines, pero debemos quedarnos con las imágenes y vídeos que también se enlazan, hablan por sí solos sin necesidad de manipulación alguna. Más importante si cabe es el hecho de que numerosos medios internacionales parecen ignorar estas acciones violentas de los opositores, casi dando a entender que ni tan siquiera existen, mostrando sólo la represión por parte de los efectivos policiales cuando se producen enfrentamientos. El tratamiento parcial es más que evidente, lo cual demuestra que dichos medios obedecen a los intereses de sus propietarios, obviamente contrarios al actual gobierno venezolano. Presionar para forzar su caída dañando su imagen lo máximo posible, una estrategia que no es ni mucho menos nueva.

Fotografía cedida por prensa de Miraflores de una manifestación de apoyo al Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hoy, 1 de septiembre de 2016, en la ciudad de Caracas ((Venezuela). EFE/PRENSA MIRAFLORES
En la imagen una multitudinaria manifestación pro gubernamental celebrada el pasado mes de septiembre en Caracas.
Que Venezuela es un país dividido es incuestionable, pero muchos medios pretenden hacer creer que el rechazo de la
población hacia el gobierno de Maduro es masivo y por eso éste trata de anular por completo la democracia. La
realidad sin embargo demuestra que, a pesar de todo, todavía cuenta con un gran apoyo entre las clases populares. 
     
       Ésta es sin duda la reflexión final. Por mucho que nos cuenten lo que pasa o deja de pasar en determinado país lejano en el que nunca hemos estado y que no conocemos de primera mano, la realidad puede ser bastante distinta a esos "hechos consumados" que nos ofrecen. Después de todo los grandes medios de masas están para eso, visibilizan ciertos fenómenos e invisibilizan otros, todo obedeciendo a sus propios intereses o más bien a los de quienes los controlan. Podemos creer que el resto de América Latina es casi como una balsa de aceite en comparación con Venezuela, pero eso es porque nos hablan muchísimo menos de lo que sucede en otros países, o el tratamiento es bien diferente. A lo largo de las últimas semanas grandes manifestaciones y huelgas han paralizado Brasil (ver La huelga general paraliza Brasil en contra del gobierno golpista) ante la radical regresión ultraliberal que tiene planeada el gobierno interino de Michel Temer y que supondrá el mayor recorte en derechos y libertades habido en el país en las últimas décadas. No olvidemos que este señor ocupa la presidencia brasileña, digamos que ilegítimamente, tras una oscura maniobra cuasi golpista que derrocó a su predecesora en el cargo y que contó con evidente asesoramiento externo (la mano negra estadounidense se deja ver en lo ocurrido). Sin embargo todas estas movilizaciones, toda esta agitación, así como la crisis que también sacude el país, apenas si tienen resonancia en los medios de por aquí, de manera tal que en base a ello cualquiera diría que en Brasil no sucede nada de nada cuando es precisamente todo lo contrario.       

      ¿Quién está detrás de las guarimbas venezolanas? ¿Son acciones, más o menos coordinadas, de grupos de manifestantes que no están dirigidos por nadie o existen "cabezas pensantes" que las organizan, y financian, desde arriba? ¿Cuentan con alguna clase de apoyo procedente del exterior? Si protestar de forma violenta es condenable debería serlo en todas partes, no en unos sitios sí y en otros no, de lo contrario caemos en la más indefendible de las hipocresías. Algunos analistas ven en las guarimbas una conspiración sediciosa que pretende derrocar por la fuerza al gobierno de Maduro y que sigue asimismo de forma metódica el manual desestabilizador de la CIA de "no violencia estratégica", obra del consultor de la agencia Eugene Sharp. Esto último no sería descabellado, pues es bien sabido que Washington nunca sintió simpatía alguna hacia la llamada revolución bolivariana y ha hecho lo posible por acabar con ella (incluido un frustrado golpe de estado contra Hugo Chávez en 2002). Sin embargo tampoco hay que olvidar que nada de esto exonera a Maduro y sus fieles de su responsabilidad para con lo que sucede en el país. Su deriva antidemocrática, los abusos documentados, la galopante corrupción que consume a una burocracia donde los militares tienen más peso del que debieran, el clientelismo, el colapso económico y la carestía resultante (que afecta cada vez a sectores más amplios de la población) o el hecho de que Venezuela se haya convertido en uno de los países más violentos e inseguros del planeta, con unos índices de criminalidad absolutamente fuera de control (ver el siguiente anexo de Wikipedia). Y a pesar de todo el chavismo todavía cuenta con un considerable apoyo entre sus bases ¿Tan ciegos están o es que acaso son unos ignorantes rematados? Tal vez se deba al hecho de que, viendo cómo se comporta esa oposición que les agrede en las calles y provoca graves altercados, prefieran acogerse a ese viejo dicho, que por regla general no comparto, de más vale malo conocido que bueno por conocer.     

 

 
Kwisatz Haderach


 

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