Cuando habla quién más debe callar

En los tiempos que corren no son pocos los presuntos personajes respetables que pretenden darnos lecciones acerca de cómo debemos aprender a valernos por nosotros mismos sin contar con la protección del Estado del Bienestar en proceso de desintegración. Pero esos que tanto hablan son los que más deben callar porque no predican precisamente con el ejemplo.


       El pasado 17 de septiembre el rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos daba un solemne discurso televisado en el parlamento que ha tenido bastante repercusión. Ni corto ni perezoso en él anunciaba que "el Estado del Bienestar propio del siglo XX tocaba a su fin" y que "a partir de ahora la gente debía responsabilizarse de su propio futuro" (véase al respecto la noticia publicada en rebelion.org), anunciando asimismo la llegada de una nueva "sociedad participativa". Dicho de otra manera, búscate la vida como puedas que a partir de ahora no vas a poder contar con ningún tipo de cobertura pública, ya sea en sanidad, educación, servicios sociales, derechos laborales, etc. Es una nueva vuelta de tuerca en el discurso neoliberal imperante, el Estado debe quedar reducido a la mínima expresión, lo privado debe prevalecer porque es sinónimo de eficiencia y crecimiento económico, lo público desaparecer porque equivale a derroche, ineficacia y estancamiento. Y mientras tanto el ciudadano de a pie a callar y a aguantar, que se vaya acostumbrando al desamparo en todos los aspectos, el rodillo le pasará por encima pero que no se le ocurra rebelarse o protestar. Muy democrático, por supuesto.

        Personalmente me resulta muy llamativo que quién dio el discurso antes mencionado, el rey holandés, no sea precisamente ejemplo de alguien acostumbrado a responsabilizarse de su propio futuro y a valerse solo por sí mismo, eso que predicaba a modo de imperativo a sus súbditos. Bien sabemos que la élite de la cual forma parte, los monarcas que todavía quedan en el Viejo Continente, no son más que unos parásitos ociosos que han pasado toda su vida revolcándose en la opulencia sin haber pegado un palo al agua. La Familia Real Española es un caso más que paradigmático, no solo gozan de todos los lujos imaginables a costa de todos nosotros, sino que algunos de ellos han tenido la desfachatez de llegar aún más lejos y han aprovechado su posición privilegiada para hincharse a robar, no hace falta decir nombres porque ya se sabe de quién estamos hablando. Para que luego den discursitos aleccionadores acerca de cómo debemos adaptarnos a la actual coyuntura, ellos desde luego se lo montan mejor que bien.

Spain Public Aid Sep 2013
Gráfica que muestra la evolución las ayudas públicas al sector financiero en
España a lo largo de la última década (en rojo). Así cualquiera podría llevar
un negocio, si te va mal pon la mano y pide pasta (Fuente: www.perpe.es).
       Y es que esos mismos que nos hablan acerca de austeridad, de apretarse el cinturón, de asumir la responsabilidad de tus actos sin esperar a que papá Estado venga a salvar tu culo y de trabajar hasta reventar como único camino para poder cosechar beneficios que no deben ser compartidos con quien no quiere esforzarse tanto, están muy lejos de predicar con el ejemplo. Son aquellos que dilapidaron cantidades inimaginables de dinero (lo son para cualquier persona normal que apenas sí llega a fin de mes por mucho que trabaje) en los casinos financieros y, una vez al descubierto sus grandísimas cagadas, exigieron a los gobiernos que se les rescatara con cuantiosas ayudas públicas. Los beneficios para unos pocos, sus pérdidas que las asuman los ciudadanos, una solución de puta madre. Es la estrategia del maleante, te acorralo en un callejón sin salida (crisis), te pongo una navaja en el cuello (reforma tramposa de la Constitución, gobernar a base de decretos-ley, represión de la respuesta ciudadana) y te quito todo lo que llevas encima (recortes, subidas de impuestos, bajada de salarios, pérdida de derechos laborales...). A las cosas hay que llamarlas por su nombre, ese 1% de oligarcas que constituyen la élite dominante se comportan como una banda de chorizos y delincuentes, utilizando la crisis como forma de saquearnos para seguir enriqueciéndose a costa de nuestra desgracia, tal cual si fueran garrapatas con una sed insaciable de sangre aferrándose al cuerpo de la sociedad.

        Por eso digo que no pueden darnos lecciones de ninguna clase. Ellos son el peor de todos los ejemplos porque nunca han asumido ningún tipo de responsabilidad por unos actos que nos han llevado hasta donde estamos, porque son los primeros a lo hora de meter la mano sin el menor pudor en la bolsa del dinero público para contener la hemorragia de sus innumerables desmanes y porque le restriegan a todo el mundo la opulencia en la que viven mientras se les llena la boca con eso de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Ellos nunca, desde luego, será que piensan que somos todos imbéciles. Luego se les estremecen las nalgas de placer cuando hablan del fin del Estado del Bienestar, aunque por supuesto no dicen que su estado de bienestar está lejos de terminar. En resumen, puedes soportar durante un tiempo la carga de unos parásitos que se están alimentando de ti, sobre todo si todavía eres fuerte y conservas buena salud, pero finalmente su compañía siempre resultará dañina. Deshacerse de ellos se convierte entonces en la única solución posible.


                                                                                                                                                  Juan Nadie         
          

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